Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 44

13 de diciembre

La observo mientras termina de secarse el cabello y sonrió ampliamente cuando las memorias del día de ayer vienen a mi mente. Es inevitable, debo acercarme a ella y abrazarla desde atrás. —Juro que, si no tuviésemos la cita con el doctor, no te dejaría salir de aquí.— Le digo al oído y ríe.

Apaga un momento el secador de pelo y me mira a través del reflejo del espejo. —Me apetecería quedarme contigo en la cama todo el día, pero también tengo muchas ganas de saber si tendremos una niña o un niño.— Comenta y vuelve a encender el secador. Son estos momentos tan simples los que me hacen sentir totalmente vivo a su lado. Es como si todo ese mundo de cámaras, de ese mundo de gente con dinero, y de lujos dejara de existir cuando ella me lleva a la hermosa realidad que tengo a su lado.

[...]

Sube el volumen de la radio y canta a todo pulmón una de las canciones que nos gusta a los dos, y justamente suena ahora —¡No! ¡No vayas presumiendo no! ¡Que me has robado el corazón!— Es demasiado gracioso el escucharle cantar así, me recuerda a aquellos días donde no nos dábamos cuenta de que era lo que nos sucedía y disfrutábamos de largos viajes en auto.

Bajo un poco el volumen y tomo su mano sin desatender la carretera —Amor, nunca cambies por favor. Eres lo más bonito que me ha pasado en la vida y contigo caería una y otra y otra vez sin problema alguno. — Le digo de manera picara y me observa con una enorme sonrisa en su rostro.

—Jamás cambiare, tú me haces ser así y es de la manera que quiero sentirme siempre. — Me asegura y sé que sus palabras no mienten.

Pocos minutos después finalmente llegamos al edificio donde está el consultorio del doctor aquí en Madrid, y estaciono el auto para luego bajar y ayudarle a bajar a ella. —Permíteme. — Digo tomándola del brazo y así vamos caminando hasta entrar al edificio y subir hasta el séptimo piso.

Entramos al consultorio y allí nos recibe una mujer de cabello cobrizo quien nos sonríe ampliamente y creo que está haciendo un gran esfuerzo para no demostrar su emoción al verme aquí; debo admitir que es muy profesional.

—El doctor estará con ustedes en un momento. — Nos indica y luego nos ofrece tomar asiento en la pequeña sala de espera que hay.

—Tu doctor ha sido muy amable de aceptar verte aquí. — Le comento bajito.

—Te encantara el doctor Quintana; sé que no le conoces aun debido al accidente, pero me ha tenido mucha paciencia. — Me explica sonriente.

—Eso es lo más importante amor. — Afirmo y no quiero hablar de lo que he perdido hasta ahora debido al accidente. Solo quiero mirar hacia adelante y ahora lo único que ven allí es nuestra boda y nuestro hijo o hija...

Son pocos los minutos que pasan hasta que un señor de unos cincuenta años más o menos y de cabello grisáceo sale a la recepción y le llama. —Jordana, que bueno verte nuevamente. — Le dice cuando la saluda y luego me saluda a mí —Franchesco, un gusto. —

—Igualmente doctor Quintana, siento el no haber estado en la primera ecografía de mi hijo.— Me disculpo y niega.

—Sé muy bien lo que ha sucedido, no tienes que disculparte por nada. Ven, vamos a que vean a su bebé. — Nos pide y le seguimos hasta entrar a uno de los consultorios.

Cierra la puerta detrás de nosotros y le pide a Dana que se acomode en la camilla mientras que a mí me ofrece sentarme a su lado. Parezco un tonto, pero observo cada uno de sus movimientos, observo el equipo médico, y mucho más observo a mi bellísima prometida. Se ve emocionada y para que disimular, yo estoy igual o más emocionado que ella; veremos a nuestro bebé.

—Bueno, veamos si este pequeñín nos deja saber si es niño o niña.— Comenta el doctor mientras mueve el ecógrafo por el vientre de Dana y solo me quedo hipnotizado al ver como en la pantalla comienza a verse la forma de nuestro hijo. Se escucha un "boom-boom" de fondo y yo sonrió como si estuviese escuchando lo más importante de mi vida, y es que es así... esos son los latidos de su pequeño corazón y definitivamente es el sonido más importante que he escuchado hasta ahora.

—¿Se deja ver?— Pregunta Dana con una enorme sonrisa en su rostro y luego me mira a mí.

—Si, definitivamente se deja ver y tengo la noticia de que es una niña. — Nos informa y vaya que me siento en las nubes en estos momentos.

—¡Es una niña!— Exclamo y sin poder evitarlo comienzo a besar a Dana olvidándome de que no estamos solos.

—Amor...— Me regaña entre risas y acaricia mi rostro.

—Por mí ni se preocupen. — Nos dice divertido el doctor.

—Una niña... Te volverá loco.— Me advierte ella y niego.

—Te volveremos loco.— Le corrijo. —Sera mi consentida.— Advierto y me mira seria.

—¿Y su madre que?— Me pregunta haciéndose la ofendida.

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