Un extraño en mi cama romance Capítulo 62

Me acerqué a toda prisa, él señaló el columpio y dijo:

—Toma asiento.

Así lo hice, era divertido columpiarse de un lado a otro y me ayudó a disminuir la vergüenza que sentía. Fingí que jugaba en el columpio mientras miraba con disimulo los zapatos deportivos blancos como la nieve en los pies de Andrés, siempre le había gustado llevar zapatos deportivos de ese color y siempre habían tenido un aspecto impecable. Sospechaba que tenía varios pares de los mismos zapatos, así era como podía mantenerlos tan blancos todo el tiempo.

—Isabela, no ordenes café, mejor pide el té con leche. Es mejor para tu estómago.

Andrés me sugirió, volteé a verlo.

-¿Eh? ¿Cómo que es mejor para mi estómago?

-Quiero decir... ¿Ya te sientes mejor?

La preocupación en su tono de voz me dejó paralizada por unos cuantos segundos y después empecé a maldecir a Abril en voz baja. Esa bocona debió haberle dicho que ayer casi me ahogaba en la bañera. Esbocé una débil sonrisa y dije:

-Estoy bien. Ya estoy mejor.

—No te estreses por lo de tu padre. Tal vez llegó en el momento equivocado.

Miré a Andrés.

-¿Te refieres al hecho de que no soy su hija biológica?

—Quizá no hubiese sido mala idea que lo supieras antes.

Sonaba como si él lo hubiese sabido desde siempre.

—Tú... tú sabías desde el principio que no lo soy, ¿no es verdad?

Me miró de forma honesta y abierta.

-Oí a mi madre mencionarlo una vez. Tu madre siempre estaba preocupada sobre si debía decirte la verdad, pero tu padre no estaba de acuerdo en hacerlo.

Así que todo el mundo lo sabía, yo era la única que se había mantenido en la ignorancia, junto con Abril, esa chica tonta.

-Entonces, ¿por qué me pediste ayer que siguiera adelante con la prueba de ADN?

-En lugar de escuchar los rumores que corren por ahí, siempre es mejor llegar al fondo de las cosas por uno mismo.

Ah, así que así eran las cosas, él lo sabía, lo supo todo el tiempo. Estaba muy tranquila, llegó mi bebida y me aferré a la taza mientras sorbía mi té con leche.

—Esto es horrible -dije-. Es amargo.

—Isabela

-¿Mmm? -Levanté la vista-. ¿Qué?

-Estás actuando con demasiada calma —me dijo.

-No entiendo cuál es tu punto.

-Deberías estar descargando tus emociones después de algo así. Deberías estar llorando o haciendo una rabieta, esa es la única manera de deshacerte de las emociones negativas que tienes dentro.

-Si lloré -dije.

Lo hice cuanto estuve en casa de Abril, con su madre a nuestro lado, lloré al punto de casi deshidratarme.

Mientras miraba a Andrés, recordé el campo que estaba frente a mi casa hace muchos años, Andrés, Abril y yo a menudo corríamos como locos en él. Nunca le pude ganar a Abril, sus piernas era mucho más largas que las mías, la distancia que ella recorría de una sola zancada yo la recorría en varias. Fui una niña que lloraba con facilidad, siempre lloraba cuando perdía, Andrés volteaba a ver a Abril y la regañaba cada vez que eso ocurría, le decía que no fuera tan dura conmigo.

Abril corría con su madre y se quejaba de que Andrés me defendía, decía que lo hacía porque quería casarse conmigo cuando fuéramos adultos. En ese entonces eran solo platicas infantiles e inofensivas, pero cuando llegamos a nuestra adolescencia, Andrés y yo comenzamos a aprender cosas acerca del amor y del romance, por el contrario, Abril continuó molestándonos sin descanso como una idiota inconsciente. Debimos tomar sus palabras muy en serio en ese entonces, éramos muy jóvenes para conocer algo mejor, dejamos una semilla sembrada en nuestro corazón. No tenía ¡dea si la semilla en Andrés había germinado, pero la mía sí, había echado raíces y le habían brotado hojas verdes.

-Isabela, ¿estás escuchando?

La voz de Andrés me sacó de mis recuerdos confusos y me devolvió a la realidad, levanté la mirada y lo miré a los ojos me estaba observando.

—¿Escuchaste algo de lo que acabo de decir?

-Sí, lo escuché -dije-. Dijiste que los resultados del examen de ADN no afectarán los resultados de la demanda. Durante la audiencia del próximo lunes solo debo contestar a las preguntas que me haga el juez. Tú argumentarás mi caso reforzando mi condición de beneficiario declarado en el testamento.

Repetí sus palabras con exactitud, me miró con un poco de sorpresa, pensaba que me había distraído, y sí había ocurrido, pero yo tenía una habilidad extraordinaria. Cuando estaba en la universidad mi mente siempre divagaba durante las clases, no hablaba en clases ni jugaba con mi teléfono, pero nadie estaría cómodo dentro de mi mente.

Cuando el profesor me llamaba y me pedía repetir lo que él acababa de decir, lo hacía perfectamente, palabra por palabra. Abril me llamaba un genio con capacidad de hacer muchas cosas a la vez.

-Entonces, ¿qué piensas sobre este caso? Puedes compartirme tu opinión.

-¿Sabes lo que hará mi madrastra?

—Técnicamente hablando, no debería saberlo, pero escuché que se consiguió el mejor abogado especializado en sucesión testamentaria de la ciudad. Parece estar muy segura de sus probabilidades.

-Pero el señor Serrano dijo que tú eres el mejor abogado de ese ramo que hay.

—Todos los bufetes aseguran que sus abogados son los mejores -dijo con una sonrisa-. Aun así, confío en nuestras posibilidades, este caso no será complicado.

No me preocupaban para nada mis probabilidades, de hecho, ni siquiera me importaba si ganaba el juicio.

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