Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 45

Nunca había sentido un miedo como este, es como si hubiese sentido que mi alma se salía de mi cuerpo cuando la vi allí desmayada. Camino detrás de ella mientras que el paramédico la lleva a la enfermería del aeropuerto y puedo escuchar sus quejas. No entiendo como es que no se deja cuidar; esta embarazada y debe entender que no solo se trata de ella; sino que de nuestra hija también. En lo único que puedo pensar en estos momentos es en ellas dos «Solo espero que todo este bien con ambas.»

Una vez dentro de la enfermería el doctor de turno la recibe y como casi siempre me mira varias veces como asegurándose si es que en verdad soy yo. Realmente agradezco que sea tan profesional y entre a Dana al consultorio sin hacerme ninguna pregunta o comentario extraño.

Observo con detenimiento como la revisa, escucho atentamente a cada una des sus preguntas y prefiero no intervenir. Verdaderamente siento miedo y sé que si respondo a cualquier pregunta, probablemente exagere y solo consiga entorpecer con su labor.

—Jordana, afortunadamente el desmayo solo ha sido causado por que se te ha bajado la presión y en la caída no has recibido ningún traumatismo que haya golpeado al bebé. Te recomendaría que cuando regreses a España veas a tu obstetra para que él te haga un estudio más detallado y descartar cualquier desbalance en tu organismo. Por lo que me has contado la baja de presión ha sido un hecho aislado, pero si vuelve a ocurrir de esta manera podría significar algo más serio.— Le explica y en mi mente intento grabar cada una de sus recomendaciones para que al regresar a casa ella haga lo que le ha indicado. —Bebe mucha agua y come cosas saladas para prevenir que esto ocurra nuevamente. — Le sugiere y ella tan solo asiente mientras se acomoda la ropa y baja de la camilla.

—Lo hare doctor. Me cuidare.— Le dice firme.

—Y yo me asegurare que lo haga. — Intervengo y mi guapísima prometida me lanza una de esas sonrisas que me quitan el aire.

[...]

Es increíble como todo mi ser se ha relajado al saber que ha sido tan solo un susto. Entro las maletas a nuestra habitación de hotel y apenas ella entra le miro serio —Tú ve a descansar; yo me encargo del resto.— Le digo en lo que es prácticamente una orden.

—Que solo me he desmayado.— Se queja como niña pequeña.

No puedo creer que sea tan necia... Bueno, si lo creo... la conozco demasiado. —¿Acaso no has escuchado al doctor? Debes cuidarte.— Le repito y dejo las maletas para ir hacia ella y tomarla de la mano como si fuese una niña pequeña.

—Amor... que estamos juntos en Lisboa por primera vez juntos.— Me dice con una enorme sonrisa que es la que utiliza cuando pretende convencerme de algo.

Debo ser fuerte, tengo que ser firme con ella y convencerle de que no puede actuar como si nada hubiese sucedido. Coloco mis manos sobre sus hombros y la miro fijamente. Su mirada es mi perdición y ella lo sabe... «Franchesco no flaquees...» Me repito por dentro.

—Mi amor, yo sé lo que te emociona que estemos aquí juntos, pero, debes entender que esto ya no se trata solo de ti y de mi. Cariño, esta pequeña vida depende de que tú te cuides y de que yo las cuide a las dos. — Le digo de la manera más dulce que puedo y acaricio su rostro suavemente —Te prometo que tendremos muchas oportunidades no solo de venir a Lisboa; sino de recorrer el mundo entero si tú quieres, pero por favor ahora solo descansa un poco. — Le pido y su mirada se transforma por completo.

Me sonríe ampliamente y ahora es ella quien acaricia mi rostro. Juega con mi barba y me sonríe para luego morder sus labios —Es que tú eres el hombre más especial del mundo. Siempre me has cuidado como tu amiga, pero el verte cuidándome como tu futura esposa y madre de tu hija es algo que te queda de maravilla... ¿Quién me iba a decir tu serías el que me cuidarías de esta manera?— Dice haciéndome sentir el hombre más afortunado del mundo.

—Yo solo quiero verte bien a ti y a nuestra hija.— Respondo rozando sus labios con la yema de mis dedos tiernamente.

Son muchas las sensaciones que recorren mi ser en estos momentos. Ni hablar de los miles de recuerdos que tengo junto a ella. Nos veo ahora y sé que seremos capaces de conseguir muchas cosas bonitas juntos si seguimos así cuidándonos el uno al otro. Todo esto es un mundo nuevo para los dos, pero sé también que si seguimos juntos de la mano iremos aprendiendo todo lo que necesitamos en el camino para poder ser los mejores padres que podamos ser.

[…]

Al día siguiente: 15 de diciembre

La miro dormir tan plácidamente que no me he atrevido a despertarla, pero si he pedido el desayuno en la habitación para que no se nos haga tarde. Voy hacia la puerta, le doy la propina al hombre que ha traído el carrito con el desayuno continental, y lo entro a la habitación para llevarlo a un lado.

No quisiera hacerlo, pero debo irme a prepararlo todo y realmente quiero asegurarme de que ella se alimente bien. Me subo a la cama de manera sigilosa y lentamente aparto su cabello a un lado y comienzo a dejar suaves besos en su cuello. —Amor, buenos días. — Le digo bajito y sé que se ha despertado porque escucho ese quejido que hace cuando quiere seguir durmiendo. —Sé que quieres quedarte en la cama, pero ha llegado el desayuno.— Le informo y antes de darme tiempo a reaccionar, ella toma uno de mis brazos y hace que la rodee.

—Quédate un rato aquí conmigo. — Me dice como niña pequeña y rio.

—Me encantaría preciosa, pero en dos horas debo estar trabajando, lamentablemente me toca. — Informo y resopla haciéndome reír.

Amo lo dormilona que puede ser a veces.

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