Un extraño en mi cama romance Capítulo 26

Bastarda, esa era una palabra horrible, mi madrastra siempre había sido una doble cara, nunca había dicho tales cosas cuando mi padre seguía vivo. Podía caerle mal, pero siempre guardó las apariencias frente a mi padre, pero con él muerto, ella enseguida mostró sus verdaderas intenciones. Me apresuré a mi habitación sin escuchar lo que Silvia le respondió a su madre, fui hacia mi cama y me recosté. Mi mirada se posó en el florero que estaba sobre la mesa de centro, tenía unos tulipanes, mi flor preferida. Mi padre debió encargarse de ello, él hacía que los sirvientes colocaran mis flores favoritas en mi habitación, a pesar de que yo rara vez estaba en casa, pero no sucedería de nuevo.

La soledad permitía que la tristeza poco a poco se apoderara de una persona, era como si estuviera recostada sobre un arroyo, comencé a sentir que una gran tristeza me abrazaba y se manifestaba en mi rostro. Cerré los ojos y después oí a alguien abrir la puerta de mi habitación, acercarse, sentarse en el borde de mi cama y tocar mi rostro. Abrí los ojos, era Abril.

-¿Estabas dormida?

—No. —Negué con la cabeza, ¿Cómo podía dormir con tanta facilidad cuando mi padre acababa de fallecer? No era una desalmada.

—Isabela, las cosas no andan bien —dijo con el ceño fruncido lo que provocó que se le arrugara la frente.

—¿Qué ocurrió?

-Tu madrastra está sacando a relucir sus verdaderas intenciones ahora que tu padre ya no está. ¡Ayer quiso echarte de la casa!

-Mmm. -Titubee con desánimo-. Yo solo quiero asegurarme de que el funeral de mi padre se lleve a cabo sin problemas.

-Escúchame -Se hincó frente a mí, tomó mis mejillas entre sus manos mientras me miraba preocupada—. Mi madre vino esta mañana, habló conmigo por un rato y lo que me dijo me abrió los ojos.

-¿Qué es lo que te dijo?

-Dijo que debes luchar por lo que te pertenece cuando lidias con alguien como tu madrastra. Ellas estarán agradecidas por tu bondad solo porque no te defiendes.

-No les estoy pidiendo su gratitud.

-Me volverás loca uno de estos días. Entonces, ¿estás segura de que no eres la verdadera hija de tu padre? ¿Entiendes que si tu madrastra te echa de tu propia casa y se niega a reconocerte como un miembro de la familia Ferreiro también perderás tu lugar dentro de la familia Lafuente?

—De todos modos, nuestro matrimonio es una farsa. Él quiso casarse tan solo por un arranque y yo accedí porque mi padre así lo quiso.

Me giré y le di la espalda a Abril, pero ella me giró de nuevo y me tomó de los hombros con ambas manos mientras me miraba con molestia.

—Isabela Ferreiro, estás a punto de ir a la guerra. Cuando tu papá todavía estaba aquí te podía proteger, pero ahora que ya no lo está, tienes que protegerte a ti misma.

Abril en verdad estaba molesta, tenía los ojos llorosos.

Sabía que a ella solo le interesaba mi bienestar, me senté y le di unas palmadas en la mano.

—Lo sé, relájate.

—Isabela, mira la situación en la que te encuentras ¿Sabes por quién está siendo cautelosa tu madrastra en estos momentos?

Negué con la cabeza.

-No.

Dio un pisotón por la desesperación.

—Usa la cabeza, es Roberto ¿Quién más podría ser?

Tan solo el mencionarlo me hizo recordar el tazón de fideos que me había preparado anoche.

—Cierto.

—¿Qué quieres decir con eso? Isabela, ¿qué te parece esto? Ve y búscalo en este momento, con seguridad lo encontrarás en el jardín.

—¿Por qué tendría que ir a buscarlo? Tú fuiste la que me dijo que durmiera un poco.

-Tenemos que hacerle saber a tu madrastra, a Laura, a Silvia y a todas esas personas desagradables que tu relación con Roberto ya no es tan ordinaria como aparenta, eso hará que sean más cautelosos contigo.

-Mi relación con Roberto no es muy íntima.

-¿Acaso no han tenido relaciones? -preguntó en voz muy alta.

Me apresuré a cubrirle la boca con la mano.

-Sí, lo hemos hecho, ¿y qué con ello? ¿Acaso no sabes que los hombres piensan con dos cabezas? Una está sobre sus hombros y la otra entre las piernas.

-No me interesa cuántas cabezas tienen, Isa -de repente dijo mi nombre con tono dulce, tenía una gran sonrisa en el rostro. Nunca nada bueno salía de esa sonrisa.

-¿Qué hiciste?

-Isa. -Me susurró al oído-: Acabo de poner algo en la bebida de Roberto.

Ella sería la razón de mi muerte; me paralicé y la miré directo a sus enormes ojos.

-¿Qué le diste?

-Ya sabes, la cosa que hace que las hormonas de los hombres se disparen y despierten sus impulsos más básicos.

Por fin entendí lo que estaba diciendo, eso explicaba la sonrisa malvada que tenía en el rostro.

—¿Le pusiste un afrodisíaco en su bebida?

—No lo digas de esa manera, suena vulgar, solo es una pastilla que puede despertar los instintos más básicos del hombre. Roberto está en forma así que le puse dos pastillas, una blanca y una azul, son la versión mejorada de la pastilla estándar ¡Ja, ja, ja! Ni siquiera un león puede resistirse a la droga.

Y todavía tenía las agallas de reírse de ello, debería estar agradecida con Dios que se trataba de ella ya que, de haberse tratado de otra persona, la hubiera abofeteado en el rostro.

—¿Estás loca? ¿Por qué le pusiste a su bebida algo así?

-Imagina la cara de tu madrastra y de tu familia al ver que Roberto no puede quitarte las manos de encima ¿Eso no cambiará la manera en que te ven?

Estaba temblando de la ira, me quité las sabanas y salté de la cama.

—Es el funeral de mi padre, piensa en lo que acabas de hacer. ¿Cómo piensas arreglar este desastre?

-Tú tendrás que intervenir, ¿no lo crees? Te estoy

ayudando, tenemos que jugar sucio en vista de lo que le ocurrió a tu papá, ahora Roberto es el único que te puede ayudar. Tu madrastra monopolizará la empresa de la familia Ferreiro si logra sacarte de la familia. Tu padre construyó esa empresa y todo su imperio con sus propias manos.

—Es una empresa familiar —le contesté. No tuve tiempo de ponerme una chaqueta, tomé una bata de dormir y me la puse sobre los hombros-. Le acabas de adulterar la bebida a Roberto con una fuerte droga, ¿Cómo estás tan segura de que él vendrá a mi cuando sienta esos deseos? La casa está llena de mujeres.

—No es un monstruo, tú eres su esposa, ¿no es verdad? Además, tú tienes unos senos impresionantes y un gran trasero, tienes la figura perfecta. Él no haría nada con Laura y en cuanto a Silvia, ella podrá ser bonita, pero es fría y aburrida, no es como tú, suave y adorable. Isabela déjame decirte algo, no actúes como un pez muerto cuando estés en la cama con un hombre, pero tampoco muestres mucha iniciativa, tienes que pretender que dices que no cuando en realidad es sí, así es como haces que un hombre se vuelva loco por ti.

Me le quedé mirando mientras me impartía de sus conocimientos como si se tratara de un sabio, como si tuviera mucha experiencia y como si no supiera que ella era una virgen a pesar de todos esos novios que tenía.

—Estás completamente loca -dije mientras me envolvía con la bata y salía de allí-. ¿En dónde está Roberto en este momento?

—No te preocupes, nada pasará, se encuentra en el jardín con Santiago Galindo, su asistente personal, todo está bajo control.

Me detuve en seco y la miré fijamente.

-¿Está con Santiago?

Mi reacción debió confundirla, Abrió los ojos como platos y me devolvió la mirada.

—¿Qué ocurre?

—Abril, eres un maldito pedazo de basura —la maldije.

Había una gran cantidad de personas que habían venido a mostrarle sus respetos a mi padre, ¿Qué tal si vieran a Roberto y a Santiago juntos, haciendo lo impensable al entrar y salir de la casa? ¿Qué pasaría si la noticia se difundía?

-¿Por qué me maldices? Estoy haciendo esto por tu propio bien.

—De acuerdo, pedazo de basura. —Estaba a punto de volverme loca, casi podía ver lo inimaginable desarrollándose frente a mis ojos.

Esto era terrible, Roberto mataría a Abril cuando regresara a sus cinco sentidos, no había duda al respecto, y a mí también me mataría. Me tropecé mientras me apresuraba a bajar las escaleras en mi camino al jardín.

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