Un contrato de amor romance Capítulo 55

- Hugo, dime a donde fue - le grité.

- Solo me dijo que saldría, no tengo idea de a donde fue - dijo todo tranquilo sentado en el mueble.

Me pasé la mano por el cabello.

- Hugo,... Ojala estés diciendo la verdad - dijo Agnes también enojada.

- Lo estoy haciendo - volvió su vista a su celular.

Me senté en el mueble intentando pensar a dónde habrá ido.

- ¿A casa de sus padres?, ¿Mis padres?, ¿A la empresa?... Sabes que, iré a su empresa.

- No, no, no, no - dijo Hugo precipitado guardando su celular en su bolsillo.

- Así que esta allá, ¿Por qué no puedo ir?, Tal vez porque se está besuqueando con otra - agarré a Agnes de la mano y la llevé conmigo hacia afuera.

- No creo que te guste ir allí, digo, todo mundo está trabajando, no quieres ser mal vista - dijo todo nervioso.

Solté Agnes mientras yo me ponía mi casco, el de Drake mejor dicho. Olía tan bien - Toma - le entregué el mío a ella.

- Si es así, y Drake esta en la empresa cometiendo tal atrocidad, tu y yo seremos historia.

Hugo se quedó de brazos cruzados mientras nos veía.

- Dame tu celular - dijo Agnes.

- ¿Por qué?, no te engaño.

- Dámelo así sea bloqueado, pero lo quiero, ahora - extiende su mano en espera del celular de Hugo.

- Sabes que puede tener otro celular y llamarlo o fácilmente prestar a alguien - intenta desafiar.

- Cierto, ¿Qué haremos contigo Hugo?. - se preguntó Agnes. Cuando bien ya ambas sabíamos la respuesta, nos miramos antes de actuar.

Aceleré la velocidad de la moto, el agarre de Agnes cada vez era más fuerte.

Al menos con Hugo atado las manos y pies con cabo en las escaleras dentro de la casa y la boca tapada no temíamos ningún problema de desconfianza contra él.

Después de pocos minutos y varios semáforos llegamos a la empresa.

- ¿Dónde aprendiste a conducir así? - dijo Agnes mientras se quitaba el casco.

- ¿Lo hago bien? - sonreí pensando en que sí pero...

- No, parece que hubiera estado metida en una lavadora, ¿Quién te enseño?.

- Auch - toqué mi pecho donde se encontraba el corazón - aprendí sola, vi videos en YouTube y ahora lo estoy poniendo en práctica.

- Creo que me he mareado fatal - tapa su boca fingiendo que quiere vomitar.

- Ya ven, entremos - pasamos el estacionamiento y fui hasta la empresa.

Al entrar, el aire acondicionado dió una pasada por todo mi cuerpo.

Entré un poco disgustada al ver a la recepcionista o secretaria.

- Muy buenos días señorita, las puertas d_-la interrumpí siendo un poco mal educada. La mujer era de cabellera negra, larga y lacia, sus labios tenían botox, y sus pecho y de seguro trasero silicona. Era una mujer que consumía mucha operación. Drake debe pagarles muy bien.

- Buenos días, estoy buscando a Drake.

- ¿Al señor Drake? - preguntó con una mirada seductora.

- Si,...a Drake - le miré algo desafiante.

¿TODAS LAS MUJERES TIENEN FALDAS DEMASIADO CORTAS?

Observe a cada una de ella.

Esto tiene que ser obra del jefe.

- El Señor Drake ahora se encuentra algo ocupado... Me informó que esta en una reunión fuera de la empresa.

- Bueno, avísele que lo esperare en su oficina... Muy amable señora - eso te mereces. Señora.

Sonreí fingido. Llevé a Agnes conmigo hasta arriba.

- No puede pasar, usted no es conocida ni nadie importante para esta empresa - grito la mujer silicona.

- No lo hagas - rogó Agnes. Ya sabe que esa mujer falsa desató mi ira.

- ¿Que dijiste? - pregunte poniendo mis manos en mis caderas en forma de puño.

- Que usted no puede pasar - me mira de arriba hacia abajo, examinado mi vestimenta. Un jean de tela azul y una blusa blanca, ¿Qué tiene de malo?, ¿Acaso no muestro mucho como ella para conseguir la atención de un hombre?.

- Yo paso cuando se me da la gana.

- Oh, vamos, Helka, no pierdas el tiempo y sigamos - Agnes apretó mi brazo.

Algunas personas que pasaban nos quedaban mirando hasta alejarse, otras que estaba cercas estaban atentos a nuestra discusión, otros se quedaban a ver "disimuladamente" la pelea.

- Lárgate de la empresa, ¿O eres una mas que quiere acostarse con Drake?.

¿Una más?

- Pará tu información el es mi prometido... Y te pido de favor que no vuelvas a pisar esta empresa - sus palabras solo me llenaron de ma rabia. Al parecer esta mojigata no me conocía, pero al parecía tener ganas de hacerlo.

- ¿No me conoces? - Reí - mira - mostré mi anillo de compromiso con Drake - eres una resbalosa. Y espero que te disculpes, antes de que Drake, el que será mi esposo, y padre de nuestro hija - acaricie mi estómago fingiendo estar embarazada - llegue y te corra por perra mentirosa y falsa - la observé de arriba hacia abajo - eres toda una muñeca de plástico.

- Atrevida - quiso cachetearme, pero fui rápida y la esquivé.

- Esto te costó todo tu sueldo - nos quedamos observando desafiantes.

- Ojalá te guste ser la otra - dijo sonriente.

- Esta chica quiere su merecido - susurro Agnes detrás mío. Iba a lanzarle una cachetada, en cuanto al yo alcé el brazo, una mano gruesa la sostuvo para evitar tal escándalo.

Una ola de admiración fue expresada por varios trabajadores de esta empresa.

Observe de quién era la mano.

- Señorita, debe acompañarme hacia afuera.

Demonios.

- Ey - protestó Agnes - ella es la esposa de Drake, no la puede sacar así por así.

El guardia me sacaba a largos pasos mientras Agnes luchaba a gritos que me soltara.

- Aquí están las señoritas - ambas miramos al frente.

- ¿Hugo? - dijimos al unísono.

- Saben,en mi pasado y mi presente aprendí muchas cosas - mostró sus manos.

- ¡Te habíamos dejado amarrado!, ¿Como es posible...? - pregunte asombrada.

- Les he dicho que Drake y yo jugábamos a atranos, hasta el punto de aprender a desatarnos sin problema alguno.

Agnes y yo nos miramos.

Agnes estaba enojada.

- Lo siento - alzó sus manos a la altura de sus hombros - solo quise que no hicieran nada incorrecto... Y veo que llegué a tiempo, te dije que no era buena idea venir, esas mujeres tiene una alma - apretó sus dientes ya alzó sus Ceja - del demonio.

- No hace falta que me lo digas - dije molesta.

- Drake irá a la casa en 30 minutos.

- ¿Dónde estaba?.

- En casa de su nana - fruncí el ceño.

- ¿Y esperas que te crea? - eso es para ingenuos.

- No, sólo quiero que sepas la realidad.

Puse los ojos en blanco. Presiento que esto serán mis 30 minutos más largos de mi vida. La curiosidad se estaba comiendo al gato... a mí en un plato frío lleno de incertidumbre.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un contrato de amor