Secretos de Lobos. romance Capítulo 105

                                                 Narrador.

El rey de los demonios tenía claro que de ese territorio no salía con vida, pero no podía dejar que Karim su mayor enemigo, el hombre al que  ha dedicado su existencia completa con el fin de encontrar la manera de  destruirlo, pase a ser el individuo más poderoso de todos los sobrenaturales existentes. De modo que observó al niño que desprende a distancia el aura fuerte de alfa supremo que para ser hijo de una humana parecía igualar la fuerza y poder que posee su padre.

«Es inaudito» farfulló con envidia recordando que su hijo el híbrido que había engendrado con una humana que usó como incubadora, solo es un íncubo con una apariencia hermosa tanto que deslumbra, pero sus poderes de demonio son deprimentes.

Mientras que Karim perdió toda capacidad de pensar como el guerrero audaz que es cuando escuchó que el corazón de su amada ya no latía. Se quedó paralizado en su lugar mirando el cuerpo de su esposa, cubierto por su propia sangre, y no quería aceptar que había perdido.

—¡Qué batalla ni más inicua!— murmuró antes de soltar un sonido desgarrador que ningún lobo había sido capaz de escuchar porque no era en sí un aullido de lamento. 

En todas las manadas desde los alfas hasta los omegas sintieron una opresión en el pecho que le causó angustia y muchos no comprenden, puesto que ya la luna suprema había muerto hace miles de años, pero, en este momento el alfa sufría mucho más que en ese tiempo.

—¡Despierta!, ¡prometiste esperarme!— exigió con su voz gutural más ronca de lo normal, puesto que estaba en un momento que el animal quería hacerse del cuerpo humano. Desesperado la mordió en el cuello y clavícula dándole tres grandes mordidas en distintos lugares sin saber qué más hacer, ya que el cuerpo de Charlotte seguía tieso y frío con poca sangre en su sistema.

A Rocco le molestaba que Keremil no paraba el llanto infantil, debido a que no había sentido ni siquiera el calor de los brazos de su madre. Entonces se aprovechó de la vulnerabilidad de todos para quitarle a Jazmine al pequeño Keremil.

—¡Suéltalo demonio mañoso!— grito la loba mostrando sus ojos de alfa, poderosa pero no era capaz de controlar al rey demonio por lo que se unieron a ella Nazia y los demás como los doctores. En lo que Karim en su fase alfa supremo se olvidó del mundo a su alrededor y se abrazó al cuerpo de su esposa, quería hacer tanto en ese momento, ir a tomar a su hijo  y a la pequeña Kheira que lloraba en la planta baja para darle el consuelo porque presentía que la bebé sabía que había perdido nuevamente a su madre a causa de que el vínculo que habían formado es muy poderoso. Sin embargo, él no podía calmarles arrullándolos en sus brazos  y asegurar entre  susurros que todo estará bien en cuanto la pena sea más llevadera, por el contrario,  sentía que algo pesado le impedía alejarse de esa cama y aunque era un acto egoísta que en un momento como ese se encasillara en su dolor le seguía siendo imposible hacer todo a un lado.

La mujer que había amado de verdad tanto como hombre y lobo se fue sin siquiera despedirse, y era la pérdida más grande de su vida porque no tuvo oportunidad a nada, es como saber que le quitarían a su amada con antelación sin tener el derecho a evitarlo. Aunque muy en el fondo de su alma guardaba el consuelo de que podría haber una mínima esperanza y más lo destruyó saber que ella conservaba esa fe intacta y al final de nada le sirvió.

—Los perros pulgosos son unos engañosos, mira nada más cómo estaban buscando la estrategia de convertirse en los más poderosos. Hoy voy a impedir que eso pueda suceder— grito Rocco en un momento que dos de sus  lacayos se enfrentaban a los demás y cuando una bola de fuego fue lanzada hacia Jazmine, ella se volteó para cuidar de Keremil y en cuanto lo hizo, Rocco se encontraba frente a ella quitando de manera tan sencilla al bebé de sus brazos.

—Mocoso naciste y morirás el mismo día—, manifestó cuando con la única zarpa que le queda pretendía atravesar el corazón de Keremil.

En ese momento Karim rió con grandes carcajadas, pero nadie lo entendió pensando que el alfa había quedado totalmente loco, olvidando que él no tiene derecho a enloquecer, por más dolor que su alma posea.

Si no que esa risa era burlona, y al mismo tiempo carente de gracia, por culpa de Rocco tenía que dejar de llorar a su esposa; sin embargo, agarró fuerza y se paró en su honor suponiendo que Charlotte se pondría histérica si lo viera derrumbarse en medio de una guerra donde el enemigo puede acabar con más vidas de las necesarias.

Cuando Rocco vio que Karim se había levantado frente a él con los ojos rojos como dos pedazos de coágulos redondos, y ya sus lágrimas no eran como el oro fundido, sino sangre líquida que no dejaban de salir. Decidió clavar de impacto la zarpa en el pecho tierno de Keremil, saboreando el hecho de que esa carne sería tan blanda que iba a ser como atravesar con un cuchillo una barra de mantequilla; no obstante, al igual que a Moira una potente y fuerte descarga eléctrica lo hizo volar por los aires, haciendo que al demonio se le removieran desde las uñas de los pies hasta los dientes quedando sembrado en la tierra fuera del palacio. 

Mientras que Keremil al ser soltado iba a caer al piso envuelto en una manta blanca, y su padre lo aseguró usando su velocidad de lobo.

—Sabía que lo harías— le habló  como lo solía hacer en el vientre de su madre, y con Keremil entre sus garras salió justo por el mismo balcón del que había salido Rocco disparado, cayendo a su lado.

—¡Aleja esa cosa!— gritó horrorizado   haciendo los mismos gestos que hacía la bruja cuando recibió un poco de lo que tenía Keremil para defenderse.

—Mi hijo no es una cosa, es un bebé único —  expuso sin dejar de admirar  el angelical rostro de su cachorro y cuando el bebé  abrió los ojitos azules le quitó medio pedazo de alma, pues Keremil había sacado todos los rasgos faciales de su amada, — eres maravilloso hijo mío— quería llorar de felicidad, pero la tristeza le robaba la oportunidad.

Se aproximó a Rocco que aún yacía en el suelo y con tanta facilidad en medio de aquella batalla campal donde las bolas de fuegos pasaban por su lado como algo normal, clavó su garra libre en el pecho del demonio de ojos negros y sin dejar de verlo con su hijo en brazos fue clavando lentamente su garra, pero sin llegar a su corazón.

—Alfa entrégueme al bebé— pidió Nazia que había llegado a su lado y como aún conserva su esencia humana le parecía un hecho desagradable que una criatura tan inocente estuviera en medio de una muerte tan sádica. Así que lo sostuvo dándole a Karim mayor ideas al ver que tenía más posibilidad de hacer sufrir a su enemigo.

Al no tener a su hijo estaba más libre y decidió clavarle  dos dedos con uñas filosas  en las cuencas de  los ojos explotándolos con tanta crueldad, canalizaba su agonía en el demonio que está arrodillado a sus pies como si fuera el culpable de la muerte de su esposa, aunque en parte era natural que pasase, ya que él le había robado la oportunidad de despedirse.

—Gracias a ti perdí los segundos más valiosos de mi existencia— retorcía sus dedos dentro las cuencas de Rocco quien emitía unos quejidos infernales.

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