Deng Fang se sorprendió. El señor había estado allí el día anterior. «¿Por qué está aquí de nuevo esta noche?». Todo el mundo en la mansión se puso a trabajar de inmediato ya que tenían que preparar todo de forma rápida.
Rúan Cheng sentía que su cuerpo no podría aguantar más, pero le resultaba incómodo mostrar su malestar.
Vestido con un elegante pantalón negro y una camisa blanca, Mu Chenjue entró en la habitación de la chica apenas llegó a la mansión. La respiración de Rúan Cheng era ligera y superficial y no tuvo valor para pronunciar una sola palabra. Reinaba un silencio absoluto en la habitación.
Con la chaqueta en una mano, Mu Chenjue estiró la otra y miró fijo a la chica, cuyos ojos estaban cubiertos con un pedazo de tela gruesa. Luego, amarró la tela detrás de su cuello y la atrajo despacio hacia él. Rúan Cheng se tambaleó mientras contenía la respiración y no osó moverse. Mu Chenjue miró a la chica que estaba a punto de abrazar y tragó en seco. Apretó los labios con fuerza, mientras sus ojos se posaban en el bello y limpio rostro del tamaño de la palma de su mano. Su mirada se excitó y se volvió intensa, mientras recorría su rostro despacio con los ojos hasta llegar a sus labios rosados... Estaba establecido con claridad en el contrato, nada de besos. «Maldita sea, ¡en este momento me arrepiento mucho de esa condición que impuse!».
—Acuéstate en la cama y empecemos —dijo con voz entrecortada. Después de lanzar su abrigo, apagó la luz con ella en brazos.
Acostada bajo el hombre en la oscuridad, Rúan Cheng frunció el ceño y mordió la almohada, sin atreverse a hacer el vergonzoso sonido. Soportó en silencio los repetidos movimientos y embestidas de Mu Chenjue. Cuando terminaron, este se fue sin decir una sola palabra. Rúan Cheng estaba tan cansada que estuvo a punto de desmayarse, pero permaneció acurrucada en la cama durante mucho tiempo. El médico le había dicho que así le sería más fácil concebir. Mu Chenjue continuó yendo a la mansión durante las noches siguientes. Iba incluso cuando se le hacía tarde porque estaba muy ocupado con el trabajo.
Su chofer, Feng Chang, y Deng Fang eran pareja y ambos tenían unos cincuenta años. Basándose en su experiencia, quisieron advertirle al señor que debía tomárselo con calma, ya que era malo para su salud si se entregaba a ello en exceso. Sin embargo, Mu Chenjue, orgulloso y distante, también era conocido como un jefe impasible y de sangre fría, con el que era difícil hablar. La pareja solo podía mantener la boca cerrada y observar impotentes cómo el señor abusaba de la chica hasta dejarla lánguida y débil.
Aquella era la última noche del mes. Rúan Cheng no podía entender en absoluto el comportamiento de Mu Chenjue, ya que algunas veces era delicado, pero otras, era rudo, como si le infligiera dolor a propósito. Se comportaba así una y otra vez, lo que le provocaba una sensación involuntaria en su cuerpo. Era tan abrumadora que sentía que podía ahogarse en ella. Cuando Mu Chenjue terminó de vestirse, se puso un reloj de lujo y le dijo con indiferencia, mientras estaba acurrucada bajo la manta:
-Te deseo buena suerte para concebir. —Luego, se marchó.
El dormitorio volvió a quedar en silencio. Para Rúan Cheng, aquel hombre desconocido cuyo rostro nunca había visto era aterrador; parecía que tenía un monstruo o una bestia salvaje dentro de su cuerpo que acababa de ser liberada. Ella temía no poder soportarlo por más tiempo.
Esa noche se marchó bastante tarde. Justo después de que saliera de la habitación, ella pudo deducir, basándose en lo que oía, que él estaba parado afuera de la mansión. Finalmente, se oyó el sonido de un encendedor que se abría con un clic y resonó en la mansión vacía. Solo tenía que levantarse, sentarse y mirar por la ventana para ver cómo se veía él, pero temía que fuera una pesadilla...
Un mes después.
La prueba de embarazo que tenía Rúan Cheng en la mano mostraba por fin dos rayas. Durante todo el mes, había estado esperando con ansias los resultados. Además de Deng Fang, no había visto a nadie más, ni siquiera a Mu Chenjue. Si no quedaba embarazada ese mes, tendría que repetir el proceso de nuevo. Sin embargo, en ese momento se sentía eufórica ya que la prueba era positiva. Lo único que deseaba era dar a luz con éxito al bebé que cargaba en su vientre, completar su misión y pasar el resto de su vida tratando de borrar poco a poco esa etapa insoportable de su memoria. «Todo quedará en el pasado, ¿verdad?».
Después de saber que al fin estaba embarazada, Mu Chenjue concertó de inmediato un reconocimiento médico meticuloso para ella. Cuando Deng Fang fue a negociar con ella, Rúan Cheng solo pidió dos cosas. La primera fue seguir estudiando hasta que se notara el embarazo. Entonces, se tomaría un descanso de la escuela y esperaría a dar luz. La segunda petición era que quería quedarse en una casa alquilada, lo que le daría una libertad relativa, ya que no estaba acostumbrada a la soledad de la mansión.
—Tengo que obtener primero el consentimiento del jefe para sus peticiones. Después de todo, lleva a su bebé en su vientre. -Deng Fang se dio la vuelta de inmediato e hizo la llamada.
De pie junto a las ventanas del último piso del hospital, le comunicó al jefe por teléfono las dos peticiones de Rúan Cheng. Un minuto después, Deng Fang colgó el teléfono.
»EI jefe ha aceptado sus peticiones.
Rúan Cheng suspiró aliviada.
Esa tarde, fue a visitar a su padre al hospital. A los dieciocho años, quedar embarazada y dar a luz a un hijo de un hombre desconocido era totalmente inaceptable para su padre, Rúan Likang. Por suerte, era otoño, así que podía usar más ropa para cubrir su vientre. Llevaba un suéter fino, pero su barriga era visible, así que se puso una capa holgada para cubrirlo.
En el interior del mejor hospital privado de Ciudad A.
Rúan Cheng subió al piso en el que estaba ingresado su padre. Como estaba muy familiarizada con el lugar, encontró la habitación sin problemas. No obstante, antes de entrar oyó la voz de su madrastra, Li Huizhen, que venía de la habitación.
-Likang, he estado pensando. Solo tenemos dos hijas. Aunque Yueyue no es tu hija biológica, siempre te ha llamado papá desde que era una niña...
Antes de que Li Huizhen terminara de hablar, Rúan Likang, que llevaba varios meses recuperándose en la cama del hospital, la interrumpió: -Ve al grano. Soy tu esposo, la persona que más te quiere.
—Siempre he sabido que me amas y Yueyue... —Li Huizhen agarró la delgada mano de Rúan Likang y preguntó con una suave voz-: ¿No dijiste que enviarías a Cheng a estudiar al extranjero cuando se graduara del instituto? Yueyue es solo dos años mayor que ella, pero se pasa el día en el bar y no va a la escuela. Estoy muy preocupada, ya que es mi única hija. Likang, ¡quisiera que Yueyue pudiera estudiar en el extranjero junto con Cheng!
Con el ceño algo fruncido, Rúan Cheng se quedó de pie frente a la puerta de la habitación y escuchó todas y cada una de las palabras.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Querido bebé, amo a tu mamá