Un extraño en mi cama romance Capítulo 55

-Mamá, sólo quiero saber si tú sabías sobre el padre de Isabela todo este tiempo.

Su madre bajó el brazo con lentitud. No parecía sorprendida por la pregunta.

Preguntó tranquilamente:

-¿Isabela fue a hacerse la prueba de ADN?

—Sí -asentí-

—¿Y los resultados?

-Mamá, ¿de verdad necesitas preguntar eso? Lo has sabido desde siempre.

La madre de Abril me tomó de la mano y le echó una mirada a ella.

—Parece que no voy a salir de esta casa hasta que les dé una respuesta.

—Puedes apostarlo.

Suspiró y se sentó en el sillón. Luego, dio unas palmaditas a un lado de ella.

-Pues siéntense, demonios incansables.

Abril se plantó a su lado, tomó una taza de té de la mesa y se la bebió de un trago. Su madre me observó durante un largo rato. En su mirada había compasión y simpatía. Tenía la sensación de que iba a contarnos una historia trascendental. Estuvo callada un momento antes de decir:

-Sí, lo sabía. Ramiro no es el padre verdadero de Isabela. Es un buen hombre. Lo supo desde siempre pero aun así la trató como su propia hija.

Mis manos se aferraron a la taza de té. Me temblaban los dedos. La madre de Abril me tomó la mano con fuerza.

—He visto a tu verdadero padre.

-¿Qué? ¿Cómo es? -gritó Abril y me dio un susto.

—Lo vi por la espalda —agregó su madre.

—¿Sólo la espalda?

-Sí. Una vez que fui a buscar a la madre de Isabela para tomar juntas el té. Vi a un hombre irse de tu casa. Se subió a un auto que estaba afuera. No vi cómo era. Sólo fue esa vez. Cuando entré a tu casa, encontré a tu madre llorando. Dijo que él iba a llevarte consigo.

Miré a la madre de Abril. Tenía un nudo en la garganta y no podía hablar.

-En ese entonces aún eras una niña. Nunca nos ocultó el hecho de que no eras la hija de Ramiro. Luego, él entró a la escena y habló con ese hombre, quien aceptó no interferir con la vida de tu madre y la tuya. A partir de ese día, te convertiste en la hija de Ramiro.

Yo no lograba encontrarle el sentido para nada.

-¿Por qué no soy la hija real de mi papá? Mi mamá fue el primer amor de mi papá.

—Estuvieron separados por un tiempo. Tu mamá se había casado pero el matrimonio no duró mucho. Se reunió con tu papá después de que naciste. Creo que tu mamá sabía que no podría cuidarte mucho tiempo a causa de esa enfermedad que había contraído desde muy joven. Por eso aceptó cuando Ramiro le pidió no contarte sobre tu origen. Se supone que debías volver a la familia Ferreiro. Si se sabía que no estabas relacionada biológicamente con Ramiro, tu madrastra te habría tratado peor.

Así que esa era la razón. La verdad no era tan complicada como lo pensaba. Había nacido fuera del matrimonio que tuvo lugar después de que mi madre y mi padre se separaron. No había sido el melodrama que me había imaginado: la traición de mi madre a mi padre. De repente, me sentí mucho mejor. Si fuera honesta conmigo misma, no me importaba si de verdad estaba relacionada biológicamente con mi padre. Lo que me importaba era si mi madre lo había traicionado. Esto era fantástico. No todas las vidas estaban llenas de melodrama.

La madre de Abril estaba llorando. Casi se había acabado una caja de pañuelos y se le corrió el maquillaje.

-Antes de que tu mamá se fuera, me pidió que guardara el secreto. Sólo debía decírtelo como último recurso. Ella quería que te quedaras del lado de Ramiro. Él iba a cuidarte bien. ¿Quién hubiera sabido que tendría un accidente trágico?

—¿Sabes qué clase de persona es mi verdadero padre?

-Tu mamá nunca habló de él y yo nunca pregunté. ¿Qué caso tiene preguntar sobre algo que ya pasó? Tu mamá nunca amó a ese hombre. Siempre tuvo a tu papá en su corazón, y él a ella.

Me sequé las lágrimas y luego se las sequé al rostro de la madre de Abril.

-Madrina, es mi culpa que estés llorando tanto.

—¿Segura que no vendrás?

Negué con la cabeza.

-Sólo déjame en la residencia Lafuente de camino. Mi auto todavía está en el taller.

-Dame tus llaves. Puedes tomar mi auto. Yo recogeré el tuyo cuando vuelva de comer.

Abril realmente era una amiga de verdad. ¿Qué habría hecho sin ella?

Volví a la casa de los Lafuente. En cuanto abrí la puerta de mi cuarto, Emanuel se escabulló desde no sé dónde y me tomó de la muñeca.

-Isabela, ¿dónde estuviste toda la mañana?

Me arrastró a su cuarto. Hice mi mejor esfuerzo para liberarme.

-Suéltame.

Tenía a Bombón entre brazos. El cachorro parecía haberse puesto más gordo en el transcurso de la mañana. Era realmente adorable. Sus ojos eran oscuros y redondos, como frijoles negros. Lo tomé de los brazos de Emanuel y le acaricié la cabeza. Soltó un quejido en respuesta a la reconfortante caricia.

—¿Dónde estuviste esta mañana?

—Eso no te incumbe.

—¿Por qué te portas tan fría conmigo?

-Pregúntale a tu querido hermano. Cree que soy una bestia y quiere que me aleje de ti -le dije mientras le volvía a poner a Bombón en los brazos—. Casi me descubre anoche. Sugiero que le encuentres un hogar a Bombón. Puedo dárselo a mi amiga. Ella puede tener mascotas en casa.

Podía darle el cachorro a Abril. Ella estaba dispuesta para albergar cualquier criatura. Incluso recibiría a Emanuel con los brazos abiertos si se lo entregaba.

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