La verdad de nuestra historia romance Capítulo 135

Sonia frunció el ceño.

—Abril, ¿de qué hablas? Es imposible que Luciano vuelva a estar con Roxana. Ya le pregunté antes y me dijo que no piensa volver a estar con ella, así que no pienses demasiado en eso.

Sin embargo, la mujer siguió sollozando:

—Pero Ela está con Roxana todo el día, de hecho, está viviendo en su casa. A Ela le agrada demasiado. Si Luciano ya no planea estar con ella, ¿por qué haría que Roxana cuide a la niña?

A pesar de que Luciano la había regañado por eso, ella igual siguió enviando a personas para que espiaran a Roxana. En cuanto se enteró de que Estela se quedaba en su casa, Abril entró en pánico y, por ese motivo, les contó todo a sus padres. Después de que la regañaran, la llevaron para que se disculpara con Sonia y Elías. Luego, cuando escuchó que Sonia la perdonó, no pudo evitar quejarse con ella. La mujer jamás se imaginó que Luciano dejaría que esa señorita cuidara a Estela, por lo que se enfureció al instante.

—¡Esto es ridículo! ¿Quién le dijo que hiciera esto? —Dejó su ira de lado y consoló a Abril—: No te preocupes; no hay forma de que vuelvan a estar juntos. Incluso si Luciano quiere hacerlo, no dejaré que esa mujer regrese a la familia.

La joven miró a Sonia para asegurarse de que hablaba en serio.

—Esa mujer abandonó a Ela en aquel entonces, así que no permitiré que vuelva a cuidarla —comentó de manera sombría.

Ante esa promesa, un pequeño dejo de confianza surgió en el corazón de Abril. Ellos conversaron un poco más de tiempo antes de que Gina se llevara a su hija. Habían conseguido la promesa de Sonia, así que habían obtenido lo que habían ido a buscar; lo único que necesitaban era unas cuantas lágrimas de Abril. Sonia no solo no la culpó por haber golpeado a la niña, sino que incluso sintió que había tratado injustamente a Abril. Además, incluso prometió que no dejaría que Roxana formara parte de la familia; en otras palabras, habían matado dos pájaros de un tiro.

—¿Esto son los modales que tienes? ¿Dejas a tus invitados parados en la puerta?

Roxana frunció el ceño y reprimió las emociones que surgían en su interior mientras se hacía a un lado.

—Entre, por favor.

Sonia se burló e ingresó al lugar, fue directo al sofá de la sala de estar y se sentó.

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