Un extraño en mi cama romance Capítulo 259

Abril no tuvo piedad, los ejecutivos parecían molestos, pero no se atrevieron a expresar su indignación. Asintieron con la cabeza y me dirigieron una gran reverencia, se despidieron de mí y se marcharon antes de salir de la habitación en una fila ordenada.

Me asomé a la ventana y miré hacia abajo, los directivos acababan de salir por la entrada del hospital, se veían tristes con sus cabezas gachas y sus hombros caídos. Suspiré con fuerza.

—¿Qué pasa? —Abril se inclinó, me rodeó el cuello con su brazo y me preguntó—.¿Por qué suspira, señorita?

—Tengo la sensación de que acabo de ofender a toda la dirección de la Organización Ferreiro.

—No te van a agradecer por dejarlos en paz.

—Esa no es excusa para hacerles la vida imposible.

— ¿A qué hay que tenerle miedo? De cualquier modo, no van a cambiar su actitud hacia ti —me dijo y me dio un fuerte golpe en el hombro—. No te preocupes, cuanto más autoritaria y poco razonable seas, más te ganarás el respeto de ellos. Esa es la forma en que un jefe debe tratar al personal.

—¿Dónde aprendes todo esto?

—Crecí viendo a mi padre dirigir su empresa, uno aprende cosas.

—Abril, ¿vas a hacerte cargo del negocio de tu padre en un futuro cercano? No me dejes sola.

—No seas estúpida, me casaré una vez que hayas aprendido las reglas. ¿Tomar el control del negocio familiar? Sobre mi cadáver, no soportaría que mi padre me dé ordenes, preferiría suicidarme.

—¿Te vas a casar? ¿Con quién?

—¡Con Arturo, por supuesto!

No esperaba esa respuesta, la miré a los ojos, necesitaba saber si estaba bromeando.

—¿Los dos han hablado de esto o sólo es algo que tú deseas?

—Tan solo escúchate a ti misma. ¿Acaso carezco de encanto y atractivo? Arturo me adora, hace unos días me prometió que me pintaría.

—¿Qué tipo de pintura?

—Un desnudo, por supuesto. ¿No es genial?

—Sólo me preocupa que puedas asustarlo.

—¡Ja, ja, ja! —Abril se echó a reír—. ¿Quién crees que es Arturo? ¿Alguien que no tiene nada de experiencia?

Me rodeó el cuello con fuerza y por poco me asfixia.

—Sin embargo, tengo que decir que —dijo—. En verdad me gusta. De todos mis novios, es el que más me gusta, en realidad es encantador.

Yo también me había dado cuenta de eso. No había forma de que Abril hubiese mantenido una relación con él durante tanto tiempo si no sentía eso. Me aparté de la ventana, Abril dejó de sonreír al instante lo cual me sorprendió.

—¿Qué pasa?

—Isabela, ayer vi el coche de Roberto afuera de nuestra oficina, Silvia se subió en él.

—¿Y? —Le dirigí una mirada boba.

—Roberto es un imbécil desvergonzado, sigue saliendo con Silvia.

—Ya veo —le dije y miré hacia otro lado, pero me sujetó la barbilla y me hizo levantar la mirada.

—¿Qué quiere decir eso?

—Están saliendo, ¿Qué se supone que debo hacer al respecto?

—Eres su esposa legítima, ¿No puedes actuar como tal?

—No me hagas intentar atraparlos en el acto de nuevo, por favor. ¿Ya se te olvidó de aquella vez que golpeaste a Roberto en la cabeza con un ladrillo?

—Eso no funcionará, Silvia es muy sinuosa y Roberto es temperamental. Tienes que centrar tus esfuerzos en Roberto, asegúrate de que no se pueda saciar de ti.

—Creo que esta conversación está entrando en territorios que no son seguros.

—Mientras funcione, ¿A quién le importa?

—Estás loca, estamos en el hospital.

—Eso es lo que lo hace emocionante, no sería divertido si estuvieras en casa. ¿Qué tal un disfraz de enfermera? Acaba de salir una nueva línea de ropa de dormir sensual y hay una que está inspirada en el uniforme de una enfermera. Puedes ponerte todo lo depravada que quieras —dijo con una sonrisa pícara. Salió corriendo y desapareció a pesar de llamarla a gritos de forma insistente.

Tenía la sensación de que las cosas se iban a descontrolar si la escuchaba a y hacía lo que había dicho. Abril volvió al cabo de media hora, cerró la puerta con indiferencia y sobre la cama arrojó el contenido de la bolsa de papel que llevaba en la mano.

—¡Echa un vistazo! —dijo mientras tomaba un ligero pedazo de tela y me lo mostraba.

Supuse que a eso se le podía llamar pijama, pero siendo honesta, solo era un vestido con tirantes delgados, estaba hecho de una tela de seda blanca muy delgada. Me pareció tan delgado que tuve la sensación de que podría rasgarlo con mis propias manos tan solo con tirar un poco de él.

—¿Qué clase de uniforme de enfermera es este? —le pregunté, no podía ver el parecido en ninguna parte.

—De este tipo —dijo mientras me mostraba un gorro de enfermera que estaba hecho del mismo material—. Ponte esto y luego ponte esta ropa de dormir y tendrás una enfermera sensual.

—¿Qué clase de enfermera se viste así? Estás destruyendo la dignidad y la integridad de las enfermeras de todo el mundo

—Esto es cosplay, ¡cosplay! —dijo mientras me colocaba la ropa entre las manos—. Recuerda, no parezcas muy ansiosa cuando Roberto aparezca esta noche. Entra en el baño y ponte esto y luego recuéstate en la cama de esta manera.

Se subió a mi cama, se puso de lado y apoyó la cabeza en su mano mientras apoyaba el codo en la cama.

—Esta postura mostrará tus curvas, además tienes un cuerpo muy sensual, toda la sangre se le va a ir a la cabeza.

—Estás loca.

—Vamos Isabela, anímate. —Abril me sujetó el rostro y continuó—. Puedes hacerlo.

Metí la ropa bajo las sábanas.

—Date prisa y vuelve a la oficina, tienes trabajo que hacer.

—De acuerdo, de acuerdo. Me voy —dijo Abril. Se dirigió a la puerta, luego se dio la media vuelta y movió las cejas de forma sugestiva en mi dirección—. Isabela, haz que funcione. Tengo fe en ti.

No confiaba en poder completar la misión que me había encomendado, además, ¿Y qué si conseguía que Roberto deseara mi cuerpo? ¿Qué será lo siguiente?

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