Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 14

—Marling tu si que eres mala, calientas el pan y luego no te lo comes, mira como has dejado a la pobre Flor — lo dijo mientras con su mano derecha tocaba el coño de Flor y mostraba lo humedad que tenía — mírate Flor si pareces una llave abierta.

Sin que nadie se diera cuenta fui a traer los consoladores, cuando regrese tenían a Flor acostada en el comedor Roxana sentada en su boca y Marling concentrada dándole un rico oral, me acerque dónde Marling y le pase un consolador pequeño, ella lo enciende y comienza a meterlo, paso de un solo golpe, Flor solo un gran gemido, Roxana voltea a ver lo que pasaba y solo sonreímos.

Ella se baja e igual se arrodilló, agarro otro consolador a su máxima velocidad y lo puso lentamente sobre el clítoris de Flor, ella no se limitaba con sus gemidos y pronto vinieron los orgasmos, pero fue tanto la intensidad que terminó orinando justo cuando empezaba a correrse y de su interior salía abundante fluido, Marling no desaprovechó y empezó a lamer todo lo que ella sacaba.

— ¿Que fue lo que me acaban de hacer? Nunca había sentido eso, me han dejado sin fuerzas.

—Te ha gustado verdad, no es que sería difícil sacarte un orgasmo.

—Chicas ustedes si que saben hacer gozar a una mujer.

—Te aseguro que no será la primera vez que lo haga.

—Con tal que no te pongas celosa si estoy con otro u otra, no tendré problemas.

—Aqui los celos no valen, de alguna manera tenemos que sobrevivir a todo esto.

Limpiamos el piso, no queríamos dar una mala imagen, hasta que terminamos de limpiar fue que desayunamos, juntamos la camas y nos pusimos a ver una película y así pasamos el resto de la mañana, freímos pollo para almorzar junto a unas sodas que estaban ahí.

En la noche llega el piloto pero fue directo a encerrarse a una habitación.

—Este ni saluda — dijo Flor.

—Debe ser que tiene prohibido saludarnos para evitar caer en la tentación de acostarse con nosotras — dije.

—Ahí déjenlo chicas, mas bien vayamos a descansar que mañana regresamos al infierno — dijo Roxana

— Ni nos recuerdes eso — dijo Marling

Todas nos fuimos a descansar. El reloj marca las 6 de la mañana y golpean la puerta de la habitación.

—Levántense que es momento de irnos — grito el piloto.

Con toda la pereza del mundo nos fuimos levantando directo a la ducha y nos pusimos la ropa que traíamos el primer día, salimos de la habitación y el piloto estaba en la cocina, tomando café y revisando su teléfono.

—Apúrense que no tengo toda la mañana.

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