October full moon romance Capítulo 20

FERIA

—¡Nish! —la voz de Max me hace ponerme rígida de inmediato. Me remuevo de mi cama y abro los ojos un poco soñolienta.

—¿Qué quieres? —recordé lo de ayer, su trato.

—Necesito hablar contigo. Anoche no pude decirte nada porque cuando vine ya estabas dormida —comentó, se notaba un poco preocupado.

—¿Qué cosa? —al parecer queríamos actuar como si nada de lo de ayer había pasado. En parte lo agradecí porque me sentía con algo de vergüenza. Si Max quería actuar así entonces yo también. Y podía hacerlo mucho mejor.

—Es sobre Emma.

En cuanto dice eso me reincorporo, sentándome en la cama. Era sábado, pasadas las diez de la mañana. Sí que había dormido mucho hoy.

—¿Qué pasa con ella?

Max suspira profundo para después contarme:

—Anoche la encontré en el parque escribiendo en su diario, me desconcertó un poco lo que leí así que la seguí a su casa. Nish, su padre le pega —confesó. Fruncí mi ceño sin entender mientras que un escalofrío recorría mi cuerpo— Como lo oyes, el padre la trata súper mal. Creo que por eso Emma es un poco tímida y recluida. El padre la tiene así. Le dice cosas horribles.

Me llevé una mano a la boca sin poder creérmelo. No podía ser que el padre de Emma le pegara. ¿En donde estaba la madre?

—Max, ¿cómo es eso posible? ¿Y su madre?

—No lo sé, creo que la madre no vive con ellos. El padre es un alcoholico resentido. Tenemos que sacarla de allí, ¿no crees? —Max en realidad se veía preocupado y ha decir verdad era la primera vez que lo veía así. Era un gran avance, me sentía más o menos orgullosa de él por actuar de esa forma.

—Claro que la tenemos que ayudar —tomé mi celular y lo encendí. Emma era tan frágil que no se merecía eso.

—Hoy tienes la pijamada en casa de Jinni, ¿por qué no la invitas?

Lo miré.

—Solo acepté ir a esa pijamada solo por ti, en realidad ganas de ir no tengo —admití.

—Puedes invitar a Emma para que se distraiga, ¿no crees?

Lo pensé: Emma jamás salía con amigas porque creo que no tenía, su padre le estaba pegando y ella de seguro estaba triste y pasándola mal.

—Está bien —acepté— Pero no creo que el padre la deje —salí de la cama mientras enviaba un mensaje a Loren:

¿Puedo llevar a Emma a la pijamada?

Me dirigí al baño y cerré la puerta tras de mi, necesitaba orinar. Me senté en el retrete y a los segundos me llegó la respuesta de ella:

¿Emma? ¿Por qué ella? Es rara.

Así que le respondí:

Es mi amiga. ¿Puede ir o no?

Necesitaba una respuesta coherente de inmediato. Si Loren decía que no entonces yo tampoco iba a la pijama y mejor invitaba a Emma a mi casa para estar juntas las dos. Quizás le pida el número de teléfonos de su mamá  a mi madre y hable seriamente con ella. Imagino que ella no sabe lo que su ex esposo le hace a su hija. ¿Pero por qué Emma se queda callada y no dice nada?

Loren me respondió después:

Esta bien. Las esperemos allá.

Me subí el pantalón de pijama y salí del baño. Max estaba de brazos cruzados viendo por la ventana, esperándome.

—¿Qué decidiste? —me miró.

—Loren dijo que Emma podía ir a la pijamada. Solo quedaría ir con ella y decirle.

—Está bien.

El timbre de casa es tocado varias veces abajo, si seguían tocando así era porque mamá no estaba y ya hubiera abierto. Bajé las escaleras rápidamente y me dirigí a abrir la puerta: era Dalton.

—Dalton, ¿qué haces aquí?

—Buenos días, Nish, ¿cómo estás hoy? Es un buen día para salir, ¿no crees?

—¿Salir a donde? —fruncí el ceño.

—Hay una feria cerca del lago, ¿vamos? No seas amargada y dime que sí —me pidió.

—¿Qué? Dalton, ¿te sientes bien?

—Por supuesto, estoy muy bien.

Max bajó segundos después y se posicionó a la par mía de brazos cruzados.

—¿Y éste que quiere? —preguntó Max en tono de molestia.

—Ni siquiera sabía nada de esa feria —me sobé la sien.

—Está desde antier, vamos, no seas mala onda —junta sus manos en modo de suplica.

Lo pensé: mamá no estaba así que pasaría todo el día sola, bueno, con Max, pero ha decir verdad quería salir un poco a distraerme. Tenía años de que no iba a una feria en el lago. Habrán muchas cosas, muchos juegos. Imagino que han de estar los de la preparatoria y también los de la universidad. Pero mi mente estaba pensando en Emma.

Y fue así cómo se me ocurrió una idea.

—Iré, pero con una condición.

—¿Cuál?

—Llevaré a Emma.

—¿Qué Emma? —frunció el ceño.

—Es una amiga, ¿sí o no?

Dalton lo pensó y lo pensó.

—Está bien, no hay problema.

—Bien, iré a bañarme y luego nos vamos. Quédate aquí, ¿esta bien?

—Está bien, Nish —Dalton elevó sus manos en forma de paz para después sentarse en el sofá. Yo me dirigí escaleras arriba en busca del baño.

Cuando estuve lista bajé, Dalton estaba con su teléfono celular mientras que Max lo observaba atento.

—Estoy lista.

Los dos se ponen de pie.

—Vamos entonces —salimos de casa, afuera estaba un auto color blanco. Estaba más o menos.

—¿Es tuyo? —quise saber.

—Mi mamá me lo prestó solo por hoy. Le dije que saldría con una chica y ella no vio conveniente que viniera en mi bici —murmuró, me dio ternura por él.

—Ridículo —comentó Max. Le di una mirada de reproches mientras me subía al asiento copiloto. Max se sentó en los de atrás y Dalton al principal. El chico encendió el coche y arrancó.

—Te daré la dirección de la casa de Emma.

—Está bien.

Fui guiando a Dalton hasta llegar frente a la casa de Emma. La miré por la ventana de cristal que estaba limpiando la casa desde ya.

—¿Me acompañan? —cuestioné sin pensar.

—Te acompaño —respondió Dalton— pero solo estoy yo.

Los tres salimos del auto, caminando a la entrada. Dudé un poco al tocar la puerta pero después lo hice. Segundos después Emma abre y se sorprende al vernos. Lleva ropa holgada, sus lentes y una escoba en la mano.

—Hola, Emma —la saludé con una sonrisa. Ahora entiendo por qué usa ropa grande, quizás porque no quiere que veamos las marcas que su padre le ha de dejar. Me da rabia el solo hecho de pensar que se aproveche así de ella.

—Nish, ¿que haces aquí? Y con tu amigo —vio de reojo a Dalton.

—Soy Dalton, a ti ya te he visto. Eres la que se mantiene siempre en la biblioteca —la señaló recordando. Emma rodó un poco los ojos.

—Quiero invitarte a ir a una feria en el lago y después a una pijamada —le dije.

—¿A mi? —se señaló.

Asentí.

—Ella no puede ir —un hombre alto y demacrado aparece detrás de ella.

No me va a intimidar.

—¿Por qué no? —me crucé de brazos— Su madre me ha mandado por ella.

El padre duda.

—Ella no me ha dicho nada.

—Pues qué raro, pero es muy amiga de mi madre y ella me ha dicho. Quiere que Emma pase conmigo hoy, y dijo que mañana temprano ella misma la trae a casa —mentí— Y que además de eso si no me cree a mí ella misma tendrá que venir hasta aquí y revisar a Emma.

—¿Cómo que revisar? —el hombre se acercó más a la puerta.

—Eso. Revisar su closet para buscar un lindo bañador e ir al lago. Emma necesita un poco de sol en su piel, ¿no cree?

Emma no decía nada y Dalton tampoco. La madre de Emma era jueza así que el padre le debería de tener miedo. Por su reacción lo pude notar.

—Bueno, tendré que llamar a su madre entonces —empecé a desbloquear mi celular.

—Espera —me dice el tipo desagradable— Emma, ve por tus cosas por favor. Mañana temprano que venga tu madre hablaré con ella.

Emma asiente mientras se va a su habitación. El hombre nos da una última mirada para después irse hacia donde creo que está la cocina.

—Bien hecho, Nish —me dice Max con una sonrisa.

—No entendí —dijo Dalton— Ese hombre es raro.

—Vamos al auto, esperemos a Emma allí.

Cuando Emma bajó y se subió al coche me dio las gracias por haber hecho eso por ella. Es obvio que ella no me va a decir que su padre le pega por miedo o por vergüenza. Pero cuando Dalton arrancó y nos dirigimos al lago, ella se sentía un poco más en confianza con mi amigo. Ellos dos hablaban de algunos cómics y bla bla bla. Al parecer tenían ciertas cosas en común. Y me pareció que ellos dos harían bonita pareja.

Cuando llegamos a la feria nos bajamos. Estaba lleno de adolescentes. El lago estaba radiante por el sol, habían algunos bañándose y otros lanzándose del muelle. Hasta ahora no había visto a nadie conocido.

—¿Y donde será la pijamada, Nish? —quiso saber Emma.

—En casa de Jinni —respondí. Pero necesitaba que ella estuviera con Dalton.—¿Me esperan aquí? —les dije a los dos— Iré a saludar a alguien. Ustedes diviértanse mientras vuelvo.

Le hice una mirada a Max de que me siguiera, estando un poco lejos me quedé detrás de unos algodones de azúcar solo observando.

—¿Qué hacemos ahora? —me inquirió Max.

Me llevé el celular a mi oreja.

—Dejémoslos solos unos momentos —respondí.

—¿Quieres un algodón de azúcar? —me pregunta el vendedor.

Ya qué.

—Está bien —saqué el dinero y le pagué. Empecé a comer el algodón de azúcar en color rosa mientras le ofrecía a Max, éste me había dado una mirada de reproche que me hizo reír un poco. Emma y Dalton jugaban a derribar alguna cosa con una pistola de juguete para poder ganar un premio. Dalton le enseñaba a Emma. —Se ven bien juntos —le dije a Max.

—Ya lo sé, al menos Emma tiene algo de felicidad, ¿no crees?

—Sí, ella merece ser feliz —suspiré profundo.

Habían muchas parejas aquí, juntos, tomados de la manos, haciendo actividades juntos. Y me dio un poco de nostalgia porque yo no tenía eso. Y en el fondo lo anhelaba. Al menos Emma estaba en las mismas con Dalton. Ellos dos eran un poco parecidos. Mi vista cayó en el lago, en las parejas bañándose. El sol estaba radiante que algunos rayos se reflejaban en las calmas aguas del lago, haciéndolo parecer brillante. Algunas parejas se besaban y bla bla bla. Miré a Max a la par mía, miraba lo mismo que yo.

—¿Vamos al lago? —me había pedido.

Iba a responder que sí, pero luego me arrepentí porque de nada servía ir si él y yo no podíamos estar como los demás. Siempre tendría que usar mi celular, que por cierto me lo había regresado el oficial esa misma tarde, para poder hablar con él. Y no quería ilusionarme con Max, de verdad que no. Estaba empezando a sentir cosas que no podían ser. Yo sería la más afectada cuando él... cuando él se vaya para siempre.

Seguí comiendo mi algodón de azúcar con un poco de tristeza. Cuando me sentía triste me gustaba comer cosas dulces. Solo en ese momento.

—Es que no quiero perder de vista a Emma —me negué, esperando que no se sintiera mal.

Emma y Dalton habían ganado un oso de peluche. Desde aquí podía ver que Emma estaba sonrojada. Ahora ellos me vieron y se dirigieron a mi.

—¿Se divierten? —les pregunté.

—Sí, Emma ganó un oso de peluche. Ahora vamos por unos helados, ¿vamos?

—Está bien.

—Iré al lago un momento —me dice Max— Ya vuelvo.

Asentí un poco dudosa.

Al llegar al carrito de helados Dalton compró tres. El mío era de chocolate, el de Emma era de vainilla y el de Dalton de limón. A lo lejos podía ver a Max mientras comía de mi helado. Me dio tristeza porque estaba solo lanzando piedras al lago. Me dio lástima por él.

—Chicos, iré al lago un momento —les avisé, empecé a caminar hasta llegar a la par suya.

—¿Te apetecería bañarte? —le pregunté.

Se sorprendió al verme allí.

—Ni la sentiría —respondió— Me siento muy mal. Siento que cuando estaba vivo no disfrutaba de nada de lo que había a mi alrededor. No disfrutaba de este lago, no disfrutaba de la naturaleza que nos rodea. Y ahora que estoy muerto empiezo a notar las pequeñas cosas. Pequeñas cosas que desearía haber disfrutado antes. Pero hasta cuando pasan cosas malas es hasta cuando empiezas a extrañar las buenas. Es como cuando pierdes algo valioso de tu cuerpo: la vista, un brazo, una pierna. Cuando las tenías no les dabas el valor que se merecen, y cuando la pierdes solo desearías volver a tenerlo. Sin importar ese defecto que en su momento veías.

Me quedé pensativa ante lo que había dicho, me había dejado pensando.

—Tienes razón —tomé la mano de Max y entrelacé la mía con la suya— Tenemos que apreciar lo que tenemos mientras lo tenemos. Porque nada ni nadie es eterno. Y me da gusto que este momento estés conmigo, Max —le dije de todo corazón.

Max sonrió de lado, se miraba un poco aliviado.

—Y agradezco estar contigo en todo esto. Agradezco que me enseñes cosas que antes eran irrelevantes para mi, Nish.

Le sonreí.

Mientras Dalton y Emma pasaban una linda tarde juntos, Max y yo hacíamos lo mismo, pero a nuestra manera.

PIJAMADA

Regresamos a casa, la tarde había sido especial, el hecho de que Max había hecho su primera acción buena y de corazón me llenaba de paz, él estaba cambiando, se estaba transformando en el hombre que siempre imaginé tener. No podía negar que me estaba enamorando de él, todo el tiempo que hemos convivido juntos ha hecho una unión fuerte, tan solo se puede ausentar un poco y ya lo extrañaba, sé que todo lo que sentía era una arma de doble filo, pero no podía restringir mis sentimientos, al menos estando conmigo tenía que valorar ese tiempo.

Emma venía en el asiento delantero con Dalton hablando de cosas que tenían en común, mientras que yo venía en el asiento trasero recostada al brazo de Max. El venía acariciandome el cabello y parte de mi rostro. Dalton era un poco cursi que todo el camino venía poniendo música romántica. En el fondo también me sentía feliz por Emma, verla sonreír, verla contenta. Eso no tenía precio y saber que en la universidad la tienen como rara, tan solo es una chica que ha tentado la mala suerte de convivir con una escoria de padre, pero ella hoy brillaba más que la luna.

Llegamos a mi casa, Dalton seguía hablando con Emma a una distancia muy cercana. Max y yo salimos del auto para esperar a Emma que terminara de hablar con Dalton. No pasaron muchos segundos cuando ellos dos comenzaron a besarse. Max me codeó lanzándome un beso al aire.

—Deberíamos de besarnos también, Nish, ¿no lo crees?—me decía Max levantando una ceja en forma coqueta.

Me tapé la boca con el puño y comencé a reír en silencio. En el fondo obvio quería besar a Max, pero parecería una loca frente a ellos.

Emma se despide de Dalton, al parecer la noche fue más de ellos.

—¡Emma! Que bien te ves, parece que la compañía de Dalton te ayuda.

—No puedo mentirte, Nish, toda mi vida la he pasado encerrada y marginada por mi padre, siempre quise tener un novio, pero él jamás me lo permitió y ahora que pasan estas cosas me emocionan tanto, además Dalton y yo somos casi iguales. Nuestros gustos musicales, de arte, en películas e incluso en comidas. Nada de esto hubiera sido posible sin ti, eres mi mejor amiga.

Nos dimos un cálido abrazo y a espaldas de Emma le hice seña a Max de aprobado con mi pulgar, después de todo en realidad el era quien se llevaba el mérito por haberme contado lo mal que la pasaba Emma y lo que podíamos hacer por ella.

—Vamos, entremos que ya pronto nos iremos a la casa de Jinni.

Estábamos frente a la casa de Jinni, estaban dos autos, uno parecía que era de Loren y había otro lujoso que supuse que era de Daphne. Me sentíria incómoda si en verdad era ella, Emma la había pasado bien como para que Daphne intentara hacer algo malo con ella. Esta vez no se lo permitiría.

Me preocupaba un poco qué dirían ellas de Emma porque también no se puso pijama y en sus brazos y piernas se le notaban las marcas, moretones que le causaba el maltrato de eso que se llamaba ser padre. Conmigo traía una bolsa negra, sería la bomba de la noche, pero que no podía mostrar todavía.

En eso salió Loren a la puerta para recibirnos.

—Pasen adelante chicas—nos hacía seña con sus manos que entráramos.

Cuando pasamos la puerta principal y la luz de la sala nos daba ella pudo notar inmediatamente los golpes de Emma. Se sorprendió y me quedó viendo.

—Tengo que explicarte algo Loren, sé por qué te quedaste así cuando viste a Emma.

—No te preocupes, Nish, ya mucho has ayudado, esta vez yo tengo que hacer las cosas. ¿En realidad quieres saber qué pasa con estas marcas en mi piel, Loren? Estando todas les platicaré un poco—sugería Emma.

Se notaba que Emma estaba teniendo confianza en sí misma.

Pasamos la sala para entrar al cuarto de Jinni, escuchaba voces provenientes de la cocina, estaban cocinando algo.

—¿Quiénes están hablando, Loren? —quise saber.

Solo es Jinni y Daphne que están cocinando algo para que comamos ahora, ¿no tienen hambre?

Emma comenzó a temblar un poco cuando escuchó el nombre de Daphne, tomé su mano inmediatamente y traté de tranquilizarla.

—No te sientas nerviosa, Emma, no pasará nada, te lo prometo.

Entramos al cuarto, habían cartas, las colchas estaban acomodadas en el suelo, la Tv estaba encendida y habían unas velas de colores. Aun no entendía si era que el cuarto de Jinni estaba así desde antes o este sería un juego más de Daphne.

También estaba pensando en Max, lo dejé en mi cuarto, pero sé que Max es curioso y no me gustaría que revisara mis cosas. Tampoco podía traerlo acá donde habían más mujeres e incluso su ex novia. De cierto modo podía aceptar que estaba experimentando una especie de celos con Max, independientemente que ellas no pudieran verlo.

—¿estás bien?—pregunté a Emma.

—Sí, solo me sentí un poco nerviosa al inicio cuando supe que Daphne estaba acá.

—Te comprendo, pero ya te dije que ella no te hará daño.

Se escuchaban unos pasos subiendo las escaleras, en dirección al cuarto donde estábamos, entró Jinni y Daphne junto con Loren, traían bandejas, refrescos enlatados, unas cubetas de palomitas y dulces.

—Bienvenidas, chicas. Siéntanse como en su casa—expresaba Jinni.

Daphne miraba de reojo a Emma

—¿Y esta que hace acá? —pregunta Daphne de malas maneras.

—Vino conmigo, ¿hay algún problema?—me levanté , retándola con mi mirada.

—Da igual si vino o no, la misma chica invisible es. Por cierto ¿Qué es eso que tienes en tus brazos y piernas?

Emma baja la mirada

Daphne era la maldad personificada en mujer, no sé cómo Max se fijó en una mujer como ella.

—Emma, levanta tu rostro, no dejes que un comentario tonto te hagan sentir mal.

Jinni y Loren estaban presenciando todo a su vez las dos sugirieron a Daphne que dejara en paz a Emma también, la noche tenía que ser diferente, una verdadera pijamada y no un enfrentamiento.

Nos sentamos en el suelo a comer de todo lo que habían preparado, esta vez había abusado con mi estómago, pero no importaba, valía la pena. Teníamos una película de terror, irónicamente el protagonista de la película se llamaba Max e incluso había un asesinato.

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