Evana caminó unos pasos, mientras escuchaba a la policía alejarse con Álvaro.
Sintió un mareo terrible y cayó en los brazos de Marcus, quien la cargó aun estaba consciente de ser llevada por su esposo a casa.
Al entrar, la llevó a su habitación y la recostó en la cama.
Acarició su rostro
—Ya viene el médico, amor —susurró
—Estoy bien, solo ha sido agotador.
Él acarició su rostro de nuevo, la miró con ternura.
—Ya estás en casa, mi amor, te extrañé.
Él sonrió.
—No demoré mucho.
—¡La niña! —exclamó Evana—. La hija de Nicol, ha quedado desamparada.
Marcus la recordó, sintió compasión por esa pobre niña, muertas Stella y Nicol, con Álvaro en la cárcel, la pequeña niña estaría sola en el mundo.
—Nos tiene a nosotros, te prometo que no estará sola.
Evana sonrió, y acarició su rostro con sus dedos largos.
—Eres demasiado bueno, Marcus, para este mundo.
Él negó.
—Solo soy bueno por ti, tu amor me volvió bueno.
Cuando el doctor llegó, revisó a Evana, notó que su presión arterial era elevada.
—Es muy importante que la presión arterial se controla y esté baja, señora Ford, porque puede ocasionar problemas en el embarazo, supongo que ha pasado días difíciles, pero de ahora en adelante, debe tener una presión controlada.
El doctor indicó que alimentos no debía consumir y que medicamentos debía tomar, además, indicó que Evana debía estar en estado de reposo por lo menos dos días.
Al día siguiente.
Mientras Evana se quedó en cama, Marcus, Jonathan y Swift tuvieron que ir al juicio de Álvaro.
Marcus estaba ahí, viendo como su sobrino era enjuiciado, pronto, el abogado dictó una sentencia.
—Por el crimen de lavado de dinero y asesinato no premeditado, se le encuentra culpable de ambos cargos, y se le sentencia a veinte años de condena.
Los ojos de Álvaro se abrieron tan grandes, sus ojos eran dos lagunas que no dejaban de desbordar, lloraba, gemía, pero nadie lo consolaba. Incluso Marcus sintió un dolor profundo que quiso olvidar, porque él conoció a Álvaro siendo un niño, él lo quiso mucho, hasta verlo transformado en otro, y supo que, en la vida, había personas que pasaban de ser alguien a quien amas, a alguien a quien ya no reconoces.
Álvaro fue llevado, sus ojos miraban abajo, pero de pronto, su mirada cruzó con su tío,
Marcus no supo si era una mirada de dolor, o una de odio, quizás era de ambos, pero ninguno dijo nada.
Jonathan tocó su hombro
—Tiene lo que merece, la justicia ganó, nadie escapa de ella, ni aquí, ni en el otro mundo.
Marcus asintió, salieron del juzgado.
Pronto llegaron a casa, Marcus entró en la habitación y su esposa dormía, ella despertó poco despues, y lo miró con ojos adormilados.
—Me he quedado dormida, lo siento, tengo mucho sueño, últimamente.
Él sonrió al verla adormilada, Evana era adorable.
—Duerme, mi amor, te traeré la cena aquí.
—¿Qué pasó? ¿Vas a contarme?
Él asintió.
—Álvaro pasará veinte años en prisión.
Álvaro estaba en la sala de visitas, un abogado entró, se sentó frente a él.
—Firme esto de notificado.
—¿Qué es? —exclamó con duda.
—Es la notificación de que ha perdido la patria potestad de su hija, y de que ella será dada en adopción.
Los ojos de Álvaro le miraron con burla.
—No me importa nada de lo que le pase a esa bastarda.
El abogado le miró con asco, cuando el hombre se iba lo detuvo, porque Álvaro tuvo una sospecha.
—¿Quién se hará cargo de la niña? Al menos tengo derecho a saberlo.
El abogado lo miró con rabia.
—A partir de ahora, no tiene derecho a nada con respecto a la menor, usted ha perdido todos sus derechos y también las obligaciones, la menor ya no es su hija, pero ha sido adoptada por Marcus y Evana Ford, usted no podrá acercarse, aunque claro, no creo que llegue a salir de este lugar, nunca —dijo el abogado con burla, y se alejó.
Álvaro lo miró con odio, sus manos se hicieron un puño.
—Con que ese par adoptará a la bastarda, vaya-vaya, claro que sí, Evana siempre tuvo corazón débil, y mi tío también, tal para cual, han abierto la puerta, de todos modos; tal vez yo tendré lo mío, pero tarde o temprano, Evana, tú tendrás lo tuyo —sentenció el hombre—. No moriré en prisión, cuando salga, iré por ti, Evana, lo pagarás muy caro.
El hombre fue llevado a la celda de regreso, al entrar unos hombres estaban ahí.
—Miren que tenemos aquí, un niño rico de la alta sociedad, ¿Dónde está tu esmoquin, ahora, milord? —exclamaron entre burlas.
Álvaro los miró con pavor, temía lo peor, hasta que esos hombres comenzaron a golpearlo. Álvaro chilló, suplicó, pero nada pudo hacer, lo dejaron sobre el suelo, luego, uno de ellos tomó su cabello, lo hizo hacia atrás.
—A partir de mañana serás mi nueva perra, y si te niegas, vendré a golpearte hasta que supliques porque lo seas.
Álvaro se quedó solo, chilló en el suelo, mientras sentía pavor y odio, sobre todo odio.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......