Un extraño en mi cama romance Capítulo 33

Había estado conteniendo mis lágrimas durante días. No había derramado ni una sola lágrima el último día del funeral de mi padre y ahora, por fin estaba llorando. Vi a mi madre y a mi padre a través de mis lágrimas, él caminaba hacia ella, se alejaban de mí. Siempre me había sentido muy sola en este mundo, me había sentido muy sola cuando mi madre me había dejado, pero ahora, mi padre también lo había hecho.

Lloré y lloré, hasta que me dolieron los ojos y se me nubló la vista, no supe en qué momento Abril me llevó a su habitación y me acostó en su cama. Estaba con un gotero cuando me desperté de nuevo, Abril y su madre estaban sentadas junto a mi cama mirándome con preocupación. Me toqué el rostro, todavía estaba húmedo por las lágrimas, sabía que debía haberlas preocupado mucho con tanto llanto y sentí un poco de culpa.

-Madrina, Abril, ¿las asusté?

—Déjalo salir, no te lo guardes dentro —la madre de Abril dijo mientras me limpiaba el rostro con una tersa toalla de mano-. Todavía debes seguir con tu vida después de esto. Ramiro Ferreiro se fue muy de repente, sé que todavía no puedes aceptar su muerte, pero la vida es así, inesperada e impredecible. Es imposible que alguien se quede a tu lado para siempre. Isa, tienes que hacerte más fuerte si quieres dejar de llorar tanto.

-Madrina, no quiero trabajar en la Organización Ferreiro, no quiero ser la directora. Sólo quiero vivir una vida normal y que mis seres queridos tengan una vida digna y feliz.

-¿Y si ni siquiera puedes tener eso? -preguntó la madre de Abril. Su voz era suave pero firme-. Sólo puedes confiar en ti misma, ser fuerte y sobrevivir.

La madre de Abril era una persona de carácter fuerte, había sufrido el acoso de la exmujer de su marido durante años, pero no había sufrido en silencio ni en vano. Siempre devolvía el golpe. Yo no podía ser como ella, sólo quería esconderme a la espalda de mi padre, encoger la cabeza en mi caparazón como una tortuga, me acurruqué bajo las mantas y lloré hasta el borde de la deshidratación. Antes de que la madre de Abril saliera de la habitación, le indicó que me cuidara bien. Me apoyé en la cabecera mientras

Abril se sentaba a mi lado y hablaba.

-Isabela, quédate aquí unos días y no pienses en nada en nada más. Cuando vuelvas, tendrás que cambiar a modo de combate extremo.

- ¿Cuál modo de combate? -Mi voz se había puesto ronca de tanto llorar.

-Para que puedas enfrentarte a tu malvada madrastra y a las víboras que tienes por hermanastras. Ahora posees la mayoría de las acciones de la compañía así que en definitiva estarán tramando algo en contra tuya.

-No hables así de Silvia, ella nunca me ha hecho nada.

— ¿Acaso no lo entiendes? El perro que en verdad muerde nunca te avisa con un ladrido -suspiró-. Viviste en circunstancias terribles desde que eras una niña. ¿Por qué sigues siendo tan crédula? Silvia no es para nada una buena persona. Laura es ruidosa, tonta y fácil de manejar, pero Silvia es como el jefe, ella es el problema, ella es la perra pretenciosa y confabuladora.

Me había estado sintiendo mareada todo el tiempo, las palabras de Abril hicieron que mi cabeza diera más vueltas.

-Abril, creo que debería descansar un poco.

-Adelante, duerme —dijo mientras me subía la manta hasta la barbilla y cerré los ojos.

Mientras dormía soñé que todavía vivía con mi madre en nuestra casa, mi padre nos preparaba el desayuno en la cocina mientras mi madre me peinaba, sus manos eran hábiles y suaves y no me dolía en absoluto. Había tenido una hermosa infancia, mi casa siempre estuvo llena de flores. A mi madre le encantaba la jardinería y la casa se había llenado de la fragancia de las flores que florecían durante todo el año.

En mi sueño percibía una fragancia floral y dulce, pero era una fragancia fugaz. Abril me despertó, acababa de quedarme dormida, pero su repentina sacudida me despertó de un merecido descanso. Todavía seguía aturdido cuando me desperté.

—¿Qué pasa?

-¿Recuerdas cómo insistías en que Silvia era una buena persona? Esa perra pretenciosa.

—¿Qué hizo? -Me elevé de la cama con los codos y miré fijamente el rostro de Abril que estaba contorsionado por la furia.

-Su padre acaba de ser incinerado esta tarde, pero ya está seduciendo a tu marido.

Cuanto más la escuchaba, más confundida estaba.

-¿Por qué haría eso?

—¿Qué quieres decir con por qué? Por ninguna razón en absoluto, niña tonta. Es una devoradora de hombres, así de simple.

-¿Cómo lo supiste?

-Tengo mis fuentes, espera. -Abril dio un par de golpecitos a su teléfono móvil antes de mostrármelo-. Un amigo mío estaba cenando en el Hotel Olimpo cuando vio a Roberto y a Silvia juntos. Se mostraban muy cariñosos mientras entraban en el ascensor y se dirigían a una de las habitaciones del hotel en el piso superior. Echa un vistazo.

No había duda de que la pareja de la foto era ellos dos. Silvia llevaba un abrigo blanco y Roberto un abrigo negro. Parecían la pareja perfecta, parecían el yin y el yang.

—Eso no prueba nada.

-El amigo de mi amigo es el gerente del hotel. Dijo que entraron en una de las suites de lujo y se quedaron adentro todo el tiempo. ¿Qué pueden hacer un hombre y una mujer en una habitación de hotel? ¿Crees que están jugando videojuegos?

-No es asunto mío, incluso si están tramando algo -dije mientras le devolvía el teléfono.

—¿De qué estás hablando? Te está engañando. No puedo soportar que te quedes ahí parada y lo aceptes sin pelear. Roberto se comporta como un oso de peluche andante de tamaño humano, durmiendo contigo ayer y metiéndose en la cama con Silvia hoy. ¿No tiene vergüenza? El hombre por el que todas las mujeres de la ciudad babean, Dios mío, mi impresión de él está completamente arruinada.

Abril me levantó de un tirón.

-Vamos. Vamos a atraparlos en el acto.

—¿Estás loca? —repliqué—. No voy a ir.

-Eres su esposa. ¿Quién más se supone que va a atraparlos en el acto? Una vez que los dejas salirse con la suya la primera vez, lo volverán a hacer una segunda vez. Tan pronto como hayan probado la dulce fruta prohibida del adulterio, Silvia se te echará encima.

-Mi matrimonio con Roberto siempre ha sido por conveniencia.

-¿No has leído lo que tu padre escribió en su testamento? Quiere que Roberto te ayude con la Organización Ferreiro. Ahora eres uno de sus mayores accionistas, pero no tienes experiencia en la administración de una empresa, ¿qué vas a hacer si dejas que Roberto se te escape de las manos?

Oh por Dios, es como si fuera una madre preocupada por el futuro de su hija —suspiró, estaba cansada y jadeante—. No pierdas a Roberto sin siquiera luchar. Tu padre debió tener sus razones para privilegiar a Roberto, no deberías dejarlo ir así como así, al menos no ahora.

Escuché todo lo que Abril había dicho y no me importaba en su mayor parte pero había escuchado cuando habló del testamento de mi padre y de sus instrucciones de dejar que Roberto me entrenara en la administración de la empresa, tenía razón, yo no sabía nada al respecto. No conocía a nadie dentro de la Organización Ferreiro, no iban a escucharme ni a seguir mis órdenes.

—Eso me da una razón para no exponerlos, no debería ofender a Roberto.

-Tienes que ser feroz con tu hombre para mantenerlo a tu lado, especialmente hombres como Roberto porque no les interesan las mujeres débiles. Date prisa y vístete, te ayudaré con el maquillaje cuando estemos en el coche. Tienes que lucir bien, destruyelo con tu belleza.

Dejé que Abril me levantara y me metiera en su vestidor.

-Te ayudaré a elegir tu ropa.

El vestidor de Abril era un espectáculo para la vista, era más grande que su dormitorio y tenía estantes repletos de tacones.

-¿Por qué te compraste tantos tacones si no los usas? -Estaba mareada de tan solo ver tantos zapatos.

-Son todos de edición limitada. Otras mujeres iban a comprarlos todos si yo no lo hacía. No iba a darles la oportunidad de lucir mejor de lo que ya lo hacen -dijo mientras me daba un par de zapatos de tacón—. Este par, sólo hay tres de estos en todo el mundo. Nicole Kidman tiene un par, Julia Roberts tiene otro par y el último par lo tengo yo, ¡ja, ja, ja! Es un treinta y seis y medio. Ese es el número de zapato que tienen la mayoría de las mujeres del país, con el último par en mis manos, pueden olvidarse de tener la oportunidad de poseer esta edición limitada.

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