Al final, Caleb metió a la fuerza a Alina en su coche y se fue.
En el coche, Alina, descontenta, preguntó:
—¿Qué quieres?
Caleb le dirigió una mirada feroz, que daba mucho miedo.
Alina no pudo evitar tragar saliva al ver esa mirada sombría y se calló al instante.
«Alina, ahora sería mejor que no provocaras a este loco. Este está mal de la cabeza.»
A toda velocidad, Caleb llegó a Werland Villa conduciendo.
Para Alina, Werland Villa le había traído muchos recuerdos desagradables a Alina y ella jamás quería pisar este edificio. Pero, para Caleb, esta mansión era la casa de Alina y él mismo. Durante los tres años pasados, él había estado aquí esperando el regreso de ella.
—¡Bájate! —Cale mandó con frialdad tras abrir la puerta.
Alina se negó sin rodeos:
—No, no me bajaré.
¡No se bajaría del coche ni entraría en esa villa!
Caleb hizo una mueca sombría, y, tratando de contener la ira acumulada en el pecho, preguntó en una voz extremadamente grave:
—Entonces, ¡¿a dónde quieres ir?!
Alina levantó la vista y se encontró con aquellos ojos poseídos por el odio.
«¿Lo que hay en su mirada es odio? ¿Él tiene el derecho a guardarme rencor?» Alina
Al verla no hablar, Caleb continuó en un tono burlón:
—¿Qué? ¿Quieres ir a la Villa Waterside?
Ante el sarcasmo de este, la cara se le puso sombría a Alina y ella refutó en voz indiferente:
—Caleb, ¡no vayas demasiado lejos! ¡No hay nada entre Chester y yo! No intentes mancharme la reputación con tus especulaciones maliciosas. Te digo que no soy tan sinvergüenza como tú.
Tras decir eso, lo miró fijamente a los ojos a Caleb, como si estuviera diciendo: «Cabrón, no tengo miedo de ti. Si te atrevieras a decir más tonterías, te daría una buena lección.»
De repente, Caleb la agarró con fuerza de la muñeca y, de un tirón fuerte, la sacó del coche.
El agarre del hombre le dolió a Alina.
—¡¿Qué haces?! —ella gritó en voz furiosa— Loco, ¡suéltame ya! ¡Ah...!
Caleb entró en el salón tirando de ella y la empujó pesadamente en el sofá.
Lois, el ama de llaves y otros criados se apresuraron a esconderse, sin atreverse a emitir ni un sonido, al ver la escena violenta.
Los rayos cálidos del sol se derramaban por todo el salón a través de los ventanales, cayéndose sobre las dos personas tumbadas en el sofá. La escena se veía muy tranquila y cariñosa.
En este momento, Alina yacía débilmente en los brazos de Caleb.
Él la tenía en los abrazos en silencio, sintiendo como si estuviera abrazando el mundo entero. Sin embargo, por dentro se sentía muy vacío, porque no podía conquistar el corazón de la mujer, aunque podía poseer su cuerpo.
—¿Todavía recuerda cómo era nuestra vida? —Caleb rompió el silencio tras un buen rato.
Alina estaba tan agotada que ni siquiera podía abrir los ojos y mucho menos hablar.
Si ella tuviera alguna fuerza, seguramente se levantó de un salto y le dio unas bofetadas duras a este para desahogar su ira.
—Durante aquellos dos años, me esperaste todos los días para cenar juntos —Caleb murmuró para sí mismo amargamente al ver que Alina le hizo caso omiso.
En aquellos dos años, había que decir que Alina había sido una muy buena esposa.
Aunque no era buena en cocinar en absoluto, todos los días hacía todo lo posible para preparar platos que le gustan a Caleb y esperaba pacientemente a que este volviera del trabajo para cenar juntos.
A veces, Caleb tenía que trabajar hasta muy altas horas de la noche y Alina, muy cuidadosa, le calentaba los platos o le preparaba unos bocadillos ligeros. Cuando él viajaba por el trabajo, Alina le llamaba cada día para recordarle que comiera a tiempo.
A su vez, si no tenía trabajo urgente, Caleb volvía del trabajo a tiempo para hacerle compañía a Alina.
Durante los años, había sido una pareja íntima y feliz, pero ahora todo cambió.
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