—Entra. Vamos a ir al supermercado.
Mientras Elías ponía a Alejandro en el asiento trasero, de pronto pensó en que necesitaría una butaca de seguridad instalada para que fuera más fácil para él recoger a Alejandro en el futuro.
Luego de que los tres regresaran al auto, se dirigieron a la zona del centro comercial cercana, en donde tuvieron mucho tiempo para detenerse porque seguía siendo temprano. Una vez dentro del supermercado, Alejandro se sentó en el carrito de compras que Elías empujaba mientras que Anastasia estaba a cargo de elegir los ingredientes para la cena. Ella se sentía un poco ávida esa noche, así que eligió algo de cerdo, camarón y algunas verduras.
—¡Vaya! ¡Qué hermosa familia! —comentó alguien de repente mientras Anastasia elegía las verduras.
Al girar su cabeza, vio a dos mujeres jóvenes que los observaban desde cerca. Al notar que Anastasia las veía, ambas se retiraron con vergüenza al ser descubiertas. Luego, Anastasia observó a Elías y a su hijo y entendió por qué aquellas mujeres habían malinterpretado la situación, pues sí que parecían una familia de tres que había ido de compras.
—Vámonos. Ya terminé —dijo Anastasia después de terminar de elegir verduras.
Por supuesto, Elías se había percatado de la situación también y las comisuras de sus labios se alzaron. Para él, era un sentimiento agradable. Después de terminar las compras, Elías manejó hasta la entrada del vecindario y se estacionó. En cuanto Anastasia juntó las bolsas de las compras que había hecho, Elías se las quitó mientras decía:
—Yo las cargo.
—No hace falta. No están pesadas.
Anastasia no quería que la ayudara. Sin embargo, Elías se las quitó con tenacidad y esto provocó que ella lo observara a su hijo boquiabierta, quién también estaba feliz de que Elías tomara su mano. Ahora que ella se sentía algo avergonzada, dio largos pasos para mantener su distancia de ellos para que los vecinos no pensaran que eran una familia.
De vez en cuando, Anastasia entraba y salía de la cocina y veía a Elías viendo televisión con su hijo un momento y en otro los veía jugando en la habitación de Alejandro. Parecía que no resultaba tan malo tener a Elías en casa. Al menos, podía hacerle compañía a su hijo. A veces, lo que Anastasia más temía era que ella y su hijo carecieran de la influencia de un hombre en sus vidas. Ahora que Elías estaba ahí para acompañar a Alejandro, se dio cuenta de que era algo bueno.
—¡Hora de cenar! —dijo Anastasia después de tocar la puerta de Alejandro y quitarse el delantal cuando por fin terminó la cena.
—¡Son todos mis platillos favoritos! —dijo Alejandro después de salir corriendo y ver toda la comida en la mesa.
En ese momento, Elías también tomó asiento. A Alejandro le encantaba las natillas de huevo, tanto que comía con mucho entusiasmo, lo cual hizo que Elías no se resistiera al ver la escena tan adorable del pequeño comiendo con tanta emoción. Y ahora, también había descubierto que Anastasia era excelente en la cocina. El cerdo que había preparado era suave; tenía buen sabor pero no era grasoso y, a pesar de ser un poco picante para su gusto, podía seguir comiendo sin problema. Era demasiado delicioso. Anastasia había preparado algo de arroz para acompañar al cerdo, pero no comió mucho porque temía ganar peso. En lugar de eso, ella masticó despacio antes de tragar sus bocados. Por otro lado, Elías era bastante elegante, pero no dejaba de dirigirse a la cocina por más porciones de arroz.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?
Montar más capitulos, gracias...