La verdad de nuestra historia romance Capítulo 161

Roxana sonrió mientras se disculpaba.

—Lo siento, pero últimamente no estoy de humor para eso.

Aunque ella lo rechazó de una forma amable, el caballero se sintió un poco decepcionado; sin embargo, se dio la vuelta y se marchó.

Por fin, ella había vuelto a tener la paz y la tranquilidad que tanto anhelaba. Justo cuando estaba a punto de recomponer sus emociones, escuchó de repente una voz familiar que la llamaba.

—¿Roxana? ¿Eres tú?

Al oír esa voz, Roxana levantó la mirada y vio a un hombre muy apuesto vestido con un esmoquin gris que la miraba desconcertado. En cuanto cruzaron sus miradas, a Roxana se le iluminaron los ojos.

—¿Leandro? ¡Qué casualidad! —pronunció con un tono de sorpresa.

Leandro Morales era un estudiante de último año que había conocido en el extranjero y, a nivel internacional, era una de las élites de la generación más joven. En aquel entonces, Leandro había ayudado mucho a Roxana cuando recién se había ido al extranjero; por lo tanto, tenían buena relación. Tiempo después, cuando regresó al país, había estado demasiado ocupada con los asuntos relacionados al instituto de investigación, así que nunca tuvo la oportunidad de contactarse con él.

Cuando Leandro se cercioró de que no había confundido a otra persona con ella, le sonrió y se acercó.

—Ha pasado mucho tiempo.

Roxana sonrió y asintió.

—De hecho, sí. ¿Cuándo volviste al país? ¿Por qué no te pusiste en contacto conmigo?

Leandro la evaluó y dijo:

—Hace quince días que volví. Pensé en llamarte, pero no quería molestarte. Después de no verte durante tanto tiempo, parece que has perdido peso. ¿Has estado ocupada con el trabajo en Chepa?

Roxana solo se limitó a sonreír.

—Se podría decir —respondió.

—Simplemente tuve suerte. Da la casualidad de que estaba en mi área de especialidad.

Leandro arqueó una ceja.

—Deja de ser tan humilde, ¿sí? No sé los demás, pero yo conozco tus habilidades como la palma de mi mano. Sin embargo, ahora que sé que fuiste tú quien lo curó, sigo estando muy impresionado.

—Me halagas demasiado, Leandro. —Roxana se rio.

Los dos conversaron con entusiasmo sobre la enfermedad de Alfredo y las áreas de especialidad de cada uno.

Cerca de allí, Luciano vio como un hombre se acercó a Roxana y se marchó unos instantes después. En cuanto la vio hablar de forma tan alegre con otro hombre, se le ensombreció la mirada y estaba tan disgustado que todos los que se encontraban cerca de él podían sentir el aura indiferente que emanaba.

Desde luego, Jonatan se dio cuenta de lo que ocurría y de la verdadera razón por la cual Luciano estaba disgustado.

—Luciano, ¿te gustaría ir allí y ver qué es lo que ocurre? —preguntó.

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