Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 671

Él tenía un aspecto serio que lo hacía parecer todo un magnate.

Evrie no pudo evitar reírse por su comportamiento.

Debido a los primeros meses de embarazo, ya había comprado todo lo necesario y no tenía ningún deseo especial.

Sin darse cuenta, ambos llegaron a la sección de maternidad e infancia, donde había colgados muchos juguetes pequeños y ropitas de bebé que parecían de lo más adorables.

De repente, Evrie no pudo avanzar más, su corazón se derritió con tanta ternura.

Un vendedor se acercó con entusiasmo a saludarlos.

—Señorita, ¿está buscando ropita para niño o niña?—

Evrie se quedó pensativa un momento, ya que no sabía el sexo del bebé que llevaba en su vientre.

—Que sea un conjunto para cada uno.—

Farel Haro intervino desde un lado: —Lleva lo que te guste, dividamos mitad y mitad.—

Evrie dijo sin pensar: —¿No será demasiado?—

Aunque no les faltaba dinero, tampoco había necesidad de excederse.

Farel, sin cambiar el semblante, dijo: —Lo que sobre se puede regalar, por ejemplo, a Berto Navarro.—

—...—

Sin duda era él.

Siempre pensando en hacer relaciones con lo que tenía a mano.

Evrie quedó impresionada por su astucia, y no pudo evitar exclamar:

—Si nuestro bebé hereda tu inteligencia, será increíble.—

Farel sonrió ligeramente: —Mejor si se parece a ti.—

Porque... a él le gustaba.

Mientras charlaban en voz baja, eligieron una cantidad considerable de ropita y zapatitos adorables, y al final también encargaron una cunita.

Quizás por el instinto maternal que empezaba a aflorar, Evrie no tenía grandes deseos materiales, pero quería preparar todo lo posible para su bebé, siempre un poco más.

No se puede escatimar en los niños.

Al final, tenían tantas cosas que Farel dejó la dirección del Barrio El Magnético para que la tienda se encargara de la entrega a domicilio.

Al momento de pagar, el cajero dijo de repente:

—Señor, señorita, alguien ya ha pagado su cuenta, aquí tiene el recibo.—

¿Alguien ya había pagado?

Evrie preguntó sorprendida: —¿Quién pagó?—

El cajero señaló hacia la distancia, donde se veía la espalda de una chica delgada y vivaz, vestida con un abrigo de plumas y botines de piel, con el cabello castaño largo y rizado.

Casi sin necesidad de adivinar, sabían quién era.

Farel llamó: —Amanda, ven aquí.—

La chica al oír su nombre, se giró y mostró su rostro redondo y tierno.

—¡Amanda, ven rápido, la película ya va a empezar!—

—¡Ya voy, ya voy!—

Amanda respondió rápidamente, mientras se despedía apresuradamente de ellos.

—Me tengo que ir, espero que disfruten su paseo, no se estresen tanto, que no es bueno para la salud, adiós.—

Tan pronto como terminó de hablar, ella intentó huir.

Pero al siguiente segundo, Farel ya había capturado su muñeca.

Con un grito sorprendido de ella, sus largos dedos presionaron con precisión sobre su pulso.

Después de sentir el pulso por un momento, Farel finalmente la soltó, dejando caer una frase con indiferencia.

—Vamos.—

Amanda retiró su mano con un —zum— y se escapó como un conejo.

Detrás, Evrie mostró una preocupación: —¿Estará bien su salud?—

Farel, observando cómo su silueta se perdía rápidamente entre la multitud, tomó una profunda respiración.

—Ella siempre ha sido traviesa desde niña, le encanta jugar y no puede quedarse quieta. Mantenerla encerrada la haría sentir peor; ni su papá se mete, así que ¿por qué deberíamos hacerlo nosotros?—

Farel le pasó un brazo por los hombros. —Vamos, sigamos comprando.—

—No puedo más, me duelen las piernas, quiero ir a casa.—

—Está bien, volvamos y te doy un masaje...—

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