—Nunca es tarde para volver a comenzar, no se que pasó realmente, pero si dices que tienes una nueva oportunidad pues házlo, dime ¿Cuál es tu grado académico?
—Estaba cursando 4to año de secundaria cuando comenzó toda mi pesadilla.
—Bien puedes tomar cursos acelerados y en un año podrías finalizar tu secundaria.
—Eso estaba considerando, ahorita puede que me veas bien, pero en algunos meses tendré que buscar empleo.
—El empleo yo te puedo ayudar también, en la oficina necesito a una secretaria, si lo deseas te puedo dar el puesto.
—Dejame pensarlo, lo que menos quiero es que me mires como una indigente.
—En ningún momento te he visto así, si te he ofrecido mi ayuda es por qué me nace hacerlo, además desde que te Vi me has cautivado.
—Entonces hace esto por qué quieres acostarte conmigo.
—Alto, no, para nada, bueno no es que no quisiera amanecer a tu lado, solo que mis intenciones no son solamente esas, quiero que sepas hay alguien que te valora.
Parece todo un sueño tener a este hombre, pero a veces los lobos vienen disfrazado de ovejas y cuando menos te lo esperas, eres nuevamente una presa.
—Ya quisiera irme ¿Será que tú hermana se moleste si tomo prestado estás prendas y luego se las regreso?
—Para nada, estoy seguro que no se daría cuenta, pero por que irse ahorita.
—Solo quisiera regresar a mi apartamento
— ¿Sabes cómo llegar a la ciudad?
—No, pero tengo un GPS en el auto.
—Tienes razón, espero consideres mi oferta, no sé si sea mucho el sueldo, pero creó que te ayudará a ganar experiencia.
—Yo te avisaré.
Me despedí nuevamente con un beso en la mejilla, pero está vez lo sentí más cálido, encendí el coche y puse mi destino en el GPS, quería alejarme lo más rápido posible, sentía que si permanecía más tiempo ahí, terminaría haciendo una locura.
Cuando ya estaba en la ciudad, marque nuevamente a mi comprador misterioso.
—Ya se que es lo que quiero.
—Dime.
—Deseo mi libertad total, poder tomar mis decisiones sin tener que depender de otras personas.
— ¿Que te detiene a eso?
— ¿Porque eres tú tan insegura? Si supieras lo que deseas realmente, no esperarias mi aprobación, solo lo hicieras y ya, aunque eso atraiga consecuencias.
—Eso es lo que no quiero, sufrir nuevamente.
—Tu respiras y tienes vida, sufrirás constantemente, sino estás dispuesta a asumir las consecuencias de tus acciones vivirás siempre en tu prisión, así como fuistes capaz de huir de casa cuando tu madre te trato de lo peor, así como decidiste sobrevivir a esa prisión llamada corporación, eres capaz de muchas cosas, solo tienes que creer en ti misma, quieres estudiar hazlo, quiere tener una aventura hazlo, pero ten en cuenta que el amor siempre trae sufrimiento, que estudiar no será tan fácil y llegará un punto de rendirte, es ahí donde debes reflexionar que es lo que quieres y yo quiero ahorita terminar esta llamada.
Sin tanto preámbulo cortó la llamada, vaya este hombre misterioso si que me deja desconcertada cada vez que hablamos, el dice que soy libre, pero no me siento libre, pero como dice él, asumiré las consecuencias de mis acciones.
Llegué a mi apartamento, heche a lavar tanto mi vestido como la prenda que llevaba puesto en casa, lo único que me acompañaba es una salida de baño, en eso alguien toca mi puerta.
—Hola, disculpa que te moleste, pero se me ha acabado el azúcar y pues ver si tenías un poco que me regales.
—Por supuesto, un poco de azúcar no es nada con el favor que me has hecho el día de ayer.
—Realmente pensé que harías una locura, pero veo que estaba equivocada.
—Pasa, no te quedes en la puerta, ya te consigo el azúcar.
—Te agradezco.
Me dirijo a la cocina y heche un poco de azúcar en el recipiente que me había dado anteriormente, estaba muy agradecido con ella ya que esa maleta pesaba bastante.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Secretos - La historia de una acompañante