Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 99

—Explíquese, no lo entiendo, Álvaro Ford dice ser el padre del hijo de Evana Ford, porque usted cambió el esperma de Marcus por el de él.

—¡No lo hice! —aseveró el hombre—. Yo fui amenazado por Álvaro Ford, usted no lo sabe, él tenía pruebas de una infidelidad que cometí a mi esposa, con eso me chantajeó, al principio, fingí ceder a sus demandas, pero, luego lo pensé bien. Decidí que no iba a arriesgar todo, y menos la felicidad de dos personas por ese hombre, hablé con mi esposa, ella me perdonó, renuncié a todo, me mudé aquí, él me entregó su esperma, pero me deshice de él, hice el procedimiento correcto, el hijo que Evana Ford espera, es de Marcus Ford, y cada embrión que se le implantó, era de Marcus Ford, lo juro.

—¿Cómo puedo creer en usted?

—Debe hacerlo, incluso podrán hacer pruebas de paternidad en unas semanas, y le juro que serán a favor del señor Marcus Ford.

—Debe venir conmigo, y decírselo al señor Ford, usted no sabe el dolor que se ha causado en esa pareja.

El hombre asintió.

—Claro que iré, dejeme informar a mi esposa —dijo.

Más tarde, Evana intentaba llamar al hospital, y obtener información sobre la pequeña bebé, supo que estaba bien y colgó la llamada.

Marcus fue con ella.

—La niña está bien, el doctor dijo que se encuentra saludable.

Él sonrió.

—Amor, gracias por preocuparte por ella, eres muy buena.

Evana lo abrazó.

—Gracias por amarme, y por estar a mi lado, incluso en este momento.

ÉL besó su frente.

—Te amo, Evana, perdóname si fui un tonto contigo.

La empleada entró al salón donde ellos se encontraban, Jonathan y un hombre venía con ellos.

—Marcus, mira él es el doctor Redcliffe.

Marcus sintió que el odio lo cegaba, casi iba en contra de ese hombre, pero Jonathan lo detuvo.

—Primero escucha lo que dirá. Habla.

—Yo no cambie ningún esperma, señor Ford, usted es el padre del hijo que espera Evana Ford; es cierto que su sobrino me pidió hacer el cambio y usó horribles chantajes para forzarme, pero preferí renunciar a hundir mi reputación de médico. Podrán hacer las pruebas de paternidad pronto y comprarlo por usted mismo.

Evana sonrió, tomó la mano de Marcus.

Él la miró, ella tenía llanto en sus ojos, él la abrazó.

—No ha devuelto el alma al cuerpo, porque, aunque yo iba a amar a ese bebé, lo cierto es que Álvaro es un monstruo.

—Me amenazó y chantajeó con un error que cometí contra mi esposa, ella me perdonó, pero quise dejar este mundo atrás, porque quería quitarle el poder a ese hombre.

—Hizo bien, le garantizo que Álvaro no volverá a molestarlo.

Evana y Marcus estaban felices.

—Gracias, Jonathan, te debo una.

Él le dio un abrazo.

—Nada, no me debes nada, para eso somos familia.

Una semana después.

Marcus estaba en la empresa, revisó todos los detalles, cuando Swift entró desesperado. Cerró la puerta.

—Debemos hablar, tenemos problemas serios.

Marcus furnció el ceño, consternado.

—¿Qué pasa?

—Pasa que se ha estado lavando dinero con proveedores desconocidos.

Los ojos de Marcus se abrieron enormes.

—¡¿Qué?! ¡Imposible!

—Marcus la firma en todas las transacciones, es tuya

—¡No! —exclamó, pero él miró los papeles—. Yo no he firmado nada de esto.

—Tranquila, amor, juro que estaré bien.

Marcus bajó la escalera, no opuso resistencia.

Swift y los abogados llegaron.

—No se angustie, señora Ford, estaremos ayudando al señor Marcus.

Jonathan llegó y Sabrina estaba desesperada.

—Iré con ellos, lo arreglaremos —dijo Jonathan

Sabrina asintió.

Evana lloró y Sabrina la consoló.

—Mi hermano es inocente, él no hizo nada de esto.

Hugh Glenn llegó a ese parque, vio a su nieta Irina en un columpio, junto a su madre embarazada, pronto tendría a otra niña.

Él se sentó en una banca junto a su hijastro Joey, lo habái criado desde niño, y siempre creyó ser su hijo, hace unos años supo la triste verdad, que Hugh no era su padre, y era un delincuente.

—¿Cuándo me vas a perdonar, hijo?

—No me llames hijo, no soy tu hijo, además, ya estamos lejos de ti, déjanos en paz, déjame ser feliz, vivir mi vida en paz, o quieres que tenga el peor destino por tu culpa.

—Mira a Irina, solo tiene cinco años, no merece una mejor vida, yo le daré la vida de reina que merece —dijo

—¿Para qué? ¿Para que termine siendo la esposa de un mafioso asqueroso como tú? ¡Aléjate!

De pronto, el ruido de sirenas los alertó, varios autos llegaron, policías armados hasta los dientes.

—¡¿Qué es esto?! —gritó Joey

Escuchó los gritos de su esposa y su hija.

Otro auto llegó, con hombres armados, que querían rescatar a Hugh Glenn, quien sacó un arma para defenderse, pero en un cruce de balazos fue ultimado, Joey lo miró asustado, pero por accidente recibió un balazo en la cabeza, también.

—¡Papi! —gritó Irina, mientras su madre corría con su hija, lejos de ahí para salvar la vida.

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