La puerta de la habitación se abre y al verla entrar siento que las pulsaciones se aceleran a mas no poder. Creo que mi corazón se saldrá del pecho, pero ¿Por qué?
—Hola, ¿Cómo te encuentras? — Me pregunta y acomoda un mechón de cabello detrás de su oreja.
«¿Está nerviosa?»
—Igual que antes, solo que no sé porque no puedo dejar de pensar en ti ¿Quién eres en mi vida? — Pregunto con mucho interés mientras la veo sentarse en la silla que hay al lado de mi camilla.
—Es mejor que lo descubras tu solo. No quiero hacer nada que pueda empeorar tu estado de salud. — Me explica y es realmente frustrante que no la recuerde.
—Preferiría saberlo ahora. — Me defiendo.
—No insistas, no lo diré.— Me dice firme y supongo que debo darme por vencido con mi pregunta.
No sé muy bien de qué hablar con ella. Si no sé quién es, ¿Cómo se supone que voy a entablar una conversación?
Mi mente da vueltas y vueltas a los pocos datos que tengo de ella y finalmente se me ocurre una idea.
—Me han dicho que tuvo que verte un médico, ¿estas enferma? — Me atrevo a preguntar y una tímida sonrisa se dibuja en su rostro.
—No, no estoy enferma. Tenía un brazo vendado, pero ya me han quitado el yeso y...—
—¿Y? ¿Qué?— Presiono al notar que se queda callada.
No entiendo, ¿Cuál es el problema?
—Nada...— Dice finalmente y esquiva mi mirada.
Odio que no me mire. Necesito perderme en su mirada para intentar comprender quien esta mujer en mi vida.
—¿Candela? ¿no?— Le pregunto y ella asiente. —¿Acaso tu y yo éramos algo?— Pregunto sin rodeos y abre sus ojos de par en par.
—¿Por qué me preguntas eso?— Cuestiona y debo sonreír and la sorpresa que le ha causado mi pregunta.
¿Cómo le digo que me parece una mujer súper atractiva? ¿Puedo acaso confesarle que desearía que me dijese que es mi esposa?
Quizás estoy loco y ella no es absolutamente nadie en mi vida...
Es horrible sentirse así.
—No sé, solo necesito saberlo. — Es lo que decido responder y sonríe.
—Es mejor que te des cuenta de las cosas solo Franchesco. Créeme que es lo mejor, yo no quiero hacerte daño. — Se explica y en estos instantes lo único que siento que me hace daño es no saber nada de ella. —Iré a buscar a tu madre, seguro quiere verte. — Añade y nuevamente me deja solo en esta habitación.
No sé porque, pero cada vez que le veo marcharse, siento que deja un gran espacio vacío. Es como si mi ser completo la reclamase... ¿Quién es ella en mi vida?
La mujer de pelo oscuro y bastante delgada entra a la habitación y me mira con tristeza —No entiendo que le sucede. — Comento de la nada y ella tan solo se acerca a mi y toma mi mano delicadamente.
—No es fácil para ella, tenle paciencia. — Me explica y supongo que eso responde a una de mis preguntas.
—Es mi novia, ¿no? — Pregunto y mi madre solo suspira.
«Necesito saberlo...»
—Dana me matara por decírtelo, pero si... es tu novia. — Dice sin rodeos y sonrió.
—¡Lo sabía! No podía estar equivocado...— Comento y Marta sonríe.
—¿Por qué lo dices?— Me pregunta mirándome tiernamente.
—Porque me puse demasiado nervioso al verla. Ahora comprendo lo triste que se ha puesto al saber que no recordaba nada. Debe de ser muy fuerte para ella.— Explico.
—Hijo, es mejor que descanses. Tú no deberías estar esforzando tu mente de esta manera, necesitas recuperarte par así poder salir de este lugar.— Me dice de manera cálida y solo puedo darle una tímida sonrisa.
—Es que no me gusta no poder recordarla. De seguro la amaba mucho.— Expreso.
Mi madre no sabe que decirme... yo tampoco sé muy bien que espero que me diga, lo único que sé es que siento demasiada angustia. Quiero poder recordar quien soy y recuperar mi vida. Este limbo entre la realidad y mi imaginación no me gusta.
Me muevo en la cama con nervios, quiero levantarme de aquí e ir a explorar el mundo que hay allí fuera, pero un doctor entra a la habitación y me sujeta fuerte al notar que quiero levantarme de la cama —Franchesco, por favor... tranquilízate.— Me pide pero niego.
—Quiero salir de aquí. Quiero saber quién soy.— Me quejo mientras llama a una enfermera.
—No hija, tu no deberías. — Intercede mi padre y ella da dos pasos hacia atrás.
No entiendo... ¿Acaso está enferma que la cuidan tanto?
—Hola.— Le digo sonriente al pasar por su lado mientras que vamos llegando a la entrada.
—Hola.— Replica bajito y acomoda un mechón de cabello detrás de su oreja.
Dios... siento que se me va a salir el corazón del pecho «¿es normal?»
—¡Tío!— Exclaman dos niñas al entrar a la casa. Una de ellas aun es pequeña y la otra es bastante mas alta...
—¿Tío?— Pregunto confundido.
—Si hijo, ellas son Fabiola y Carla las hijas de tu hermana Tamara.— Me explica mi madre mientras me ayuda a sentar en uno de los sofá del salón.
—Hola niñas, lo siento mucho...— Me disculpo y me limito a saludarlas.
—No te preocupes tío, mami nos ha dicho lo que sucedió...— Explica la mayor y me siento un poco mejor.
Poco es el tiempo que transcurre cuando el resto de mi familia aparece y se presentan tal como si fuese la primera vez que nos vemos; de acuerdo, para mí lo es... pero, para ellos supongo que ha de ser muy frustrante. Realmente estoy agotado y eso sin contar lo adolorido que me siento, supongo que el traerme a la que supuestamente es mi habitación para descansar ha sido la mejor idea. Mis padres se retiran, pero ella se queda parada bajo el marco de la puerta mirándome mientras yo me acomodo en la cama.
—Bueno Franchesco, yo vendré a visitarte más tarde.— Dice e intenta darse la vuelta para irse.
—¡Espera!— Exclamo y se detiene.
No quiero que se vaya... quiero saber más de ella, de nosotros... —Dime, ¿necesitas algo?— Pregunta acercándose a mi.
—Si, necesito que te quedes conmigo aquí.— Le pido tomándola por sorpresa.
—Franchesco... deberías descansar. — Responde en un susurro que esconde todos sus nervios.
—Yo solo necesito hablar contigo.— Le corrijo —Quédate, por favor...— Le pido y finalmente ella asiente.
Creo que no es consciente de cuanto es que la necesito, de que mi memoria no me hace falta para saber que ella es la persona más importante de mi vida y es que de verdad siento que el corazón me recuerda lo que mi cabeza ha olvidado y eso no sé muy bien si sea posible, pero me encanta de una manera que no sé ni como explicar.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sin Darnos Cuenta