En medio de la noche, un todoterreno Lincoln negro entró en una lujosa mansión situada en el barrio más prestigioso de Ciudad A. Dentro de la mansión, los ojos de Rúan Cheng estaban cubiertos con un pedazo de tela de seda. El hombre no quería que ella supiera quién era él.
«No tengas miedo. Respira profundo. Rúan Cheng, puedes hacerlo. Nada es más importante que mantener a papá con vida después de su trasplante de hígado. Tienes que hacerlo por él». En ese momento se oyó con claridad el sonido de un auto entrando en la mansión. Debido al desarrollo de los acontecimientos, lo único que podía hacer era seguir consolándose a sí misma. Cuando Mu Chenjue entró, vio a Rúan Cheng de pie en su dormitorio. La chica de dieciocho años estaba en la flor de su vida y se veía mayor y hermosa.
—H... Hola... —tartamudeó al saludarlo con frialdad al sentir que se acercaba y luego dio un paso atrás sin darse cuenta. Ella pensó que después de unos días de preparación mental, no tendría miedo, pero en ese momento estaba asustada e incluso quería huir.
Mu Chenjue no sabía si era cruel lo que haría esa noche.
Sin embrago, en lo único que podía pensar era que necesitaba un hijo antes de su próximo cumpleaños, para completar la tarea que le había asignado el Patrón Mu. En ese momento, miró a la menuda chica con condescendencia.
-¿Por qué estás tan asustada? -Su voz sonaba tranquila y atractiva.
Rúan Cheng estaba un poco sorprendida. En realidad, él parecía joven y muy agradable. «¿Por qué un anciano que pasa de los cincuenta tendría una voz tan perfecta?».
»No soy portador del VIH y tampoco tengo aficiones pervertidas ni especiales en la cama —dijo con voz grave y melodiosa, para tratar de calmarla al parecer. Estaba seguro de que ella no era tímida, sino que le tenía miedo.
Antes de que ella pudiera reaccionar, lo escuchó hablar de nuevo:
»S¡ tienes miedo al dolor, no te preocupes, intentaré que te sientas bien durante el proceso. Empecemos —anunció el hombre impasible, como si estuviera dando comienzo a una reunión.
Habló tan serio, que ella se quedó boquiabierta. En un instante, la cargó en sus brazos. Era la primera vez que un hombre la cargaba así, por lo que sintió que su corazón latía muy rápido.
»No sé si tu cuerpo se ha desarrollado completamente. Si te duele, dímelo y me detendré -le recordó Mu Chenjue, pues sabía cómo ella se sentía.
Sin embargo, eso solo hizo que Rúan Cheng tuviera aún más miedo. Mientras respiraba profundo, se mordió los labios y cerró los ojos con fuerza. Cuando sus gruesas pestañas revolotearon, Mu Chenjue sintió de repente un cosquilleo en todo su cuerpo.
Rúan Cheng era muy hermosa desde que nació, como un delicado capullo de flor que aún no había florecido bajo el sol de la mañana. Su piel ahora tenía un leve tono rosado, pues se sentía muy avergonzada... Él se acercó para desvestirla y ella se estremeció.
»¡No retrocedas! -Su manzana de Adán se agitó ferozmente. De repente, la agarró por su delgada y frágil muñeca, la atrajo hacia sus brazos y le susurró al oído—: No te atrevas a dar un paso atrás si no quieres que te fuerce.
Esa noche, Rúan Cheng experimentó innumerables sentimientos entre las sábanas: dolor, impotencia y letargo... La chica no sintió cuándo Mu Chenjue se marchó. Cuando se despertó y comprobó la hora, eran las tres de la mañana.
El ama de llaves, Deng Fang, no se había dormido todavía, así que se acercó y le habló con amabilidad:
-Señorita Rúan, la llevaré a que se asee.
—Gracias, pero puedo hacerlo yo misma. —Rúan Cheng estaba aturdida, podía sentir sus lágrimas secas apretando su piel.
No podía desnudarse ante el ama de llaves, aunque esta fuera una mujer. En ese momento, Deng Fang salió de la habitación. Con un rápido movimiento, se levantó y se dirigió al baño desorientada. Cuando regresó, habían cambiado las sábanas y los edredones en la habitación. Poco después, se quedó dormida y esa noche tuvo un sueño. Soñó con el año en que estaba en la escuela secundaria en el pueblo de su abuelo. Era primavera y llovía mucho. Estaba observando en secreto el partido de baloncesto en el campo de la secundaria vecina. El chico popular de allí, que se veía muy atractivo mientras jugaba al baloncesto, era un estudiante de último año de apellido Mu que acababa de trasladarse desde otra secundaria.
Cuando se despertó al día siguiente, se sintió extrañamente cansada y adolorida. De pie frente al tocador y, con un cepillo de dientes en las manos, se distrajo frente al espejo durante un largo tiempo, mientras, aturdida, pensaba en el sueño de la noche anterior. Mu era un sueño inalcanzable para todas las chicas de la escuela. Por otro lado, ella, la chica humilde e insignificante que acosaban con frecuencia en la escuela, siempre había fantaseado con tener un hermano que la protegiera en una edad en la que no entendía lo que era el amor. Cuando supo lo que esto significaba, el primer chico en el que pensó fue en Mu. Por desgracia, él había dejado la escuela de forma repentina después de solo un año allí.
Volvió a la realidad cuando se dio cuenta de que el lavamanos se había desbordado. Respiró con dificultad y negó con la cabeza para apartar ese pensamiento. «Rúan Cheng, ¡no te mereces un hombre como él!». Entonces, se encerró en la habitación, pues sentía que habían invadido su intimidad. Por la noche, supo que aquel hombre estaba allí de nuevo.
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