¿Mi hijo es tuyo? romance Capítulo 144

Cuando Anastasia estaba por salir del trabajo, su teléfono de la oficina comenzó a sonar y ella extendió el brazo para contestar la llamada. 

—Buenas tardes. 

—Nos vemos en el estacionamiento en 10 minutos —ordenó Elías de forma breve antes de terminar la llamada. 

Anastasia observó el teléfono boquiabierto, pues nunca pensó qué se dirigiría a casa en el auto de Elías. Pero tomando en cuenta que su única opción era tomar un taxi, pensó que sería mejor guardar dinero al irse con él. Y así, luego de 10 minutos, Anastasia tomó su bolso y corrió hacia el estacionamiento donde un sedán negro la estaba esperando. Después de abrir la puerta del asiento copiloto y subir al auto, Elías se dirigió hacia la salida y dijo: 

—Primero recogeremos a Alejandro y luego iremos al supermercado a comprar algunos ingredientes antes de ir a casa. 

—De acuerdo —respondió Anastasia.  

No era como que tenía la seguridad de responder otra cosa. Si Elías era el único motivo por el cual su padre tenía éxito, ¿qué lugar había para su opinión? Lo único que podía hacer era su mejor esfuerzo para pagarle a Elías. 

—Últimamente ha habido problemas graves con los fondos de la empresa de tu padre —dijo Elías mientras giraba el volante con elegancia mientras mantenía sus ojos en la carretera—. Si no tuviera el proyecto, necesitaría pedir la ayuda de muchas personas. 

Al escuchar eso, Anastasia sintió que le apretaba el corazón. Ella ya sabía que, al tener la empresa, significaba que su padre tendría que pedirles cosas a muchas personas. Sin embargo, una sola palabra de Elías había salvado al padre de Anastasia de prietos muy grandes y evitó que tuviera que humillarse frente a los demás. 

—Gracias —dijo Anastasia desde el fondo de su corazón mientras observaba a Elías con sinceridad. 

—A penas tuve que levantar un dedo —dijo Elías mientras alzaba una ceja ligeramente. 

Así era el encanto del poder. Mientras otros tenían que rogar, él solo tenía que decir una sola oración. 

—Como sea, estoy agradecida de que ayudaras a mi padre. 

—Mientras más crezca su empresa, más necesitará proyectos para mantenerla viva. No te preocupes, no dejaré que nada le suceda —dijo Elías con una voz profunda, poderosa e hipnotizante. 

—Tú serás quien se haga cargo de la empresa de tu padre en el futuro, ¿no es así? —dijo Elías, acertando con una sola oración. 

Anastasia lo ignoró al no decir nada. Lo pensaría cuando llegara el momento. ¿Qué tal si terminaba vendiendo la empresa cuando estuviera en sus manos para entonces? 

Una vez en la entrada de la escuela, Anastasia se dirigió adentro para recoger a su hijo. Elías se quedó en el auto y observó la entrada de la escuela fijamente. Se sentía como un padre esperando a su hijo. Él no había visto a Alejandro desde hace algunos días y lo extrañaba demasiado, justo como si él fuera su hijo de verdad. Poco después de eso, observó la escena conmovedora de madre e hijo saliendo de la escuela. La mujer era delgada y hermosa, mientras que el niño era sensato y tierno. Era algo lindo de presenciar. En ese momento, Elías abrió la puerta del auto y salió. Cuando Alejandro lo vio, el pequeño soltó la mano de su madre y corrió hacia Elías mientras gritaba con emoción: 

—¡Señor Palomares! ¡Señor Palomares! 

Anastasia observó a su hijo boquiabierta.  ¿Por qué a Alejandro le agradaba tanto Elías? 

Mientras tanto, Elías extendió sus brazos hacia abajo y cargó a Alejandro. El pequeño estaba sonriendo con alegría mientras estaba sentado en el hueco de sus brazos fuertes. Para Alejandro, no había nada que anhelara más que un padre fuerte y dominante; y Elías cumplía con todo lo que él se imaginaba que sería un padre. 

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