Jacob
Estoy contando hasta diez muy lentamente para tranquilizarme.
No tiene caso que me enoje y haga una escena solo porque una loba, otra vez, está extendida en mi cama ofreciendo sus servicios.
Hace unos años hubiera estado feliz de aceptar la invitación, pero últimamente mi lobo está inquieto. Kell, como groseramente se presentó conmigo cuando cumplí los 18 años, está intentando tomar el control para despedazar a esta hembra que no respeta nuestro espacio.
- No sé cómo entraste, no sé cómo entran todas pero por favor te pido que te vayas y que no vuelvas. - dije todo lo calmado que pude.
- Alfa, ha sido un día difícil ¿Por qué no vienes aquí y te quito la tensión de tus... anchos y poderosos... hombros? - dijo la loba acariciando su cuerpo con sensualidad.
Un escalofrío de repulsión me llenó el cuerpo. No podía creer que fuera la tercera vez en esa semana y ni siquiera era viernes.
- O sales de mi cuarto por tu propio pie o dejo salir a Kell y que sea él el que decida cómo sacarte. - Dije dejando que mi lobo saliera un poco en mis rasgos.
La loba se puso pálida, pues era bien sabido que Kell era un macho al que le importaba muy poco acabar con una hembra.
Rápidamente salió disparada de la cama y en un pestañeo me quedé solo en mi cuarto.
Lástima que no pasase mucho tiempo antes de que mi puerta se abriera nuevamente.
-¡Hola big J! ¿Cómo es que se llama la pequeña loba que me pasó como una exhalación? ¡Está buena!
Si, este tipo es mi mejor amigo Damián. Tenemos la misma edad y los mismos gustos, lo único diferente es que él se tiraría hasta una piedra si pudiera.
-¿Necesitas algo, Dam? - dije cortando la tontería que seguramente estaba por decir.
-¡Vamos JJ! Puedes compartir con tu hermano del alma... bueno, tampoco es para que pongas esa cara. Si la quieres para ti solo tenías que decirlo.
- Al grano, ¿Qué necesitabas?
-Oh, eso. Pues tu padre te mandó a llamar, dice que es importante, pero que no es urgente. Si estás ocupado, puede esperar. Está la sala del Consejo.
Solté un suspiro. Como futuro Alfa mayor de la manada Luna de Sangre tenía obligaciones 24/7 Por lo que este pequeño respiro que iba a tomar en forma de siesta iban a ser los 20 minutos de sueño que iba a conseguir hoy.
Seguí a Damián hasta la sala de Consejo que se ubicaba en la planta baja de la casa de la manada y esperé en la puerta mientras mi amigo me anunciaba.
- Alfa Gabe, mis disculpas, he traído al Alfa Jacob. - dijo con toda la ceremonia y protocolo ridículo que venía con su título.
- Gracias, Beta Damián. Puedes retirarte por el resto del día. Hoy al igual que ayer has servido bien a tu manada.
Mi amigo hizo una reverencia aceptando la despedida y se marchó dándome un pequeño guiño antes de irse.
- Hola padre, ¿Querías verme? - pregunté cerrando la puerta.
- Acércate cachorro, quisiera preguntarte una cosa. - dijo mientras cerraba el libro de contabilidad en el que había estado trabajando todo el día. - Dime, ¿Tienes planes para encontrar a tu mate?
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