Ahora sí que estaba en un serio apuro, la confesión de Megan había sido claramente una advertencia que no podía tomársela a la ligera. Si no podía confesarle su amor por teléfono, lo haría en persona. A la mañana siguiente iba rumbo en su todo terreno al aeropuerto ligando los dedos para conseguir un vuelo lo más pronto posible. Recuperaría a su familia de eso estaba absolutamente seguro.
Mientras que en el despacho de Megan su abogado la aconsejaba de ser más razonable, ella a su vez había tomado una decisión, vendería sus acciones y se desligaría totalmente de los negocios del banco. Emprendería su propio negocio con sus normas y horario, para poder dedicarle más tiempo a su pequeño bebe.
Después de tanto jaleo con los accionistas y el abogado, habían concretado la venta de sus acciones y con eso amaso una gran fortuna para vivir bien por muchísimo tiempo y poder darle a su hijo una buena vida. Al fin estaría libre del patrimonio de su familia. Para cuando regreso a casa se sentía plenamente feliz, creía que nada podría arruinar su felicidad.
− Hola Megan, llegas temprano.
− Hola Mel, ¿y él bebé?
− Dormido.
− Sabes, he pensado que, si deseas puedes regresar al rancho cuando gustes. Yo te pagaría todo amiga. Melisa estaba al tanto de todas las decisiones de su amiga.
− No creo que pueda dejarte sola.
− Rodrigo debe extrañarte mucho, creo que sería buena idea que te vayas. ¡Sabes que estaré bien!
− Amiga eres una tonta, no puedes separarte de Jack. El en realidad te ama, créeme lo que te digo.
− Lo siento Mel. Sé que son buenas tus intensiones, pero él no ha demostrado que lo este, y no importa sabes, estoy bien, ¡estaré bien!
− ¡Oh Mega!, creo que precipitas las cosas. Le dio un gran abrazo de consuelo.
− Gracias por estar conmigo Mel. Le dijo al borde de las lágrimas. –Realmente quiero que te vayas con Rodrigo, ha pasado mucho tiempo y no se han visto debe extrañarte mucho.
− Sí, me lo dice cada vez que hablamos, de repente y te tome la palabra.
Unos pequeños toques en la puerta interrumpieron la conversación de las amigas.
− Disculpe señorita Blake. Abajo se encuentra el señor Jack Manson.
− ¿Jack, está aquí?
Su corazón de desboco al instante, si había llegado tan rápido, lo más probable es que hubiera usado el Jet Lag. Pero que lo había llevado a viajar a Atlanta repentinamente.
− No piensas recibirlo. Le guiño un ojo su amiga.
− Si claro, súbelo aquí cuando bajes por favor.
− Yo te lo dije, te ama.
− No sabemos porque está aquí.
¿Sería eso posible?, sin esperar pensar mucho corrió hasta el cuarto de baño para aclararse un poco, pensó en ponerse un poco de brillo en los labios ¿Y por qué no? A parte se roció un poco de agua de cerezas. Había pasado muchas semanas, no podía recibirlo tal cual como estaba. Escucho dos golpes suaves en la puerta y este entro, tan atractivo y varonil como siempre, la derritió de inmediato.
− Hola cariño.
− Es una sorpresa para mí verte aquí.
− El Jet Lag hace milagros, es horrible, pero valió la pena.
− ¿Sí? ¿Y eso porque?
− Porque te echaba mucho de menos, y ahora que te estoy viendo no me arrepiento de haber hecho ese viaje tan largo. Porque cada noche me has hecho una falta increíble y todo mi ser a necesitado de ti. Porque no sé qué hacer sin ti. Porque te amo con locura y deseo que sigas siendo mi esposa y la madre de todos mis hijos, quiero que te vengas conmigo para hacer inmensamente feliz, recompensarte por todo este tiempo que he sido un idiota. ¿Quieres seguir siendo la esposa de este vaquero?
La vida no podía darle mayor regalo como aquella confesión de amor del hombre de quien se había enamorado profundamente. Había realizado ese viaje tan largo porque la amaba y tenía miedo de perderla, como no amarlo, estando allí de pie frente de ella vestido de vaquero sexy y soltando feromonas por doquier.
− ¡Si quiero! Se lanzó en sus brazos siendo recibida con un beso que le calo hasta los huesos.
− ¡Te amo, Megan!
− ¡Oh Jack! espere tanto por escuchar esas palabras de ti. Te amo tanto. Le dijo llena de dicha.
− Bueno, estas dos semanas han sido infernales. Este castigo que me has puesto ha sido el peor de todos. Así que porque no vamos a la cama y discutimos como Dios manda.
− Me parece una idea estupenda.
Megan y Jack pasaron una semana entera en Atlanta, mientras Megan finalizaba los negocios dejando las cosas en orden, ya que había decidido vivir en el rancho con su esposo y su hijo, vendería todo menos la nueva casa que había comprado. Quizás y su hijo quisiera llevar otro tipo de vida distinto al de su padre, por lo tanto había decidido quedarse con esa casa. Los días que Megan tenia libre, se los dedicaba a su esposo, paseaban y disfrutaban del uno al otro, pero sabía muy bien que Jack tenía mucho trabajo, y no podía delegar tanto trabajo a Rodrigo.
− ¿Estás segura que quieres que regresemos mañana? Le pregunto Jack abrazado a ella completamente desnuda, después de una magnifica cena, pasaron el resto de la noche haciendo el amor.
− Si segura, tú tienes mucho trabajo en casa. Y yo estoy ansiosa por poner en marcha mi proyecto.
− ¿De verdad quieres abrir una tienda de ropa en el pueblo?
− Claro que sí, muchas mujeres tienen que ir hasta San Antonio para poder comprar un vestido, yo les voy a facilitar la media hora que les tomaría en llegar a una buena tienda.
− Bueno está bien, hablare con algunos amigos para buscar un buen lugar para ti.
− ¡Eso estaría estupendo! Le dijo dándole un beso en la mejilla.
Habían transcurrido cinco meses desde que se habían marchado de Atlanta, Megan y Melisa habían hecho todo lo posible por abrir la tienda de ropa. Al principio les costó un poco, ya que no era muy frecuentado, pero conforme iban pasando los meses su negocio comenzó a dar sus frutos.
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