¿Mi hijo es tuyo? romance Capítulo 199

—¿Eso quiere decir que dormirás sola esta noche? —Una mirada pícara apareció en la mirada del hombre. 

Al instante, Anastasia se puso alerta mientras lo miraba y preguntaba: 

—¿A qué te refieres? 

—A nada. Es solo que quiero dormir en tu cama. 

—No pruebes tu suerte. Vuelve a tu propia casa a dormir. Si no, te prohibiré que vuelvas a comer aquí. 

—Tu papá se miraba muy feliz esta noche, pero solo faltan tres meses para que se haga cargo de su empresa. Si quieres que tu padre siga viéndose así de feliz en el futuro, déjame dormir aquí por esta noche —dijo Elías con crueldad mientras observaba las luces a lo lejos. 

Anastasia, por su parte, no podía creer sus palabras y quedó helada por un segundo. 

—Esta vez la oposición es muy fuerte. Si no interfiero, nadie tendrá la habilidad de salvar la compañía de tu padre. Tal vez tu padre puede ir pidiendo favores y usando sus conexiones, pero eso no cambiará el destino de que su empresa sea arrebatada al final. 

Sintiendo como si toda la energía hubiera abandonado su cuerpo, Anastasia se encontraba en un dilema. No quería que nada le pasara a la compañía de su padre, pero tampoco quería suplicarle a Elías. 

—Quizá mi papá tenga más suerte, quizá su compañía… —Anastasia no pudo seguir, pues, sabía que la suerte de su padre era en realidad Elías ayudándole fuera de escena. 

—Anastasia, ¿crees que sería mejor para tu padre ir a rogar a alguien más o crees que sería mejor que tú me rogaras en su nombre? —Con la voz cada vez más ronca, Elías continuó—: Aunque no esté obligado a hacerlo, estoy muy dispuesto a ayudarlos a ti y a tu padre. 

Al oír eso, Anastasia solo podía ver las luces de la ciudad y tuvo la repentina sensación de que ni siquiera el cielo era tan grande para sus problemas.  

«¿Cómo habían llegado las cosas a ese punto?».  

El hombre al cual menos querría rogarle resultó ser el que podía resolver todos sus problemas. Al final, todo se debía a que no era lo suficientemente dura, pero tampoco quería ver a su padre ir por ahí mendigando a la gente. Anastasia se mordió el labio y miró a Elías. 

—¿Quieres dormir en la cama de mi hijo o en la mía? 

Con una sonrisa, el hombre dijo finalmente: 

—En tu cama. 

«¡Este hombre malvado! ¿Por qué activó el altavoz?».  

Como el teléfono estaba en las manos de Elías, no podía recuperarlo aunque quisiera.  

—No es necesario. Miguel, ve a dormir. ¡Buenas noches! —Anastasia solo quería terminar la conversación lo más pronto posible. 

—No puedo dormir. Estoy pensando en ti, ¿sabes? —Miguel aún no se daba cuenta que sus coquetas palabras estaban siendo escuchadas por un tercero. 

—Miguel… ¡Miguel, deja de hablar ahora mismo y ve a dormir! Voy a colgar ahora. 

Sin embargo, Miguel comenzó a actuar de forma mimada. 

—Entonces cántame una canción. Puede ser una canción infantil que cantes a Alejandro para que se duerma. Si lo haces, entonces dormiré. Si no, no lo haré. 

La expresión de Elías se volvió fulminante ante esas palabras, mientras que el rostro de Anastasia se puso rojo como un tomate. ¿Por qué le tenían que pasar cosas así? 

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