Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 47

Ví como un montón de niños por decirlo así, se paseaban desnuda y miraban sin ningún disimuló a las mujeres, algunos quisieron tomar hasta fotos, pero muchas chicas empezaron a molestarse por eso, en eso se me acerca alguien talvez de 17 años, no es que yo sea tan mayor que se diga, pero a ellos se le notaba aún más.

—Hola disculpa que te incomode.

Yo estaba boca abajo, aún conservaba mi bikini.

—He hecho una apuesta con mi amigo — lo señala.

—Y eso a mí que me interesa.

—Podrías hacerme un favor ¿Me dejarías tocarte los pechos? Te pagaría €200.

— ¿Cuánto dinero han apostado?

—€300, claro te daría la mayoría a ti.

Le hago señas a su amigo para se acerque, no es que me interesara tanto el dinero, pero lo que me motivo más fue el morbo.

—Oye tu amigo dice que han apostado dinero, para que el consiguiera tocarme los pechos ¿Que tal si hacemos un trato? pero antes dime ¿Cuánto dinero han apostado?

Ambos se quedan viendo, yo en ese momento me encontraba sentada, pero me tapaba los pechos.

—Oye es conmigo que estás hablando

—€200 cada uno.

Me quedé pensando, en lo que haría, pero venía a disfrutar, el sexo ya era parte de mi y por eso vine a esta playa.

—Denme el dinero, yo les diré quién será favorecido.

Ambos me dan los €200.

— ¿Andan solo?

En eso se acerca una tipa de unos 20 años, andaba totalmente desnuda, sus pechos no eran tan grande y su coño depilado.

—Juan te he andado buscando, papá estará molesto, te ha dicho que no molestes a las demás chicas — le dijo ella al primer chavo que se me acercó — disculpe señorita ¿Mi hermano le ha ocasionado algún problema?

—De hecho no, se han comportado bien conmigo, tan bien ha Sido que pensaba irme a divertir con ellos.

Los chicos se quedaron viendo, no sabían a qué me refería, en eso me la llamo a ella y le digo.

—Ellos han apostado dinero para ver si me tocaban los pechos, que tal si nos vamos las dos con ellos a mi cabaña y le animamos un poco el día

Ella quedó viendo a los chicos.

—Los dos son vírgenes, desde hace rato he tenido ganas de cogerme a su amigo, mira ese pene que se carga, hagamos algo ve tu primero con ellos, te diviertes un rato con ello, posteriormente yo entro y me robó a Federico.

Solo asentí con la cabeza, la chica se fue y yo me quedé un rato con los chicos, había bastante silencio.

—Vale, ya se ha marchado, vengan síganme.

Ellos sin pensarlo me siguieron, no hicieron ningún tipo de preguntas, entramos a la cabaña, no fuimos tan lejos por qué nos quedamos en la sala, habían dos ventanas que las dejé abierta, no me importaba quien viera, en todo caso así su hermana sabría en que momento entre, los senté a ellos dos en el sillón y yo me quedé parada, pero ya no me tapaba los pechos.

—Que tal si nos divertimos un rato los tres, aquí me tienen que más me harían.

— ¿Podemos tocarte? — pregunta Juan.

—Si no fuera así, no estuvieran aquí.

Para que dije eso, los dos se apresuraron a tocar mis pechos, se miraban emocionados, tal como me dijo la otra chica son vírgenes, la inexperiencia es notoria, yo le empecé a tocar sus vergas que las tenían dura como una piedra, Fernando la tenía más grande que Juan, pero tampoco tenía mal tamaño.

— ¿Podemos chuparlos? —Pregunta Fernando.

—La próxima vez que me pregunten si pueden hacer algo les aseguro que me detendré y los dejaré con las ganas y sin dinero, lo único que no pueden es tocarme el culo.

Esas palabras fueron mágicas para ellos ya que se lanzaron a chuparme, lo hacían de forma torpe, pero quería que ellos disfrutarán, me senté en el sillón porque me estaba rindiendo, en eso Juan empezó a meter sus manos en mi coño que ya se encontraba húmedo, me lo quité para facilitarle el trabajo, Fernando no desaprovechó el tiempo, mire hacia la ventana y estaba la chica observando.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Secretos - La historia de una acompañante