Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 46

Cuando por fin estuve sola, llamé a mi hombre misterioso.

—Hola, quería decirte que ya estoy en el hotel, todo bien en el viaje.

— ¿Que has hecho con tu auto, celular y tarjeta?

—He alquilado una casa y he dejado ahí el carro, junto a mi celular, he pagado un año de alquiler, la tarjeta la ando yo.

—Quiero que la cortés.

—Pero después cuesta sacar una tarjeta Nueva.

—Escoge, corta la tarjeta o te regresas.

—Obviamente escogeré cortarla.

—No hables con nadie de tu pasado, nadie sabe que has viajado, no hay registro de tu salida así que cualquier cosa andas de paseo por toda España.

—Entendido.

No dejo que me despidiera cuando me cortó lo llamada, todo tiene que ser misterioso con él, guardé mi ropa, era de noche, empecé a buscar los lugares atractivos del sitio, habían recomendaciones de Restaurante, discotecas, bares, pero ninguno me llamaba la atención, hasta que ví una sección en particular, playas nudistas, debo confesar que tener un empleo como trabajadora sexual provoca que pienses en sexo casi siempre, a pesar que yo estuve con pocos hombres, era joven y vivía con ganas todo el tiempo, el morbo me gano y decidí alquilar una cabaña al día siguiente, la playa quedaba a 30 minutos del hotel.

Al día siguiente empaque algunas cosas y me dirigí al sitio, al llegar ví como su gran mayoría estaba con una pieza o totalmente desnudos, algunas mujeres solo estaban en topless, fui hacia mi cabaña dejé mis cosas, y me quite el brazzier, aún no me animaba a quedar totalmente desnuda en frente de muchas personas, al salir ya tenía a varios mirones, muchos de ellos eran adolescentes, no pude dejar de ver cómo se les paraba su pene, pero nada que me llamara la atención.

Busque un sitio en la playa, puse mi toalla, me estaba aplicando bloqueador, pero en eso se me acerca un hombre maduro.

—Disculpe señorita, si gusta puedo ayudarle un poco.

La pensé un poco, pero al final acepté su ayuda, le di el bloqueador, me acosté de pecho y el empezó a aplicarlo, cubrió toda mi parte trasera, en mis nalgas lo hizo de tal manera que no me incómodo.

—Es hora de voltearse, no querrá andar quemada de frente.

—Tiene razón.

Cuando me di la vuelta ví en su cara cierta maldad, yo sabía cuál eran sus intenciones, el empezó nuevamente con el bloqueador, llegando a mis pechos le dedicó bastante tiempo tan así que le interrumpí.

—Creo que has aplicado suficiente bloqueador en esa parte.

—Disculpa, que torpe soy, no me había percatado de eso.

El comenzó a descender y cada vez sus dedos estaban más cerca de mi coño.

—Sabes gracias por tu ayuda me ha Sido de utilidad, pero creo que ya está parte podría terminarla yo sola.

—Cuando lo desees, mi familia y yo estamos en la cabaña 18.

— ¿Su familia?

—Si, mi esposa e hijos, nosotros vemos esto como algo natural, estás invitada a almorzar con nosotros.

—Agradezco su invitación, la pensaré.

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