—No quiero sonar imprudente mi Diosa —constató Seraniel después de escucharla—, pero yo solo soy un ángel guardián de bajo rango. Mis poderes son insignificantes y no estoy capacitado para luchar o cosas por el estilo. Yo apenas puedo cambiar un poco el humor de los humanos. Ni siquiera puedo hacer eso en ángeles.
—Mi querido hijo —la Diosa se acercó a él con delicadeza y alzó su mentón, Seraniel no podía ver su rostro a pesar de que la veía de frente—, no es necesario un gran poder cuando se tiene una gran determinación.
Seraniel estaba en desacuerdo, aunque no lo dijo, si venían hechiceros o demonios por el príncipe. Lo único que podría hacer, es llevárselo volando, si es que lo podía cargar.
—No obstante, te entregaré algo que te pueda ayudar a cumplir tu tarea.
La diosa se sacó un anillo de oro que entregó a Seraniel.
—Póntelo —le indico la diosa.
Seraniel se colocó el anillo algo temeroso, pero cuando se lo puso no sintió ningún cambio.
—Esto te dará la fuerza de un ángel de la orden de Dominaciones y podrás contactarme para darme información como lo haría un arcángel —explicó la Diosa—, así estarás más seguro tú y tu nueva persona.
—Diosa… —Seraniel veía asombrado el anillo de su dedo—, esto es demasiado.
—Es lo justo y lo necesario —le sonrió la Diosa—, no puedo mandarte sin armas.
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—No puedo creer que hemos podido guardar el secreto tanto tiempo —hablo Liam revisando una Tablet con trabajo pendiente—, a Gabriela le falta solo un poco menos de un mes para dar a luz y a mi Leia se le nota ya su pancita.
Bael sonrió un poco, antes no había creído posible que Leia podía parecer más dulce de lo que era, pero una Leia embarazada era la cosa más tierna del mundo. Ya había dejado de tener problemas con su loba, aunque adoptó un hábito antiguo de formar un nido con la ropa de Liam y quedarse dormida ahí por horas.
Todos, en especial Liam y Bael, acordaron que Jessy y Dan no serían oficialmente presentados hasta que Gabriela y Leia no dieran a luz. No querían arriesgar por nada del mundo sus vidas, Gabriela tuvo un comienzo de embarazo demasiado ajetreado y Leia tuvo problemas con su loba. Lo mejor era que siguieran lo que faltaba de su embarazo en paz.
La llegada de su hijo y de Jessy había calmado bastante los explosivos arranques demoníacos de Bael. Ahora podía concentrarse en sus misiones y era mucho más efectivo para rastrear y acabar objetivos. Al tener a su mate cerca, tenía mucho control de todas sus emociones.
Cuatro meses habían pasado rápido y las cosas siguieron avanzando en el Reino. Paso mucho más tiempo con su familia últimamente. Haniel y Dantalian de pronto eran los mejores amigos de todos los tiempos, tío y sobrino se habían convertido en inseparables para la mala fortuna de Bael. Dantalian había cumplido 6 años hace poco y lo festejaron juntos.
Creía que su hermano menor era muy mala influencia para su hijo.
Bael aún luchaba con los desplantes de Dantalian, no había roto la barrera que los separaba del todo. Sin embargo, Dantalian ya no ponía mala cara siempre que lo veía, Bael siempre llegaba con regalos cada vez que regresaba a casa y Dantalian a veces lo esperaba disimuladamente, extendía las manos y recibía sus regalos feliz. Vivir juntos fue de gran ayuda. Aunque siempre estaba en misiones y trabajaba más que nunca con el escuadron, regresaba ansioso a casa para ver a su hijo, a su pareja y lamentablemente al idiota de Gunnar.
Una familia extraña, pero contenta.
Dantalian últimamente estaba muy ansioso, porque si bien podía andar a sus anchas en su casa y los enormes jardines de esta. Ya empezaba a extrañar ir a la escuela o ir a pasear por el bosque. Bael lo había llevado un par de veces a su antigua manada para que visitara a todos. Esperaba que el tiempo pasara rápido y que Dantalian sea presentado orgullosamente como su hijo y su heredero.
—¿Qué hay de los hermanos de Leia?
—Clark todavía se queda en las tierras libres, pero me dijo que ya está preparando su regreso —explicó Liam—, dejó mucho trabajo pendiente y no puede posponerlo mucho tiempo.
—Espero que no siga trabajando como un investigador antimonárquico.
—Me dijo que les cambiará el enfoque a las cosas —sonrió Liam—, pero que seguirá denunciando las cosas que están mal.
—Maldito traidor.
Liam soltó una carcajada.
—Hablando de traidores —siguió Bael—, al parecer Estefan al fin encontró algo en su investigación en Corea.
Los salían a los jardines del palacio para desaparecerse y aparecerse en la casa de Gabriela, donde se festejaría un baby shower.
Un ser cayó como un rayo desde el mismo cielo, no era Estefan o su tío Alan, pero tenía alas blancas y resplandecientes en su espalda.
—Este es el Reino de los hombres lobos y tú no has sido invitado —gruño Bael gruñéndole amenazadoramente a aquel sujeto—, ¿Quién eres y qué haces aquí?
El sujeto lo observó un momento, mirándolo de pies a cabezas.
—¿Eres el semidemonio Alan?
—Ese es mi padre —Bael hizo aparecer varios espectros de fuego—, el cual no tardará en llegar.
Liam usaba su pulsera de oro para comunicarse con Estefan y su tío Alan para que llegaran, miró por encima del hombro de Bael y observó al sujeto. No se veía ciertamente amenazador. Vestía una toga violeta, tenía joyas de oro y no sabía si sus ojos estaban mal, pero brillaba un poco.
Parecía vestido con un disfraz caro y bien hecho de un ángel.
Entonces aparecieron estrepitosamente Estefan y Alan a cada lado de Liam. El príncipe empezó a pensar si debía transformarse o no.
—¿Y este payaso de dónde salió? —Alan miró al infiltrado y soltó una risa amarga—, parece un idiota.
—¿Cómo carajos traspasaste nuestras defensas? —gruño Estefan.
El sujeto conectó la mirada con Liam y de repente se arrodilló.
—Soy Seraniel, ángel perteneciente a la orden de los Guardianes —se presentó el extraño—, me presento ante usted príncipe Liam Moore, he sido encomendado para protegerlo y resguardarlo de cualquier mal. Me presento aquí como su ángel guardián.
—Ah no pendejo —Estefan gruño enojado—, no quieras quitarnos el trabajo.
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