Soy más rica que mi exmarido multimillonario romance Capítulo 114

Sin embargo, la voz que llegó desde el otro lado del teléfono no era de Alina, sino de un hombre:

—Buenas, señor, soy del Club Esperándote. ¿Es usted pariente de la dueña de este móvil? Es que la señora está borracha. Por favor, venga a buscarla aquí.

Generalmente, se tardaban unos cuarenta minutos conducir desde la Mansión Mulherd hasta el club indicado, pero Caleb llegó allí en quince.

Nada más entrar en la sala de descanso, Caleb vio a Alina en abrazos de «un hombre», y al instante hizo una mueca sombría, irradiando un aura peligrosa.

Caleb se acercó, agarró al hombre del cuello y apretó el puño con la intención de darle a este una buena paliza. No obstante, en cuanto vio la cara del hombre, detuvo el puño en el aire.

—¡Humph!

Caleb resopló con frialdad y tiró a Ayden en el sofá.

Alina, quien ya estaba muy borracha, estaba tumbada en el sofá durmiendo.

Caleb la levantó del sofá.

—Venga, tomemos otra copa —murmuró Alina, con la cara sonrojada por la embriaguez.

En todos los años que llevaba con ella, Caleb nunca la había visto tan borracha.

En la mente de Caleb, Alina siempre había sido una mujer estricta en todo lo que hacía, muy acorde con el refinado temperamento de una dama noble. En la impresión de Caleb, Alina era una mujer tan tímida que nunca se dejaría emborrachar así en un club nocturno. Esta noche, sin embargo, al ver su lado rebelde, Caleb se sintió ajeno a la mujer que una vez había conocido tan bien.

—Ayden, me gustas mucho —Alina masculló, ebria.

Caleb la estaba sacando por la puerta cuando oyó esto, y su cara se volvió extremadamente fea.

Alina nunca le había dicho palabras tan cariñosas a Caleb. Su matrimonio se había celebrado de forma tan precipitada que Alina y Caleb nunca habían estado tan unidos como una pareja de enamorados, sino que habían mantenido una respetuosa distancia el uno del otro.

El matrimonio, tanto para ella como para él, parecía ser un deber y una responsabilidad, en el que Alina había empeñado una esposa adecuada, una noble señora de la familia Collins, sin ningún defecto, y, Caleb, en su lugar, un buen esposo que trabajaba duro para ganarse la vida.

Y ahora, Alina dijo estas palabras dulces a otra persona con un tono tan tímido y cariñoso que Caleb nunca había visto antes.

—¿Te gusta Andre?

Tras haber hecho la pregunta, Caleb se arrepintió, porque no quería oír la respuesta que le decepcionaría.

La intimidad que había visto entre los dos durante este tiempo ya le molestaba bastante a Caleb.

Al momento siguiente, oyó la respuesta de Alina y Caleb se enfadó tanto que quería tirar a esta directamente al suelo.

—Claro que me gusta mi hermano... —murmuró Alina

«¡¿Hermano?! ¡¿Qué clase de trato íntimo es ese?!»

—¡Alina! —gritó Caleb y le pellizcó con fuerza la mejilla a la mujer, pero aún incapaz de desahogar su frustración.

Alina estaba probablemente demasiado borracha, por eso no mostró ninguna reacción ante el pellizco fuerte de Caleb.

Al verlo, Caleb se puso aún más furioso y maldijo:

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