Cuando Jonathan despertó, Sabrina no estaba en la cama, se enderezó asustado.
—¡¿Habrá escapado?!
Minutos despues de decirlo, sus palabras le sonaron estúpidas, ¿Por qué ella se iría de su lado? Negó.
Se levantó y fue a buscarla, al salir un olor delicioso a café recién hecho y dulce invadió su olfato, siguió el olor a la comida, y la encontró sirviendo la comida en la mesa.
Ella sonrió al verlo.
—Toma asiento, tengo tu comida lista.
Él sonrió.
—¡Qué locura! No suelo desayunar casi nunca.
—Pero… por favor, come.
Él asintió
—Iré a arreglarme, vuelvo en unos segundos.
Ella sonrió, esperanzada.
Jonathan volvió tal cual lo prometió, tomó asiento y bebió aquel café, sus ojos se abrieron enormes, era incluso mejor que el café como que solía comprar en la cafetería cercana al hospital oncológico.
—¿Quién te enseñó a hacer el café?
—Mi madre, ella adoraba hacer café y cocinar.
—Murió hace poco, ¿Verdad?
—Ella tuvo un problema en el corazón, nunca pudo mejorar, pero fue inesperado, no me di cuenta de que estaba tan enferma.
—Lo siento —dijo al ver la tristeza brillar en sus ojos claros, ella asintió y sonrió.
—¿Hoy trabajarás?
—Hoy no lo haré.
—Bien.
Un silencio incómodo los invadió, él probó los panques, y descubrió que eran muy sabrosos.
—¿Por qué no vamos a pasear? Si te sientes bien.
Ella sonrió, asintió despacio.
—Me siento bien.
—¿A dónde quieres ir?
Ella titubeó.
—Puedes escoger tú, por favor, iré a cualquier lugar, será maravilloso para mí.
Él sonrió, le gustó como era ella, de pronto le pareció dulce, complaciente y tierna, asintió
—Te llevaré al lago de campo, un picnic ahí nos vendría bien sobre todo para que tomes aire fresco y un baño de sol para el bebé.
Ella sonrió
—Prepararé una comida deliciosa, entonces.
Él sonrió.
Llegaron hasta el lago de campo.
Tomaron una sombra en medio del prado.
Ella sacó poco a poco las cosas de la canasta, y él sonrió al ver el delicioso pastel de chocolate.
—¿Quién te dijo que amo el pastel de chocolate?
—En realidad, no lo sabía, me alegra tanto que te guste.
Sabrina sonrió estaba soñando desierta con encontrar a su único amor.
—¿Cómo elegiste ser médico?
ÉL la miró a los ojos.
—Bueno, todo fue desde mi nacimiento, no nací con normalidad.
Ella le miró incrédula.
—¿Que dices?
—Mis padres estaban divorciados, tenían un hijo en común, Alex, así que, Alex enfermó, necesitaba un trasplante, y solo un hermano podría ser compatible, digamos que yo era como la medicina de Alex, para eso nací.
Sabrina lo miraba con ojso enormes, habái un gesto compasivo en su rostro.
—Yo…
—No, pero su asistente el señor Swift ha dicho que es necesario por su seguridad.
—Bien, iré a Tromsø con mi esposa, rentamos una casa ahí, por favor, alcáncenos.
—Sí, señor.
Al colgar, Marcus llamó a su asistente.
—¿Por qué enviaste guardias y chofer externo?
—Es lo mejor, señor, hoy en la junta, su sobrino hizo una especulación grave que me hizo temer por usted.
—¿Qué dijo?
—Que, en caso de la muerte de un presidente, sería reemplazado por el anterior candidato, que no debíamos olvidarlo.
Marcus furnció el ceño.
—Swift, no temas a las palabras de un pequeñito, solo dice eso porque es su fantasía.
—Lo entiendo, señor, pero mi responsabilidad es velar por sus intereses y su seguridad, si quiere subestimar a Álvaro Ford, hágalo, pero déjeme hacer mi trabajo.
—Está bien, por cierto, quiero una nueva asistente de presidencia, pero no despidas a Pilar, no hasta que yo esté ahí.
—Está bien, buscaré a una nueva asistente de presidencia de forma inmediata.
Marcus colgó la llamada, sonrió burlón acerca de los miedos que creía infundados de su asistente personal, subió al auto.
El chofer los miró de reojo, y asintió, condujo rumbo al tren para ir a Tromsø.
Iban por la carretera, cuando de pronto el auto se detuvo, al escuchar el ruido de una llanta que explotó, que asustó a Evana, quien se estremeció, tomando la mano de sus esposos.
—¿Qué pasó?
—Una llanta explotó, señor, iré a ver.
El hombre salió del auto, cuando una bala le dio directo a la cabeza, el hombre cayó al suelo.
Evana gritó horrorizada, Marcus la tomó y la obligó a agacharse, escucharon disparos, de pronto abrieron la puerta.
—¡Marcus Ford, baja del auto con tu esposa!
Marcus tomó la mano de Evana, supo que había cometido su peor error, subestimó a Álvaro y su m*****a ambición
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......