Un extraño en mi cama romance Capítulo 30

El funeral de mi padre había terminado, fue un evento grandioso y solemne. Yo no sentí nada, me quedé como un zombi, el único consuelo que tuve fue el hecho de poder llevar el retrato funerario de mi padre, me había hecho sentir un poco más cerca de él.

Roberto y yo no nos dirigimos una sola palabra durante toda la ceremonia, mi madrastra y el resto de mi familia me habían ignorado por completo. Me había convertido en una completa desconocida. No me molestó en absoluto, no me importaba lo que pensaran de mí ni me importaba si pensaban en mí.

Me había quedado atrapada en mi propio mundo, todos habían llorado, Laura y mi madrastra se habían desmayado una tras otra, como si hubieran estado en una especie de concurso. El dolor que mi madrastra sentía tal vez era genuino, por otro lado, Laura probablemente había estado fingiendo. Silvia había quedado destrozada, lloró todo el tiempo y Roberto no se había despegado de su lado en todo ese tiempo. Abril estaba mi lado, llorando y burlándose de Roberto al mismo tiempo.

—¿Qué clase de hombre es Roberto? Es evidente que ayer estaba embelesado contigo, pero hoy te abandona por completo a ti, su esposa, mientras todo el mundo está mirando y en cambio se queda al lado de Silvia.

Sus sollozos hicieron que sus palabras fueran ininteligibles y no estaba de humor para discernir lo que estaba tratando de decir. A pesar de todo, no lloré, era bastante extraño, no era capaz de llorar cuando todos los demás lloraban. Las lágrimas me inundaban por dentro, me estaban ahogando, estaba perpleja, eso debía ser lo que pasaba, pero eso no importaba, la pena de una persona no era para mostrarla.

Oí a las mujeres reunirse y hablar de mí mientras esperaba para recoger las cenizas de mi padre.

- ¿Viste eso? ¿La que no derramó ni una sola lágrima en toda la procesión? Esa es la hija que tuvo con otra mujer. Así son las hijas de las amantes, sin corazón. La trató tan bien como trató a sus otras hijas.

-Por supuesto, todas eran sus hijas.

—Quién sabe, ¿No te enteraste? Cuando necesitaron una transfusión de sangre, la sangre de sus otras hijas pasó la prueba, sólo la de ella no lo hizo.

-He oído que los padres y las hijas pueden tener diferentes tipos de sangre.

—Pero su caso es diferente. Es del tipo en el que no es posible que estén emparentados por sangre.

—Dios mío, ¿así que todo el tiempo estuvo criando a la hija de otra persona?

—Exactamente, además ella podría recibir una parte de la herencia.

No podía irme porque estaba esperando a que se recogieran las cenizas, de otro modo no me quedaría escuchando todas esas tonterías. Abril no pudo contener su temperamento, se levantó, y antes de que pudiera detenerla, se apresuró hacia aquel grupo de mujeres.

—No son más que un puñado de chismosas que no tienen nada mejor que hacer que jugar canasta, ir de compras y malgastar el dinero de sus maridos, ah, y murmurar a espaldas de los demás mientras difunden mentiras como si se tratara del evangelio. ¿Vieron que ocurriera con sus propios ojos? Deberían parar antes de que las demande por difamación.

Abril sobresalía con su metro ochenta de estatura, su chaqueta negra, pantalones y corbata le daban una apariencia andrógina y parecía una persona problemática. Las mujeres la miraron con cautela y luego hablaron.

-Mira, es la joven hija de la familia Rojas.

— Se los advierto, si oigo que vuelven a chismosear, les romperé todos los dientes. -Abril les mostró los puños.

No sólo tenían miedo de que Abril les rompiera los dientes como dijo que lo haría, también había que enfrentarse a su padre, quien era el vicepresidente del Consejo de Comercio. Era una fuerza para tener en cuenta, se encogieron de hombros, murmuraron entre ellas y luego se fueron a toda prisa. Abril volvió a sentarse a mi lado, seguía furiosa.

—Escúchame, ¿No puedes dejar de reprimir todo en tu interior? Sus voces se hacían más fuertes a medida que hablaban. ¿Por qué no les das un megáfono para que todos en la funeraria puedan captar exactamente lo que dicen? Si fuera yo, le habría dado una fuerte bofetada a cada una.

-Mi padre está siendo incinerado -dije en voz baja-. Se está convirtiendo en cenizas.

En un instante Abril me empujó a sus brazos, ella estaba temblando, pero yo estaba tranquila y no lloré. La pena se había acumulado muy dentro de mí y se había congelado en una bola compacta. Mi corazón se había convertido en hielo. ¿A quién le importaba lo que decían esas mujeres? Había escuchado cosas peores.

Las cenizas de mi padre estaban en una caja y se dejaron en un altar en la funeraria, la tradición dictaba que sus cenizas sólo podían ser enterradas después de celebrar el día de los muertos durante dos años. Yo pensaba que las cenizas de mi padre debían llevarse a casa, así que fui a discutir el asunto con mi madrastra.

-Señora, deberíamos llevar las cenizas de mi papá a casa. Cuando llegue el día de muertos el año que viene, las enterraremos.

Mi madrastra compartía su dolor con su propia familia, tenía la cabeza agachada mientras se secaba las lágrimas con un pañuelo de seda. Cuando levantó la vista, sus ojos brillaron con desprecio.

—Isabela, ¿ahora piensas tomar decisiones por mi familia?

-Señora, las personas que tienen sus cenizas almacenadas aquí son personas que no tienen familiares. No deberíamos dejar las de papá aquí.

-¿Y qué sabes tú? -Laura espetó al instante-, ¡Déjanos en paz!

Se aferró al brazo de mi madrastra mientras pasaban frente a nosotros, Abril me pellizcó el dorso de la mano.

—Tienen miedo. ¿Por qué llevarían a tu padre a casa? Lo visitaremos tan seguido como sea posible.

Esa parecía ser la única opción, sin embargo, no podía dejarlo pasar. Silvia estaba de pie detrás de mí, con una mirada atormentada, intenté persuadirla.

-Hermana, habla con tu madre. Haz que traiga las cenizas de papá a casa.

Silvia Ferreiro levantó la vista y me dirigió una mirada rápida, sus ojos eran tan fríos como de costumbre.

-Ya no es costumbre que la gente traiga las cenizas de su familiar a casa. Se guardan aquí, donde alguien con conocimientos especializados puede ocuparse de ellas. ¿Qué te preocupa?

-Papá se va a sentir solo.

-Isabela -dijo mientras pasaba frente a mi-. Eso es lo que tú piensas.

Me dio la espalda, ella era fría y soberbia. Sabía que yo no le agradaba, después de lo ocurrido ayer, sus sentimientos habían empeorado. Me volví hacia Roberto y le pedí suplicante:

—Por favor, ayúdame...

Roberto me interrumpió antes de que terminara de implorarle.

-Ve a preguntarle a Abril a ver si trajo esa droga suya.

Sabía que no me ayudaría, por un instante puso una sonrisa molesta y burlona en sus labios, luego se fue. Salimos de la funeraria, el sol había salido y cegaba, me cubrí con la palma de la mano de los rayos del sol. Abril sacó un paraguas negro y lo colocó sobre mi cabeza.

—Vuelve y duerme bien. Deja de preocuparte.

—De acuerdo.

Estaba a punto de entrar en el coche cuando un hombre con traje se acercó a mí.

-¿Es usted la señorita Isabela Ferreiro?

-Sí, yo soy.

Me resultaba familiar, me entregó una tarjeta con su nombre y se presentó.

—Soy el asesor jurídico de la Organización Ferreiro y abogado de la firma Serrano-Alba. Mi apellido es Serrano.

—Hola, señor Serrano.

No fue extraño que me resultara tan familiar, era el abogado de mi padre.

—El señor Ferreiro hizo su testamento antes de su muerte. Ahora que su funeral terminó, me gustaría preparar la lectura de su testamento.

Me quedé perpleja por un momento, no esperaba que mi padre hubiese hecho su testamento antes de morir. Asintió con amabilidad y continuó.

-Es conveniente que vayamos a la residencia del señor Ferreiro, su presencia es necesaria como beneficiaría de la herencia.

Abril respondió en mi lugar antes de que yo pudiera decir

algo.

—Por supuesto, hagámoslo.

El señor Serrano se dirigió a su coche y Abril mee apretó la mano.

-¿Qué haces todavía parada como una idiota? Te llevaré hasta allá y esperaré en el coche.

-Abril. -Me quedé mirándola torpemente-. Papá murió en un accidente de coche. Fue un accidente, ¿Por qué se tomó la molestia de escribir su testamento antes de eso ocurriera?

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