—¡Evana! —exclamó Stella con terror al mirarla ante ella
Nicolas se acercó a ella, la miró con ojos enormes
—¿¡Acaso es una pesadilla?! —gritó muy desesperada
Evana sonrió con algo de burla, le dio un pellizco a su brazo y la joven se quejó amargo al sentir ese dolor.
—¿Sientes dolor, querida? Bueno, esta es la realidad, no sueñas, estoy viva, más viva que nunca, y eso es tu peor castigo.
—¡¿Cómo es posible?!
—¿Cómo es posible que sobreviví a la muerte que planeó tu hijo por segunda vez para mí? Es que Dios no les da alas a las víboras, Stella, aquí estoy ante ti, estoy viva, pero te aseguro que devolveré el golpe, tal parece que no me conoces, querida cuñada.
—¡No te atrevas a meter a mi hijo en tus porquerías, Evana! —sentenció Stella
Evana sonrió con burla ante la mujer.
—No solo lo voy a meter, Stella, lo hundiré —dijo Evana con rabia.
La mujer se acercó a ella, como una bestia salvaje, intentó pegarle, pero Evana sostuvo su mano con firmeza.
—Cuidado, Stella, antes me humillabas, porque me cegaba el amor que creí tenerle a tu demonio de hijo, pero nunca más, así que, si me tocas un cabello, te quedaras sin el tuyo. respétame, soy la esposa de Marcus Ford, el único presidente Ford.
Evana sonrió y se alejó.
—¡Maldita sea! —exclamó Stella con furia y frustración—. Debo llamar a Álvaro, seguro Marcus va rumbo a la empresa.
Empresa Ford
Álvaro no respondía la llamada, estaba enfrascado en la junta, quería controlar todo, quería que hicieran su voluntad.
—¡A partir de mañana quiero que aumenten la producción al doble! He conseguido un cliente marroquí que nos comprara el triple.
—Pero, debemos revisarlo, señor Ford, hay que verificar si tenemos personal para aumentar la producción, también recursos y ver el cliente si cumple con nuestros estándares de calidad —dijo uno de los socios al notar sus malos planes.
Álvaro golpeó la mesa
—Aquí solo se cumplen mis órdenes, soy el presidente, y si ordeno, ustedes obedecerán —dijo con rabia, haciendo sentir una autoridad que era evidente que desconocía.
Álvaro no había notado que su abuelo recién llegaba y escuchaba sus tontas palabras.
—¡Levántate, Álvaro! Y ve a la oficina, espérame allá, que debo hablar contigo.
—¡Abuelo, que no te das cuenta de que estoy dirigiendo la junta! Soy el nuevo presidente Ford, respétame como tal.
—Tú no eres nadie, todos aquí saben que el nuevo presidente se elige siempre con democracia, así que quítate del puesto porque el único presidente soy yo.
—Pero, abuelo... soy un Ford.
—¡Basta, obedece, niñito, ve a la oficina presidencial espérame ahí!
El hombre tuvo que tragar su orgullo, sintió que temblaba de rabia, pero, obedeció.
Al verlo salir, Andrés cerró la puerta y miró a los socios.
—Es un gran placer para mí informarles, que mi hijo Marcus Ford no está muerto.
Los ojos de los socios se abrieron enormes, impactados ante sus palabras.
—¡¿Qué?! —balbucearon.
Marcus apretó su cuello con tal fuerza, dejándolo sin aire, Álvaro luchaba, pero sus movimientos se volvían débiles y torpes, mareado, con visión borrosa, luchaba por un poco de oxígeno.
—¡Marcus, suéltalo, estás matándolo! —exclamó Andrés.
Andrés se acercó, finalmente, Marcus lo soltó.
Álvaro cayó al suelo, hiperventilando, recuperando el aire perdido.
Luego de unos minutos, por fin, pudo hablar.
—¡Abuelo, mi tío enloqueció! Mira que intentó matarme.
Andrés le miraba con rabia, lo tomó del cuello de la camisa, lo puso contra el escritorio
—¡¿Fuiste, tú?! Intentaste matar a tu tío —dio Andrés con profunda decepción al mirar su rostro
Álvaro se liberó
—¡¿Qué dices, abuelo?! ¡Nunca! Yo no he hecho nada malo, lo juro, él miente, ¿Le has creído, abuelo? ¿Acaso no te das cuenta de cuánto me odia mi tío? Él robó a mi ex, luego me robó la empresa, el solo intenta dañarme.
Andrés bajó la mirada, negó con desesperación, porque en sus ojos veía la verdad, Marcus no mentía, y Álvaro era un ser maligno.
—Pero ¡Qué equivocados estuvimos! Pensamos que, si te dábamos todo, entonces, superarías la muerte de tu padre y serías un buen hombre, pero te pudrimos hasta las raíces, Álvaro; se acabó, estás solo, niño.
—¿Qué dices, abuelo? —preguntó Álvaro con estupor, temiendo lo peor.
—Dio que estás fuera de la empresa, no te heredaré nada, ni en vida, ni en muerte, digo que debes ir a la mansión Ford, tomar tus cosas e irte de mi vida, digo que tú, Álvaro, ya no eres más mi nieto —sentenció Andrés
Los ojos de Álvaro se abrieron impactados.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......