¿Mi hijo es tuyo? romance Capítulo 198

—Mi estómago me duele. ¿Tienes comida? —preguntó Elías levantando su cabeza. De tanto beber alcohol esa noche, su estómago, acostumbrado a alimentos integrales de alta calidad, no podía soportarlo. 

—Espera. Te cocinaré unos fideos. —Después de decir eso, Anastasia de dirigió a la cocina. 

Sentado en el sillón, sonrió cálidamente mientras observaba a la persona ocupada en la cocina. Sin importar lo que dijera, ella se preocupaba por él. Solo no quería admitirlo. Después de diez minutos, Anastasia apareció con un plato de fideos, los cuales eran bajos en sodio. Eso era algo que cocinaría para su hijo, pero ahora lo usaba todo para alimentar al hombre. Al acercarse, Elías se los comió sin dudarlo.  

Al ver al hombre bajo la luz, era aún más evidente que el rostro de Alejandro se parecía al de él. 

«¡Alto! ¿Qué tonterías estoy pensando? Solo tienen rasgos similares, es todo». 

Mientras Elías comía los fideos, Anastasia se fue a limpiar su recámara. De pronto, su corazón se aceleró al darse cuenta que ya eran las nueve de la noche. 

«¡Oh, por Dios! ¡No he ido por mi hijo!». 

—Elías, tendrás que irte después de comer. Necesito ir por Alejandro —instó Anastasia. 

—Le puedo pedir a Ray que vaya por él. No es seguro que salgas sola por la noche —respondió Elías pronto. 

—¿No está el padre de Ray hospitalizado? 

Ante ese hecho, Elías se detuvo por unos segundos antes de decir: 

—Le pediré a mi guardaespaldas que vaya por él. 

En ese mismo instante, el teléfono de Anastasia sonó.  

«¿Miguel me llama?».  

Al contestar dijo: 

—Hola, Miguel. Iré ahora mismo por Alejandro. 

—No es necesario. El pequeño travieso se durmió aquí. Deja que se quede en mi casa. —Al otro lado del teléfono Miguel río, visiblemente contento de que el niño le acompañara. 

—¿Qué? ¿Ya se durmió Alejandro? No me gustaría ser una carga. 

—No pasa nada. ¡Solo déjame intentar ser su padre y dormir con él por una noche! 

La verdad era que Miguel quería que eso pasara. No fue hasta después de un largo rato que Anastasia finalmente aceptó. 

—De acuerdo. Dejaré que Alejandro se quede a dormir solo por una noche. Lo recogeré mañana a primera hora. 

—Claro. ¿Terminaste de trabajar? ¿Estás afuera o en casa? 

—Tendré que pedirte la molestia entonces, Miguel. Iré a bañarme ahora, así que colgaré primero. 

—De acuerdo. No olvides pensar en mí. 

—Lo haré. Te invitaré a comer la próxima. 

—¡De acuerdo! Lo esperaré con ansias. 

—Bien. Adiós. —Anastasia colgó después de eso y empezó a disfrutar de la fresca brisa en el balcón, cuando, de repente, una voz ronca y fría apareció detrás de ella. 

—¡Alguien se la ha pasado muy bien con Miguel! 

Se volteó para ver al hombre que se había aparecido de pronto en el balcón y alzó su ceja. 

—¿Te terminaste tus fideos? 

—Sí. 

—¡Entonces será mejor que te vayas! Ya es tarde. Ah, y no voy a ir por Alejandro esta noche porque se quedará a dormir en la casa de Miguel. 

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