Lorinda, una Dama Impostora romance Capítulo 6

Lorinda estaba muy nerviosa, sus palmas de las manos sudando frío. Justo entonces, una voz femenina seductora resonó: "Lucián, ya llegaron, pasen".

Carlota, vestida con un delicado vestido rosa claro y maquillada con precisión, salió de la villa.

Javier la miró de reojo, y se sorprendió al ver algunas similitudes entre Carlota y Lorinda. Se rio y dijo: "Lucián, Lorinda se parece tanto a Carlota, y ambas viven aquí. No serán hermanas gemelas, ¿verdad?".

Lorinda se quedó perpleja, pero antes de que pudiera explicar, Carlota la interrumpió: "¿Cómo podría ser posible? No es más que una simple sirvienta en nuestra casa, ahorró algo de dinero y se hizo una cirugía plástica con mi foto, está obsesionada conmigo".

Luego, miró a Lorinda con dureza: "¡La cocina está muy concurrida, así que apúrate ve a ayudar!".

Lorinda sintió una quemazón en las mejillas. No era la primera vez que Carlota la despreciaba de esa manera en frente de otras personas, pero por alguna razón, no quería que el hombre frente a ella la subestimara.

Asintió con la cabeza y se adentró en la villa rápidamente.

Detrás, podía escuchar a Carlota murmurar: "Lucián, ustedes no lo saben, pero esa mujer siempre ha sido muy codiciosa, siempre quiere arrimarse a los ricos. Si no fuera por la bondad de mis padres, yo ya la habría echado de casa..."

Al oír esto, la cara de Javier se oscureció, y se rio: "Señorita Neri, quizás estés equivocada sobre la cirugía plástica. Creo que tu nariz parece la que ha sido operada, ¿no?".

"¿Acaso no tengo manos para comer por mí misma?", Helena la interrumpió de golpe, hablando sin piedad. Carlota se quedó incómoda con la mano en el aire, las lágrimas casi caían: "Lo siento..."

El ambiente en la mesa se volvió frío. Delia, viendo cómo trataban a su hija, no se atrevía a ofender a Helena, así que tosió ligeramente y miró a Lucián con cautela.

El hombre puso su tenedor lentamente, su voz fría hacia Helena: "Si no quieres comer, puedes irte, no es necesario que te quedes".

"¡Me iré entonces! ¡Realmente ya quería irme!". Helena se levantó y fue hacia la salida, justo cuando Lorinda entraba con un tazón de sopa caliente. Cuando se percató de que Helena salía enfadada, ya era demasiado tarde para esquivarla, y las dos chocaron.

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