La veo como de manera muy nerviosa ella acerca una silla que había en un rincón de la habitación hacia el lado de la cama y luego se sienta. —Tú dirás.— Me dice tímidamente.
—Mi madre me ha contado que tú eres mi novia. — Confieso y su cara cambia repentinamente.
—No debió hacerlo, eso solo te confundirá más. — Explica.
—Me confundía más verte y sentirme como me siento sin saber por qué. Jordana, desde que abrí mis ojos y te vi a mi lado no puedo dejar de pensar en ti, yo no sé qué es lo que tú y yo teníamos antes de mi accidente, pero supongo que ha de haber sido algo muy bonito para que aun sin memoria te siga pensando. — Le dejo saber y sus ojos se llenan de emoción.
—Si era muy bonito, pero no deberías esforzarte... no quiero que te haga daño. — Me pide tomando mi mano entre la suya, y el contacto de su piel con la mía provoca una corriente eléctrica en todo mi ser.
—Acuéstate a mi lado. — Le pido y sus ojos se abren de par en par.
—¿Qué?— Pregunta con un hilo de voz.
—Que te acuestes a mi lado, quisiera descansar abrazado a ti.— Le explico y sonríe.
—Vale.— Accede finalmente y se pone de pie para dar la vuelta a la cama y cuidadosamente acostarse a mi lado.
Estiro mi brazo para rodear su cuerpo, pero ella niega. –—Estas lleno de morados, si me apoyo en ti te dolerá.— Explica tímidamente.
—Tu ganas esta vez.— Replico sonriente y ella ríe.
—Es por tu bien.— Me deja saber.
—De acuerdo... sabes, me gustaría saber de ti.— Comento.
—¿Y qué quieres saber de mí?— Me pregunta mientras se acomoda de lado para verme y por algún motivo me es inevitable no observar la manera que su falda se ha subido con sus movimientos.
—¿Nombre completo? ¿Edad?— Propongo y ríe.
—Jordana Garay, cumplo 29 el 14 de Diciembre. — Responde sonriente.
—¿Cuánto tiempo llevamos juntos?— Me atrevo a preguntar.
—Mmmm... eso no es tan fácil de responder.— Dice con muchas dudas.
—¿Por qué? ¿Acaso tú y yo no somos novios?— Pregunto intentando no reír de su expresión.
—Algo así...— Comenta nerviosa y luego lleva sus brazos a su cabeza haciendo que blusa se levante y yo quede completamente sorprendido.
«No puede ser... »
—¿Estas embarazada?— Pregunto con mi voz entrecortada y ella de inmediato lleva sus manos a su blusa y la baja rápidamente.
—No debería estar aquí...— Dice sentándose en la cama e intentado irse, pero la detengo sujetándola del brazo.
—Jordana, por favor... Dime la verdad, esa no puede ser una simple hinchazón porque has comido de más...— Digo serio.
Ella suspira y luego se acomoda mejor sobre la cama para mirarme. —Esto ha sido una mala idea.— Comenta cubriendo su rostro con sus manos.
—Por favor, que haya perdido la memoria no quiere decir que no deba saber la verdad.— Explico.
Ella destapa su rostro y me mira —Si Franchesco, estoy embarazada... tengo ocho semanas.— Confiesa finalmente y me quedo sin aire.
—¿Y es mío, cierto?— Presiono.
—Joder... todo esto está mal, tú deberías recordar por ti mismo... siento que te estoy presionando.— Se queja y niego.
—Soy yo quien quiere saber, tengo derecho.— Le corrijo.
—Si Franchesco, es tuyo... tú y yo teníamos muchos planes antes del accidente e incluían a este bebé.— Me dice triste y puedo sentir su dolor. Ahora entiendo porque ha estado tan extraña durante el tiempo que estuve en el hospital. Puedo entender lo mal que ha de haberse sentido...
—Voy a ser papá...— Pronuncio tan bajito que apenas yo mismo puedo escucharme.
—Franchesco, por favor... necesitas recuperarte, y todo esto no te esta ayudando.— Me dice preocupada.
—Qué bueno cariño, ¿y el bebé? ¿ya lo has visto? — Averiguo llevando una de mis manos sobre su abdomen.
—Sí, ¿quieres verlo?— Pregunta con gran entusiasmo y solo puedo asentir.
Ella se levanta de la cama y va rápidamente por su bolso, el cual está sobre el sofá y de allí saca un sobre blanco. Al regresar a mi lado saca el contenido del sobre y me lo entrega. —Amor, te presento a tu hijo o hija.— Me dice emocionada y solo puedo quedarme mirando el ultrasonido como un tonto.
Es inevitable no emocionarme al ver al aun pequeño embrión que es nuestro hijo. Mis dedos rozan la imagen como creyendo que así lo estoy acariciando a él, y al levantar mi mirada para verla a ella noto que esta llorando.
—Ey, amor... no llores. — Le pido dejando el ultrasonido a un lado y llevando mis dedos a sus mejillas para secar sus lágrimas.
—Tuve tanto miedo de perderte... Fue horrible verte allí en esa cama de hospital sin reaccionar. Creí que no saldrías de eso. Después cuando despertaste, sentí que volví a vivir, pero cuando me di cuenta de que no recordabas nada me sentí fatal.— Me confiesa entre lágrimas y solo puedo abrazarla más fuerte.
—Siento mucho el haberte hecho pasar por eso tan horrible. Aquella tarde salí de ese lugar lleno de rabia por la discusión que tuve con Amanda y Mariela... conduje como un loco y luego ya no sé qué paso.— Le dejo saber.
—Ya está, ya te encuentras bien y estamos juntos. Eso es lo único que importa.— Me dice un poco más tranquila.
—Te juro que nada ni nadie nos volverá a separar. — Le aseguro y ahora soy yo quien la besa suavemente.
Tengo la sensación de que hacia una eternidad que no la besaba. Sus labios y los míos están saldando las cuentas pendientes en este beso. Todo parece ir en cámara lenta... quizás es que nos besamos sin prisa. —Te amo.— Me dice en una corta pausa.
—Yo a ti.— Afirmo y sigo besándola hasta que un golpe en la puerta nos interrumpe haciendo que riamos.
—¡Adelante!— Digo al separarnos.
Abren la puerta y allí esta mi madre —¿Quieren que les traiga el desayuno aquí?— Pregunta y niego.
—No madre, iremos a desayunar a bajo con todos ¿te he dicho ya que me encanta esa blusa que traes puesta? ¿Te la regale para tu cumpleaños pasado? ¿no?— Le pregunto para que se entere que he vuelto a ser el mismo y su sonrisa es tan amplia que apenas le cabe en el rostro.
—¡Hijo! ¡Has recuperado la memoria! — Dice feliz y se acerca a abrazarme.
—He vuelto...— Digo sin soltarla y realmente puedo sentir la angustia que han sentido cuando me abrazan.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sin Darnos Cuenta