Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 62

Llegó la noche, ya estaba lista cuando en eso entra al hotel un sujeto todo raro.

— ¿Tu eres Lucy?

—Si, soy yo.

—Vamos, el jefe te está esperando.

Cuando salí mi sorpresa era que ví el mismo auto viejo, significa que este cliente fue el que no se dejó ver.

Igual que la última vez me llevo a un sitio y luego entro a un callejón.

—Ya sabes que hacer.

—Lo se.

Entre a la camioneta y ahí estaba mi cliente.

—Hola Lucy

—Hola, mucho gusto en conocerlo.

El auto arrancó, el solo me quedaba viendo, llegamos a un restaurante, bastante elegante, tenía reservado una mesa privada.

—Tu eres una niña muy traviesa.

—Disculpe ¿Por qué lo dice?

—Tuviste la libertad de rehacer tu vida, pero mírate, estás aquí trabajando nuevamente para esa corporación.

—Son circunstancias de la vida.

— ¿Cómo estuvo tu viaje de regreso?

—¿Cómo sabe que viajé?

En eso saco su celular y luego sonó mi teléfono, quien marcaba era mi comprador misterioso.

— ¿No contestarás tu llamada?

—Es de muy mala comunicación hablar por teléfono cuando estoy trabajando.

—Te doy permiso.

Por su insistencia conteste la llamada, el se acercó su teléfono a la boca y me dijo.

—Hola Lucy, soy yo.

Mi cuerpo se me puso helado, me quedé congelada sin saber que hacer.

—Desde que te ví me has conquistado, yo hice que valieras bastante y no estuvieras con el montón de hombres, pero sentía que debía hacer algo más por ti y por eso gestioné tu liberación, cómo pudiste notar yo no toco a las chicas, tampoco me dejó ver.

—Me llamó la atención eso que no te dejes ver.

—Es por qué no quiero que se distraigan con lo que hacen, muchas chicas han terminado en la granja por no obedecer.

—El cariño que sentía por ti lo estoy perdiendo.

—Yo lo único que quiero es que reflexiones, puedo mandarte lejos si tú quieres, puedes recuperar tu identidad, pero no sigas con tu plan.

— ¿Tanto te importa la corporación?

—La que me importa eres tú, el más mínimo error que cometas, estarás muerta.

—Hagamos algo, yo me olvidó de la corporación, me mandas lejos de aquí y te olvidas de mí.

—Lo que no me pides es muy injusto.

—Al igual lo que tú me pides, tu decides que hacer y me avisas,

Me levanté de la mesa y me dirigía hacia la puerta.

—Espera, no te vayas, quédate aqui conmigo y al finalizar la cena te daré mi respuesta

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Secretos - La historia de una acompañante