Una de las enfermeras nos trajo el desayuno a la habitación.
Y retomando lo de anoche, tenía que contarle a Drake. Sobre el ataque.
Nos encontrábamos uno frente del otro, yo dando la espalda a la puerta.
Comencé a juguetear con la comida, intentando pensar como contarle, mi estómago se estaba revolviendo de los nervios.
- ¿Helka? - me llamó, pero no hice casi omiso. - Helka.
- ¿Si? - respondí enseguida, dejando la cuchara en el plato, provocando un ruido.
Lo mire directamente a los ojos.
- ¿Qué te ocurre? - dejo la comida de un lado, hice lo mismo.
- No nada... Solo que - me acomodé un mechón de la frente.
- Solo que... - dijo a espera de una respuesta.
- Tengo que ir a llamar a mis padres. - me levanté enseguida, dejando atrás a Drake, solo. - ya vuelvo, no te muevas.
- Claro que no - dijo.
Al salir de la habitación, respire con normalidad.
Me recosté en la puerta.
- No sabes como decirlo,... Se pondrá muy salvaje - dijo Charles apareciendo en un lado de la puerta, me siento abrumada.
- Si - dije suspirando -... Creo que... Ahora no,... Se pondrá mal, más de lo que ya está
- No soportará mentirle - bajo la cabeza.
- Lo se... - me enderecé.
- Mentir es malo, más de lo que crees, al principio te acostumbras, y las personas que amas se vuelven vulnerables a tus mentiras, simplemente se creen todo lo que dices, pero esto va provocando un problema de raíz.... Y en ese punto, tendrás que confesar todo - muy personal esa historia.
- ¿Experiencia? - dije, alzando las cejas.
- Un poco... Pero, no estamos hablando de mi, si no de cómo lucharas en decirlo.
- Está decidido, cuando salga - me gire para abrir la puerta.
- Nos vemos - se retiró.
- Adiós - cerré la puerta a mis espaldas, ví a Drake comiendo un poco de gelatina.
- Siempre me había preguntado el por qué siempre dan gelatina...
- ¿A sí? Y ¿Por qué la dan? - dije sonriendo mientras me dirigía a mi puesto.
- Porque tiene nutrientes y ayudan a la recuperación del cuerpo en muchos aspectos.
- Que sabiondo - le sonreí.
- ¿Estaba Charl? - se llevó una cucharada de gelatina a la boca, disfrutándolo.
- Si, emm, había estado hablando con mis padres, y el faltar a la U por estar aquí. - me acomodé.
- Helka, no puedes faltar a la universidad solo por estar cuidandome... No soy un niño chiquito que necesita protección.
- Exacto, no eres un niño chiquito - dije en expresión cansada de repetirle.
- Sé cuidarme solo - dijo haciendo pucheros.
- Claro que no, necesitas de mis atenciones...
- Helka... Necesito hablar contigo.
- Ya lo estamos haciendo... - me levanté, encontrando algo de que hablar U cambiar de tema.
- Quiero hablar de nosotros.
Mi mente quedó en blanco, no hubo cambio de expresión en mi rostro.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un contrato de amor