-Tengo que hablar con el rey, por favor comuníqueme con él - el guardia lo miró de pies a cabeza e hizo una mueca de asco
-¿Usted quiere hablar con el rey? - Erthe asintió - Esperé, ¿su nombre?
-Erthe Lompo.
-Esperé aquí
El guardia salió de ahí dejando a Erthe mirando las grandes rejas que lo separaban de su hija, aquellos que la encarcelaban y la escondían de su propio padre.
Temía por ella, su pequeña Minesa era su todo, quería dejar la cobardía de lado y ser fuerte por ella.
Por su pequeña hija.
Luego de unos largos minutos apareció nuevamente el guardia, sacó de sus bolsillos una llave y abrió la reja dejando pasar a Erthe.
-Lo espera en su despacho, sígame - el guardia lo guio por el castillo, caminaron por un pasadizo solitario hasta llegar a una gran puerta que tenía grabado el rostro de una bestia.
"Que horror" - pensó Erthe recordando como en su pueblo algunos bendecían a las bestias y otros maldecían su existencia que los privo de la libertad, del goce y la dicha en sus vidas
-Pasé - una voz ronca, el cual reconoció como la voz del rey, se sintió intimidado, aparto aquella sensación de su cuerpo y abrió las grandes puertas suavemente
Recorrió con su mirada todo el lugar, un lugar opaco y frío, a una esquina se encontraba el rey mirando un libro.
-Mi rey - hizo reverencia Erthe
-Erthe que bueno verte, dígame ¿para que soy bueno? - su voz era calmada
-Minesa mi hija, ¿dónde está? - se le formó un nudo en la garganta de imaginarse a su hija triste y asustada
-En su alcoba durmiendo, ¿desea verla? - Erthe asintió
-Con una condición
- ¿Cual mi rey?
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