Un extraño en mi cama romance Capítulo 262

Miré el reloj, era medianoche y Roberto aún no volvía. No importaba lo lejos que tuviera que conducir para recoger a Silvia, debería haberla llevado a casa desde hacía mucho rato, ¿Acaso también se había detenido para ayudarla a reparar su coche? No cabe duda que es un hombre con muchos talentos así que tal vez sí sabía cómo repararlo.

Apagué las luces y me recosté en la cama, las lámparas de las paredes no se podían apagar, era una de las reglas del hospital ya que las enfermeras y los médicos revisaban a los pacientes cada cierto tiempo y las necesitaban. Cerré los ojos y los volví a abrir al cabo de un rato, habían pasado apenas cinco minutos, pero me pareció que habían pasado al menos treinta minutos, el tiempo transcurría con mucha lentitud. Tenía la sensación de que el tiempo se movía a diferentes velocidades; a veces se movía con rapidez, los años pasaban en un abrir y cerrar de ojos; otras veces, era como un arroyo congelado que apenas se movía.

Oía una voz dentro de mi cabeza que decía «¿No deberías llamarlo? Después de todo, son marido y mujer». Otra voz respondió a la par «No olvides lo que le prometiste a Silvia, le dijiste que te asegurarías de que terminaran juntos de nuevo. Roberto sólo la está ayudando con el problema que tiene con el coche y mira cómo estás actuando. Eres una zorra hipócrita, ¿no es verdad?»

La primera voz replicó «¿Yo soy la zorra? Sólo quiero saber por qué mi esposo no ha vuelto si ya es tan tarde, ¿Hay algo malo en ello? Silvia fue quien dejó a Roberto, no estoy obligada a reunirlos de nuevo ni a asegurarme de que vivan felices para siempre. De todos modos, nadie puede detener a Roberto si en verdad está enamorado de Silvia».

La segunda voz añadió «Todo es culpa tuya. Tú eres la que se dejó atrapar por el encanto de Roberto. ¿No proclamaste con tanta seguridad que él no era tu tipo? Y aun así, acabaste esclavizada gracias a su carisma».

—Son muy ruidosas. —Me cubrí los oídos y me senté en la cama.

Esto era interesante, me acababan de despertar las voces de mi propia cabeza. Estaban peleando tan fuerte que no podía dormir, así que decidí bajar al jardín a dar un paseo. De día, el jardín era precioso, no obstante, por la noche era espeluznante. El montículo artificial que parecía único a plena luz del día parecía un demonio por la noche, uno con sus garras extendidas y preparándose para embestirme. Me senté en una banca y me quedé allí por un rato, estaba a punto de levantarme cuando vi a Roberto entrar al jardín.

Por fin había vuelto y caminaba muy rápido, cualquier fantasma que estuviese en el jardín le habría cedido el paso. La banca en la que estaba sentada estaba colocada debajo de un enorme árbol, era un gran escondite así que Roberto no me vio. Cuando entró al edificio principal, Me preguntaba de qué forma debía explicarle el motivo por el que estaba allí sola en la oscuridad y no en la cama. Era un hombre inteligente, iba a darse cuenta de que me había quedado despierta porque él se había ido a ver a Silvia.

Yo había perdido casi todo el respeto y dignidad ante los ojos de Roberto, así que quería conservar la poca dignidad que me quedaba. La única manera de hacerlo era no dejar que supiera que posiblemente tenía el más mínimo atisbo de afecto por él. Abril lo había descubierto así que Roberto se iba a enterar tarde o temprano y yo deseaba que jamás lo descubriera, si lo hacía, deseaba para ese entonces haber perdido todo el interés en él.

Abril dijo que yo estaba perdida cuando se enteró, lo dijo como si Roberto fuera una bomba de tiempo que me iba a estallar en la cara y me haría volar en pedazos. Terminaría mutilada o, peor aún, muerta. Parecía que iba a salir de este calvario medio muerta, si no es que muerta del todo.

tan solo percatarme en el miserable estado en el que me encontraba solo por el hecho de Roberto llevó a Silvia a su casa a mitad de la noche.

Todavía estaba sumida en la autocompasión cuando vi a Roberto salir corriendo del hospital. Empezó a mirar frenéticamente a su alrededor, como si buscara algo o a alguien.

¿Me estaba buscando a mí? Era medianoche y yo no estaba en mi habitación. Debía estar buscándome.

Estaba a punto de levantarme cuando lo oí llamar por teléfono. Dijo:

—Abril, ¿Isabela está contigo? —No iba a obtener un sí por respuesta. Parecía agitado mientras hablaba—. ¿En dónde más podría estar? Ella sale corriendo hacia ti cada vez que se siente herida.

¿Herida? ¿En qué lugar estaba herida? ¿Cómo estaba herida? ¿Por qué habría de estar herida? ¿Acaso él pensaba que me había dolido que me dejara para ir a buscar a Silvia? En ese caso era una persona muy intuitiva y podía decir que yo estaba empezando a sentir algo por él. Podía predecir cada uno de mis pensamientos y cada uno de mis movimientos.

Había estado a punto de levantarme, me senté de nuevo y me escondí entre las sombras bajo el árbol y observé cómo Roberto les gritaba a las enfermeras y a los médicos.

—¡Ustedes son muchos y ni siquiera pueden vigilar a uno solo de sus pacientes!

El personal médico parecía molesto. No era una prisionera ni estaba loca. no había ningún motivo por el que tuvieran que vigilarme a todo momento. Sin embargo, nadie se atrevió a responderle, tan solo se quedaron callados y se miraron unos a otros.

—No tienes que venir, estoy en mi habitación.

—¿A dónde te habías ido? Roberto me estaba acosando como el mismísimo demonio. Está merodeando por las calles y buscándote en estos momentos.

—Estaba en el jardín, lo vi.

El repentino sonido de los neumáticos rechinando me provocó un susto, le pregunté a toda prisa

—¿Abril? Abril, ¿estás bien?

—Sí, me detuve en la carretera —dijo Abril, estaba jadeando un poco—. ¿Entonces dices que viste a Roberto buscándote?

—Así es.

—¿Por qué no se lo hiciste saber? Oh, ¡ya lo sé! —Dijo emocionada—. Esto es una prueba, estás tratando de averiguar si de verdad le importas.

jugar ese tipo de juegos no me interesaba en lo más mínimo, ¿A quién le importaba si Roberto estuviera muy preocupado por haber desaparecido en medio de la noche? No lo comprendía para nada.

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