Estaba muy nerviosa, no sabia lo que me esperaría,me siento como si fuera a recibir algo muy importante, me he dado una ducha, me depile y quite aquello pelos fuera de lugar, me he aplicado mi mejor perfume. Faltaba poco para la hora que el me dijo, ya solo me faltaba terminar de maquillarme, en eso alguien golpea la puerta de mi habitación, eran las 7:35 de la noche.
— ¿Quien es?
—He venido por usted.
—Dame unos minutos, ya salgo.
Me apresure a maquillarme cuando en eso suena mi teléfono, era mi hombre misterioso
—Hola mi niña ¿Como estas?
—Ya casi estoy lista, tu chófer esta esperando afuera
— ¿De que hablas? Yo no he enviado a alguien por ti.
—He recibido un mensaje diciendo que este preciosa, que mandarían a alguien por mi.
—Llama inmediatamente a la seguridad del hotel, no he sido yo, por nada del mundo abras la puerta.
En eso alguien tumba la puerta y dejo caer el celular.
—Hola preciosa, me extrañaste — era el viejo que me estuvo acosando en la playa
— ¿Como es posible? Tu estabas preso
—No hay nada que me detenga, yo fui espía y el escapar era la mejor parte.
Intente correr lo mas rápido que podía hacia el teléfono del hotel, pero por los tacones corría demasiado lento y el me alcanzo sin problema.
—Sabes, seria una lastima arruinar como andas vestida, mejor descansa un rato.
En eso me inyecto algo en el cuello que me hizo perder el conocimiento.
Logro despertar y estaba amarrada en una furgoneta, estaba amarrada los pies, cabeza y con una mordaza en la boca.
—Vaya has despertado, ahorita daremos un paseo y luego saldrás de viaje.
Yo trataba de gritar pero no podía, según pude ver por el vidrio aun era de noche, no estábamos en la ciudad porque la camioneta saltaba mucho, en eso se detuvo y al poco tiempo vino por mi, al abrir la puerta trasera traía consigo una escopeta.
—Te voy a liberar los pies, si no vas donde yo digo te mueres ¿Entendido?
—Tienes razón, no lo haré, lo único que haré es comerte y disfrutar de ti una y otra y otra vez, hasta que yo decida que ha sido suficiente.
En eso saca un frasco de su bolsillo, eran viagras.
—YA me he tomado la primera, y mírame como estoy.
Se saco su pene que ya estaba duro, no era tan grande como la de su hijo, pero si era gorda.
— ¿Te gusta?
—Me repugnas, con razón tu mujer tiene que acudir a tu hijo si con esa cosas ni cosquillas has de hacer.
—Ya lo veremos si dirás lo mismo cuando ya lo tengas adentro de ti.
—Solo así eres capaz de tener a una mujer, no se como tu esposa soporto estar contigo bastante tiempo, yo con eso me hubiera separado.
—Cállate.
En eso recibí una cachetada.
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