Lucía
Un año antes
—¿Cómo que ha vendido el terreno de al lado? — cuestiono — usted dijo que sus dueños no querían venderla y ahora me dice que lo han hecho.
—No sé qué decirle, señorita Mark, apenas me enteré de la venta, la llamé.
—Me enteré hace un mes — digo — cuando unos extraños se metieron en mi propiedad preguntándome hasta donde era el límite.
—Lo siento, no sabía que… que habían hecho eso — responde el agente de bienes raíces — estoy seguro de que le dieron los planos cuando…
Su voz muere cuando se da cuenta de que ha metido la pata, me pongo en pie con molestia y tomo mi bolsa odiando haber bajado a la ciudad desde mi casa para nada. Para escuchar a este maldito decirme que realmente le vendieron la casa a alguien más cuando llevo años detrás de ese terreno.
Me mudé al último lugar en que alguien quería tener una casa, estaba feliz en mi montaña, sola con mi perro, pero ahora una m*****a baya está dividiendo la mitad del terreno solo porque alguien más ha comprado el territorio.
—¿Cuánto le pagaron? — cuestiono — estoy segura de que podía darle mucho más, pero ahora puede irse a la m****a.
—Señorita, yo no soy quien toma la decisión, fueron mis jefes y…
—Solo llamé a quien sé a qué haya comprado la propiedad y dígale que no lo quiero cerca de mi casa o mi territorio.
—Si señorita Mark
Salgo de la oficina del vendedor cabreada, me coloco mis gafas de sol y subo a mi auto con rabia, me detengo en la cafetería más cercana y lucho contra el impulso de salir corriendo para hacer una pequeña fila por mi café. No suelo tomar este tipo de cafés porque odio bajar de casa, pero ya que estoy aquí puedo darme ese gusto.
Después de subir a mi auto unos diez minutos después con mi café y un sándwich en la mano me reclino en el asiento para mirar la ciudad fuera de mi coche, cuestiono seriamente si puedo lidiar con un vecino después de todos estos años, pero me digo que lo más probable es que solo sea un anciano fanático de la naturaleza para el verano, además de que puedo quedarme perfectamente dentro de casa si alguien está a diez minutos de mi propiedad haciendo su vida.
Un año después
Veo al último de los autos de la compañía de construcción marcharse, me digo que finalmente quien sea que ordenó a construir la casa debe estar por mudarse. Miro la hora en mi reloj pensando en que ha sido un día bastante bonito para salir al jardín y pintar algunas cosas, pero también recuerdo que mis materiales se están agotando.
Podría tratar de llamar a mi hermano y pedirle que los enviara con Beth, pero ella está demasiado ocupada con sus hijos como para hacerme ese favor. Acaricio ligeramente a mi perro antes de entrar en casa para tomar mis bolsas y salir una vez más en mi auto rumbo a la ciudad.
Conduzco en silencio hasta la tienda de productos que suelo visitar, me coloco mis gafas odiando el sol y todo lo que conlleva entrar en esta tienda que normalmente tiene pocas personas, pero sigue siendo un reto para mí.
He vivido toda la vida tratando de sobrellevar mi problema, pero al menos ahora soy capaz de hablar. Pensar en eso me hace decidir pasar por casa de mis padres un rato cuando termine de hacer mis compras y camino alrededor de los pasillos de la tienda comprando los productos que necesito.
—Usted apareció de la nada — dice — solo me distraje un minuto y…
—Ese minuto pudo costarme la vida — respondo — o a usted y se atreve a venir aquí a reclamarme alguna m****a, por favor.
—Es usted muy mal educada, no deja de decir groserías.
—Pasé mucho tiempo sin poder decirlas — respondo — y me encanta decir groserías, en especial con personas molestas como usted — tomo una respiración profunda — mire, no tengo tiempo para estas mierdas, solo llamé a mi abogado o acúseme, le pagaré — me inclino dentro del auto para tomar una tarjeta de las que olvidó mi hermano hace unos días — solo tome eso y largase.
—Es usted desagradable en serio, señorita.
—Estupendo, así me libraré de agradarle a personas como usted, espero no tener que volver a verlo.
Prendo el auto lista para marcharme, pero el sujeto molesto que me chocó golpea mi ventanilla una vez más, me volteo para volver a mirar su desagradable y atractivo rostro en busca de la razón de que siga molestándome.
—Mire, no voy a discutir con alguien como usted, prefiero dejar las cosas como están porque no quiero tener que toparme otra vez con alguien como usted.
—Estupendo—respondo—ahora déjeme irme tengo un día ocupado.
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