Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 35

Estaba a punto de darme vuelta con el recipiente de azúcar, cuando en eso siento que ella la tengo en la parte trasera, y fue directo a besarme mi cuello, eso provocó que perdiera el control de mi misma, al no ver ningún tipo de oposición me dió vuelta y beso mis labios.

— Oye ¿Que haces?

A pesar de haber reaccionado, mi cuerpo ya solo deseaba una cosa.

—Desde que te Vi, me di cuenta de una cosa y es que tenía la necesidad de estar contigo, besar tus labios, recorrer tu cuerpo, verte en ese vestido que te hacía ver tan niña.

Sus palabras hicieron que me sonrojara y de alguna manera ella vió mis deseos.

—Ven, vamos a mi apartamento, quiero presentarte mis juguetes.

Sin control total de mi cuerpo, fui detrás de ella, solamente busque mis llaves, al llegar a su apartamento se veía mejor acondicionado, incluyendo los muebles.

—Antes de mostrarte mi área especial, necesito saber que estás dispuesta a dejarte llevar, lo único que puedo prometer es que disfrutaras la experiencia.

Solo asentí con la cabeza y me llevo a una de las habitaciones, en el había una colección de látigos, grilletes, pinzas, pero sobre todo los dildos.

— ¿Te gusta?

—No see que decirte.

—Ven vamos a disfrutar, ponte en Medio, justo sobre el círculo.

Muy obediente me posicione en el círculo.

—Muy bien, déjame quitarte esto.

De una manera tan gentil me quitó la salida de baño.

—Vaya veo que he interrumpido tu baño.

—Realmente no, estaba lavando.

—Eso no importa, aquí la ropa estorba

Me quitó la bata, quedando totalmente desnuda.

—Parece que he interrumpido tu baño.

—De hecho me disponía a lavar.

—Eso no importa, junta tus manos.

Asi lo hice, en eso ella baja una soga con un nudo en la punta.

—Te daré una última oportunidad, luego no podrás parar lo que comencemos ¿Deseas continuar?

—Continua.

Ella empezó a subir la soga y yo empecé a quedar suspendida.

—Sabes aunque muchas personas no lo aceptan, pero disfrutan del dolor en el acto sexual y hay otras que disfrutamos de ese dolor y nos hace excitarnos.

En eso ella introduce un pequeño consolador en mi, pero aún no lo acciona, luego abrió un refrigerador y saco varios cubos de hielo, agarro uno y empezó a recorrer mi cuerpo con el cubo en la mano, sentir eso helado en mi me hizo estremecerme, cuando llegó a los pezones estos se pusieron tiesos.

—Los pezones son bastante sensible a lo helado, mírate como te has puesto.

Yo permanecía callada, ella luego tomo unas pinzas y las ubicó en mis pezones.

—El hielo ayudo a prepararte de esa forma no te dolerá mucho y el placer irá aumentando.

No sé porque, pero tenía razón en eso accionó el consolador y no podía diferenciar que era mayor si el dolor o el placer, quería tocarme pero no podía, me estaba matando, empecé a gemir, en eso ella apagó el consolador.

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