Observo su mano vendada y no puedo creer que se haya cortado tanto. —¿Te sigue doliendo? — Pregunto y acaricio su rodilla mientras que con la otra sostengo el volante.
—Un poco, porque la anestesia ya se está yendo. — Explica.
—¿Puedo preguntar como tú, una mujer tan precavida se ha cortado así?— Cuestiono mirándola de reojo.
—Preferiría que no.— Dice como niña pequeña y me hace reír.
—Anda... vamos... dime...— Le insisto y la hago reír.
Respira profundo como tomando valor —Estaba secando la copa cuando tu madre me pregunto si había planes de boda y apreté la copa con demasiada fuerza y se rompió en mi mano. — Confiesa y ahora sí que no puedo parar de reír.
—¡¿De verdad mi madre te ha preguntado eso?!— Exclamo sin poder creérmelo.
—¡Si, y no te rías! ¡No es gracioso! — Me regaña.
—Pues lo es, a mi familia solo le ha faltado preguntar ¿para cuándo los hijos?— Digo y creo que me ha matado con la mirada.
—Mejor que no lo pregunten porque ahí si se que me pondré seria. — Habla algo molesta.
—Cariño, discúlpalos ¿sí? Es que tú les encantas. Dicen que somos una pareja ideal. — Comento intentando de que se relaje.
—No estoy enfadada con ellos, es solo que tú sabes que no me gusta que nadie se meta en esos asuntos...—
—Lo sé. —
—Además, tú y yo recién hemos iniciado todo esto... es muy pronto para hablar de cualquier asunto que signifique dar un paso serio. — Se explica y sonrió al notar lo diferente que es de mis anteriores relaciones.
Mis exparejas, siempre han intentado que nuestra relación tuviese un futuro así sea un compromiso, boda, hijos... pero, con ella todo eso desaparece y solo queda lo que sentimos —Cariño, relájate. — Digo intentando no reírme. —Sé que le tienes pánico al compromiso. —
—Me gusta que lo sepas. Por favor; explícale a tu familia que recién hemos iniciado... creo que ellos piensan que hace mucho que nos venimos con esto y lo manteníamos en secreto. — Me pide.
—Lo hare, tú solo relájate y no sigas lastimándote por ahí.— Le pido.
—Intentare...— Dice con una pícara sonrisa mientras estaciono el auto enfrente del edificio y bajo del auto.
Doy la vuelta, abro su puerta, y le ayudo a bajar. —Señorita Garay.— Digo queriendo jugar a ser su chofer y ella ríe.
—Señor Balestrini, gracias. — Replica siguiéndome el juego.
—Voy a tener que ser tu enfermero por unos días. — Comento cuando entramos al edificio.
—Solo me he lastimado la mano... no es que no pueda hacer nada. — Explica y arquea sus cejas mientras me mira de manera picara.
Las puertas del elevador se cierran detrás de nosotros, y aprovecho que estamos solos para rodear su cintura con mis brazos y pegar su cuerpo al mío. —Mi niña tímida. — Le digo a milímetros de sus labios.
—¿Tímida? No cariño, no te equivoques... solo soy como tú, me gusta resguardar mi privacidad...— Me dice robándome una sonrisa.
—¿Ves porque tú y yo nos llevamos tan bien? Es que somos el complemento perfecto...— Le dejo saber y sin poder aguantarlo más; la beso.
—Si, además... besas tan bien... — Comenta y roza sus labios con los míos volviéndome loco.
—Mi amor... si haces eso otra vez no podre dejarte hacer reposo para que te mejores.— Le advierto.
—¿Si hago qué? ¿Esto? — Me pregunta de manera juguetona y vuelve a rozar sus labios con los míos.
Las puertas del elevador se abren, y sin soltarme de su cintura comenzamos a caminar por el pasillo hasta que llegamos a la puerta del piso y la abro de manera torpe —¿Te das cuenta de que no paras de provocarme?— Le pregunto y muerdo su labio inferior cuando vamos caminando por el salón.
—Tú tampoco... haces que tenga ganas de besarte 24 horas al día... siete días a la semana...—
—No veo que te quejes...— Comento cuando comienzo a deshacerme de su ropa.
—Ni tú...—
—Es que no lo hare... me encantas... te amo...— Le dejo saber cuándo ella quita mi camiseta.
—Yo tampoco me quejare, te amo Franchesco—
—Deja tu mano quieta, yo te ayudo a quitarme la ropa.— Digo al notar que tiene dificultad con mi cinturón.
Ambos reímos y volvemos a besarnos. —Mejor...— Dice en una pausa y es así como me desvisto bajo su atenta y sensual mirada.
—¿Disfrutando el espectáculo?— Pregunto pícaramente y ella muerde sus labios.
—Tiene su punto...—
—¿Si quieres te bailo?— Bromeo.
—A ver... hazlo.— Me reta y niego.
—Otro día... ahora mismo, estaría necesitándote demasiado. — Le dejo saber y luego de desnudarme vuelvo a su boca.
—Vicioso. — Me regaña de manera muy sensual mientras que mis manos terminan de deshacerse de su lencería.
—Adicto a ti... solo a ti...— Le dejo saber y cuidadosamente la recuesto sobre la cama.
—Te amo, y siento ser tan imbécil. Es que no sé qué me sucede contigo... es como si me hubiese enamorado la primera vez.— Confieso tímidamente.
Sus labios se acercan a los míos y me besa dulcemente —Nos pasa que todo esto sigue dándonos un poco de miedo, pero ya pasara... amor, te amo mucho, pero debo irme. — Me deja saber dándome un último dulce beso y se aleja de mi —Vístete antes de que te resfríes. — Habla entre risas mientras la veo alejarse de mí y salir de la habitación.
[...]
Llevamos horas aquí reunidos con mi hermano Dante y asesor en esta parte artística junto con todo el equipo de artes gráficas intentando ponernos de acuerdo en cuanto a que foto usaremos y el tipo de fuente que elegiremos para la promoción de la exhibición. Creo que de a poco nos vamos acercando a los resultados, pero yo no puedo dejar de pensar en ella y creo que mi hermano se ha dado cuenta de mi desconcentración.
—Hermano, ¿al menos puedes disimular? — Me reclama.
—Lo siento, estoy hecho un idiota, lo sé...— Admito y vuelvo mi atención al ordenador.
—¡Hola a todos!— Escuchamos decir y todos voltean a verla a excepción de mí.
Sé que es ella, y no quiero verla...
Amanda tenia razón; "nunca te involucres con alguien que trabaja contigo", pero... yo creí que al ser tan solo una asesora de marketing digital de uno de mi mayor inversor, no habría problemas... bueno me equivoque.
No sé cómo puede saludarlos a todos como si nada... no entiendo cómo es que se ha atrevido a venir a esta reunión después de que aquel día que reapareció en mi casa le dejé las cosas en claro... bueno... al menos eso creí.
—Hola Cintia.— Dice Dante mientras la saluda y supongo que es por obligación.
—Franchesco, ¿Cómo te encuentras? — Me pregunta y debo mirarla.
Observo su rostro, su cabello rubio, sus ojos de ensueño y me doy cuenta de que ya no me sucede nada con ella —Muy bien.— Me limito a responder y luego volteo a ver a Dante —¿Qué te parece esta?— Digo ignorándola por completo.
Intento mantener la conversación de manera profesional y evitando cruzar palabra con ella. La conozco bien, y sé que se ha vestido para reconquistarme. Sé que ese labial rojo lo lleva puesto por mí, porque sabe que me encantaba como le quedaba.
Es un momento incomodo, todos se ha ido a hacer algo a excepción de ella y quedarme solo a su lado no me agrada...
Es mi móvil quien me salva, y al ver la pantalla sonrió. —Hola amor.— Digo al responderle a Dana y sin importarme que ella me escuche.
—Hola guapo, ¿Qué crees? Me han dado una invitación para ir a cenar gratis al mejor restaurante de Málaga, el chef abrirá una locación dentro del hotel y me ha invitado a ir para que pueda inspirarme en sus platos para decorar la locación... ¿cenamos juntos allí? — Propone y sonrió como un idiota.
—Por supuesto, ¿nos encontramos en casa? — Digo un poco más bajito.
—Sí, claro... te veo en un rato ¡Te amo! — Exclama y le lanzo un beso por el móvil.
Termino la llamada y regreso al ordenador —¿Con que un nuevo amor?— Pregunta ella como si fuese un reclamo.
—No es tu problema. — Me limito a responderle y para evitar sus preguntas, recojo mis cosas y salgo del lugar; definitivamente no quiero saber nada de ella.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sin Darnos Cuenta