Tan solo en un instante, el ambiente entre los cuatro se puso tenso y la multitud fijó la vista en ellos.
Roxana frunció el ceño con incomodidad, ya que no quería interactuar con Luciano más de lo necesario así que, en su lugar, se dirigió a Jonatan.
—¿Qué lo trae por aquí, señor Quevedo?
Jonatan sonrió tras una sorpresiva pausa.
—No me parece muy educado haberla invitado y luego no prestarle atención, así que pensé en venir a conversar.
Luego de sus palabras, se quedaron en silencio y lanzó una mirada significativa hacia Luciano, pero él se mostró indiferente; era evidente que no tenía intención de aclarar el asunto. Por lo tanto, Jonatan no tuvo más remedio que asumir la culpa, tras lo cual Roxana sonrió levemente.
—No importa. De hecho, me encontré con Leandro aquí y, dado que nos vemos poco, tenemos que ponernos al día. Aunque aprecio su amabilidad, no es necesario que me entretenga.
Jonatan se puso nervioso ante la sutileza con la que ella lo estaba echando e intentó encontrar otra excusa para quedarse a conversar cuando el sonido de unos tacones que se acercaban atrajo su atención.
—Ahí estás, Luciano. —La voz de Abril sonó—. Tu madre te ha estado buscando; deberías ir a ver qué quiere.
Jonatan no tuvo más remedio que contener la excusa en la que había pensado. Luciano frunció el ceño, pero no se marchó de inmediato. Mientras, la mujer que estaba detrás de él ya había llegado a su lado y miraba fijo a Roxana mientras se acercaba. Esta última sintió náuseas al ver a la pareja junta.
—Parece que tiene asuntos que atender, no deje que lo entretengamos. —Luego de decir eso, le susurró algo a Leandro y ambos se dieron vuelta para marcharse.
De pie junto a Luciano, Abril le recordaba constantemente que Sonia lo estaba buscando y eso le impidió persuadir a Roxana para que no se marchara.
Abril sintió angustia al notar que su mirada se posaba en la mujer a la distancia. Presa del pánico, aumentó su recordatorio tanto en urgencia como en tono.
—La señora Fariña parece tener prisa. Será mejor que vayas a verla.
—¡¿Cómo es que pensaste eso?! —exclamó sarcástica—. ¿No estabas prestando atención? Su prometida estaba a su lado.
Leandro estaba a punto de hacer otra pregunta, pero Roxana dejó claro que no la haría tras cambiar de tema.
—Hablemos de otro tema. ¿Dónde estábamos? —Se refería al tema de conversación antes de la llegada de Jonatan.
Leandro cumplió sus deseos y no preguntó nada más. Luego, retomó la conversación sobre medicina desde donde la habían dejado. Como ambos eran líderes en la materia, pronto dejaron atrás los asuntos privados y se enfrascaron en un apasionante discurso.
Al principio, Roxana estaba resignada a pasar una noche aburrida en el banquete de cumpleaños, pero, después de todo, la aparición de Leandro hizo que el haber ido valiera la pena. No obstante, empezaba a ponerse nerviosa cuando notaba que, a pesar de ser las diez de la noche, el banquete no parecía estar por terminar.
Los tres niños en casa, en especial Ela, la esperaban despiertos. Las últimas noches, la pequeña solo había sido capaz de conciliar el sueño porque la había persuadido de hacerlo. En ese momento, podría tener dificultades para dormir si Roxana no estaba con ella. Ante ese alarmante pensamiento, se apresuró a terminar la conversación con Leandro y se puso de pie para despedirse de Alfredo.
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