Una vez que supo que Abril quería hacer una donación, la maestra aceptó de inmediato sonriendo y llamó al director del jardín de infantes. Tras una breve conversación, finalizó la llamada y llevó a la mujer a la dirección.
El hombre llevaba un tiempo esperando en su oficina y, en cuanto entraron, sirvió una taza de té para Abril de inmediato.
—Por favor, tome asiento, señorita Pedrosa —le dijo con una amplia sonrisa.
—Supongo que sabe por qué motivo vine —dijo la mujer mientras recibía la taza y tomaba asiento frente a él.
—Escuché que quiere donar juegos al jardín de infantes —asintió el director del lugar—. Quiero agradecerle en nombre de todos los niños.
Después de decir eso, se dio cuenta de que la joven que tenía delante tenía un aspecto estoico.
—Eso no es todo —dijo Abril con seriedad tras dar un sorbo de té—. También estoy dispuesta a donar cinco millones a este jardín de infantes y puede hacer lo que quiera con el dinero a cambio de un simple favor.
—¿Qué favor? —El director del lugar la miró confundido.
—Hace poco tiempo, el jardín de infantes aceptó a los hijos de Roxana Jerez. Me gustaría que los expulse de esta institución. —Abril entrecerró los ojos con una expresión seria.
Tras oír sus palabras, el director y la maestra se miraron confundidos. Luciano les había pedido lo mismo, pero se había retractado al poco tiempo. En ese momento, estaban escuchando el mismo pedido por parte de Abril.
—Si no le importa que le pregunte, señorita Pedrosa, ¿qué ocurrió entre usted y la señorita Jerez? —preguntó el director con cautela.
—No necesita saber tanto. —La joven lo fulminó con la mirada—. Todo lo que tiene que saber es que no quiero que sus hijos y la hija de la familia Fariña estén en la misma escuela. Asumo que ha escuchado sobre el matrimonio concertado entre la familia Pedrosa y los Fariña.
—Sí, he oído hablar de ello —asintió repetidas veces.
—Quiero tener noticias de la expulsión de esos niños para esta noche. Si es así, los cinco millones irán directo a la cuenta del jardín de infantes.
El hombre asintió enérgicamente a todo lo que decía.
—Como llegamos a un acuerdo, no me quedaré mucho más —dijo Abril mientras se levantaba.
Tanto la maestra como el director la acompañaron hacia la puerta.
—Casi lo olvido. —Antes de marcharse, la mujer pareció recordar algo y se volvió para advertirles con seriedad—: Por favor, mantengan en secreto lo que ocurrió hoy. No quiero que Roxana vaya a buscarme si se entera.
En realidad, temía que Luciano se enterara de que tomaba esas decisiones sin su aprobación, pero no quería que el director sospechara y por eso mencionó a Roxana. Este, por su parte, asintió con la cabeza.
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