Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 60

—Sabes no pensé que te volvería a ver.

—Yo tampoco lo pensé, pero aquí me tienes, dime qué me harás.

—No te lo diré, solo lo haré.

Parecía que estaba desesperado por desnudarme ya que no tardó mucho en hacerlo, me comió los pechos y bajo hasta mi coño, estaba dispuesto a chuparme, pero en eso se detuvo.

—Oye ¿Que pasa? ¿Por qué te detienes?

—Lucy, estás lastimada.

— ¿Dónde?

—Tu ano está lastimado ¿Acaso has tenido anal?

—Ayer estuve en una fiesta y alguien quiso meterla por ahí, pero como nunca la sacaba, me levanté y le di un par de cachetadas.

—Pues el tipo te lastimo, te traeré una crema, te ayudará a aliviar el dolor y sanar más rápido.

Ella sale, en eso recibo una llamada, era mi hombre misterioso.

—Parece que has tomado una decisión.

—Así es, me esconderé en el lugar menos esperado para ellos.

—Tu si que estás loca, no se porque lo hago, pero mantenme informado, si hay algo que pueda hacer para ayudarte a salir de ahí nuevamente solo dime, no soy capaz de dejarte sola.

—Veámonos hoy, tu mismo lo dijiste, tenemos que vernos.

—Si lo dije, pero las circunstancias han cambiado, regresaras a ese sitio y te metes a la boca del lobo.

—Pues ven conmigo y matemos juntos al lobo.

—Espero que cuando me conozcas, entiendas está separación, pero por el momento sera así.

Cómo siempre lo hace, me corta la llamada.

A los minutos regresa Azucena.

—La he encontrado, ponte de perrito para aplicar mejor.

Tal como ella lo dijo me puse de perrito, no tardó mucho en aplicar la crema, se sentía un poco helado.

—Si no lo hubieras detenido, te hubiera lastimado más, hacerlo anal es con tiempo, se requiere bastante lubricación,algunos hombres creen que desvirgar un ano es tan sencillo como el coño — dijo Azucena.

—Yo sabia que dolía y por eso no me atrevía, no me he equivocado.

—Si duele pero sabiendo hacerlo, no saldrás lastimada.

—Ese tipo me arruinó la fiesta realmente, el era el tercero esa noche.

— ¡Wow! ¿Dónde fué?

—En un hotel de Madrid.

— ¿Estuviste en España? Con razón te has quedado sin dinero, si te la pasas viajando.

—Cosas que pasan, pero dime ¿Me dejaras así todo el día?

Yo aún seguía de perrito, pero estaba húmeda, vino ella acercó su boca y empezó a comerme.

—Que rico como lo haces, extrañaba esa boquita.

—Yo también extrañaba comerte.

En eso siento que me mete un consolador en mi huequito.

—Mételo más adentro, no pares, así, así.

Ella cada ve lo estaba moviendo más rápido y con la vibración del consolador hizo que terminara pronto.

—Ahora es mi turno.

—Quiero enseñarte como preparar un ano, he traído este lubricante y estas bolas.

— ¿No te lastimara?

—No, yo te iré diciendo como.

Ella se puso en posición de perrito.

—Aplica lubricante en mi entrada y a la primera bola.

Le aplique bastante tal como ella me dijo y luego le metí la primera bola, eran 6 en total que traía de diferentes tamaños.

—Este juguete sirve para ir dilatando tu entrada, así cuando te lo metan no sentirás que te desgarra, me daré vuelta y me comes.

Yo como niña obediente, empecé a comerle su coño, que estaba sacando más fluidos de lo que habitualmente sacaba, sin que ellas me dijera comencé a meter y sacar la bola, ya se movía con mayor facilidad, aplique lubricante al siguiente tamaño y nuevamente a su entrada, está entró sin tanto problema.

—Había olvidado lo que se siente tener el culo ocupado, vamos sígueme comiendo que me tienes caliente.

Seguía pegada a ella, en eso se me ocurrió meterle el consolador.

Ella soltó un fuerte gemido.

—Bandida, me estás penetrando doble, que bien se siente, mete otra bola, solo hasta ahí puedo llegar.

No le hice casa, comencé un mete y saca en ambos lugares, ella se retorcía del placer, si alguien hubiera estado en ese momento, estoy segura que se hubiera asustado, le aplique lubricante a la tercera y empecé a meterla, costo un poquito, pero ya estaba adentro.

—Me matas de placer, no te detengas.

El consolador no estaba al máximo, así que lo puse a vibrar y en eso sentía como alcanzaba un gran orgasmo, tan así que se terminó orinando, retire el consolador y luego empece a sacar los anillos lentamente, su cuerpo aún temblaba del placer.

—No pensé que lo hicieras tan fácilmente.

—Ni yo, pero entendí que todo dependerá de la lubricación.

—Así es, ahora mira lo que provocaste, te tendré que dar otra habitación mientras limpio está.

—Con tal que pueda estar cerca de ti no tengo ningún problema.

Le di un gran beso en la boca, pero nuestro romance fue interrumpido por una llamada telefónica al celular de Azucena

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