La verdad de nuestra historia romance Capítulo 126

Comenzó a llorar mientras le suplicaba, pero Luciano no la soltaba. Abril utilizó toda la energía que tenía para poder respirar, pero se negaba de manera rotunda a admitir lo que había hecho. «Si Luciano se ensaña conmigo y no con otra persona es porque sospecha de mí; si lo admito, ¡no quiero pensar de lo que sería capaz de hacerme!».

Camilo se sorprendió cuando entró tras Luciano y vio que el rostro de Abril se ponía morado. Temía que, por accidente, la matara y corrió hacia él para detenerlo.

—¡Suéltela, señor Fariña! De lo contrario, la matará.

En lugar de soltarla, Luciano le apretó aún más el cuello. En ese instante, Abril supo que la estrangularía hasta matarla. A fin de cuentas, Camilo no tuvo más remedio que intervenir para que la soltara.

La mujer no tenía energía; se desplomó en el suelo inmediatamente después de que la soltara y respiró agitada. Después de un momento, Luciano recobró los sentidos y la miró fijo.

—Bien, puedes continuar fingiendo todo el tiempo que quieras. Le preguntaré a Ela cuando se recupere y, si eres tú quién está detrás de esto, vendré por ti.

Luego, salió furioso de la casa acompañado de Camilo. Dejó a Abril en el suelo; en su rostro se reflejaba una mezcla de ira y miedo. «¡M*ldición! ¿Por qué no se muere esa p*rra? ¡Debo vivir con el miedo de que me delate!». Tan solo pensar en lo que Luciano le haría la aterrorizaba.

El hombre permaneció en silencio después de subir al auto con su asistente.

—Señor Fariña, ¿le gustaría ir a ver a la señorita Estela? —preguntó con cautela al cabo de un instante.

—Llévame de vuelta a la mansión —respondió mientras reprimía la ira.

Después de arropar a Estela, Roxana iba a acostarse cuando escuchó el timbre de la puerta.

—Creí que había dicho que tenía asuntos que atender. ¿Por qué regresó tan pronto? —le preguntó al ver a Luciano en la puerta.

—He vuelto para traerle a Ela un ungüento. ¿Podría aplicárselo? —respondió mientras le entregaba el producto.

Roxana ya no estaba tan disgustada al ver que había ido a buscar un ungüento medicinal bastante costoso y muy eficaz para tratar los moretones. «Creí que había dejado a Estela conmigo para que él pudiera continuar trabajando, pero en realidad fue a buscar esto para curarla».

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