Dalila.
Hoy nos hemos levantado más temprano que de costumbre. Mi madre dice que hay que estar "extra guapas" para que sea más fácil de entrar en esta manada.
Yo no quiero estar guapa, yo quiero dormir. No es que me cueste mucho estar presentable pues mi cabello rubio solamente necesita una pasada del cepillo, mi boca un chicle, mis piernas otro pantalón y! Boom! Sex symbol en camino.
Lamentablemente, la ex reina de belleza conocida como Susie alias mi madre piensa de otra forma.
Y manifestándose de las entrañas del infierno, digo, nuestra pequeña sala de estar entra a mi cuarto como un vendaval de Chanel no. 5.
- ¿Aún no estás lista? Debemos de darnos prisa para alcanzar nuestro autobús... ¿Qué demonios traes puesto? - Dice desconcertada.
Yo bajo la mirada para asegurarme de que todo está bien... y sí, sigue todo bien.
- Pues ropa, obvio.
La mirada que me da mi madre es a partes iguales de horror, incredulidad y resignación.
- Dalila, hoy es un día importante. No solo para mí sino para ti también. ¿Por qué te tienes que vestir como si fueras a trabajar en un basurero? ¿Quién dice que en esta manada no puedas encontrar a tu mate? Recuerdo cuando era joven y fui de manada en manada buscando a tu padre...
¡Y aquí está señoras y señores! La "pequeña" charla del mate.
A pesar de que ya casi cumplo 18 años, la edad en la que se supone que podemos transformarnos y encontrar a nuestra pareja destinada, en realidad no tengo prisa por encontrarlo.
Mi madre desde muy pequeña me ha dicho la importancia del mate y de la continuidad de nuestra especie.
Quedan solo 10 manadas en todo el mundo y alrededor de 1000 hombres lobo la última vez que hicimos un conteo.
Nada como tomar pésimas decisiones para llegar al borde de la extinción.
Hace cerca de 1250 años un lobo se encontraba vagando por el bosque cuando escuchó el llanto de un bebé humano.
Extrañado corrió hacia la fuente del sonido y se encontró en un claro. Se aproximó con cautela al bebé y ahí lo sintió. No estaban solos.
Del otro lado del claro emergió una figura humanoide vestida con ropajes negros. No podía distinguir sus rasgos, pero conforme se acercaba al bebé pudo sentir su intención de dañarlo.
El lobo no dudó en interponer su cuerpo entre el pequeño y el desconocido lanzando un gruñido de advertencia.
La figura no detuvo su trayectoria y sacó de entre las mangas de ropa un cuchillo de aspecto filoso.
El lobo volvió a gruñir con más fuerza; sin embargo, el extraño no se detuvo. Al contrario, comenzó a acercarse más rápidamente.
El lobo atacó, pero no fue rival para el cuchillo. El extraño lo golpeó en el hocico con una mano y con la otra enterró profundamente el objeto en su abdomen.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi Hermanastro es mi Mate