—Alejandro, ¿en dónde está tu mami?
—Ella tenía otra cosa que hacer.
Así, el hombre llegó a la conclusión de que Anastasia simplemente tenía que hacer horas extras en el trabajo, y por eso había llevado a Alejandro a la oficina, y luego le pidió a Elías que lo llevará hasta su casa; estaba seguro de que esa era la verdad. Sin embargo, en ese momento, Anastasia estaba en un taxi en camino al evento de su padre.
La empresa de su padre no era un gran establecimiento, por lo que la celebración se llevó a cabo en un hotel de 5 estrellas; los asistentes tampoco tenían que pasar por la molestia de registrarse antes de entrar al lugar, ya que Anastasia leyó un cartel que decía:
«Asistentes a la cena de la Constructora Torres, por favor, diríjanse directamente al tercer piso».
En cuanto Anastasia salió del elevador, siguió la señal y llegó a una sala decorada con numerosas mesas y sillas, ahí, vio a su padre de pie junto con otros hombres, se veía radiante y alegre, parecía estar de buen humor mientras levantaba su copa y hablaba con quienes lo rodeaban.
—¡Padre! —Anastasia se acercó y lo saludó con entusiasmo.
—¡Hola! Ella es mi hija mayor, su nombre es Anastasia. —Al verla, Franco le presentó a los hombres que estaban con él.
Uno de ellos no pudo evitar hacer un cumplido.
—¡Torres, eres demasiado afortunado por tener una hija tan guapa!
—No solo es su aspecto, sino también he escuchado que es una mujer muy capaz —comentó otro hombre.
Anastasia no pudo evitar sentirse un poco avergonzada al escuchar eso, pues parecía que su padre la había mencionado con frecuencia con sus amistades, no obstante, se sentía feliz por hacer sentir orgulloso a su padre.
—Buenas noches —saludó y sonrió.
Al tiempo, Franco revisaba el pasillo, parecía que estaba buscando a alguien. Justo en ese momento, un vigoroso joven vestido de traje entró a la recepción y rápidamente, el hombre lo llamó:
—¡Mario, ven aquí!
Mario Salcido estaba entre sus 28 y 29 años de edad, estaba claro que tenía menos de 30. De él, emanaba una vibra juvenil y al oír que su jefe lo llamaba, se acercó de inmediato. En ese instante, miró a Anastasia, quien se giró para verlo y quedó completamente asombrado.
—Señorita Torres, ¿le gustaría beber algo?
Por el contrario, a él, Anastasia mantuvo la calma y la compostura y simplemente acompañó a Mario hasta una mesa y sonrió.
—Señor Salcido, puedo servirme algo yo misma, usted debería hacer sus cosas.
Mario había sido entrenado personalmente por Franco para que se convirtiera en su mano derecha, este último hasta le dio uno de los puestos más importantes dentro de la empresa, el cual estaba en el área de finanzas. Aquella noche, Franco tenía la intención de que Mario y su hija mayor se conocieran, para que, en el futuro, cuando Anastasia se hiciera cargo de su negocio, no le resultara tan complicado al tener a Mario como esposo. El hombre había tenido muchos problemas pensando en cómo mantendría su empresa a flote si no tenía un hijo heredero, por lo que pensó que lo mejor sería que Mario se convirtiera en su yerno.
—Señorita Torres, su padre la ha mencionado en diversas ocasiones, me contó que usted es diseñadora de joyas en un estudio, y que usted es una joven con mucho talento. —Mario parecía estar un tanto avergonzado, y al mismo tiempo ansioso porque estaba hablando con la mujer de la que se había enamorado a primera vista.
—Solo soy una diseñadora, usted es el que es increíble —dijo Anastasia con educación, dado que era un empleado muy importante para su padre.
—Me halaga mucho, señorita Torres. Es solo que el señor Torres tiene una muy buena opinión de mí y por eso me dio el puesto —respondió Mario con humildad.
Anastasia se giró para observar al resto de los invitados, pero Mario no puedo evitar mirarla fijamente, cada uno de sus movimientos parecían quedarse grabados en su corazón, como si realmente se hubiera enamorado de ella a primera vista.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?
Montar más capitulos, gracias...